33. Nuevas ideas

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Alan se despide de todos, "hasta mañana, manténganme informado", y sale buscando su auto. Todo este asunto del esqueleto lo ha hecho entrar a un limbo de miedo y orgullo que ha logrado traer de vuelta a los fantasmas de su pasado.

Bueno, en realidad al MEJOR fantasma de mi pasado...

Arranca el coche y comienza a conducir sin prestar verdadera atención a su destino, no lo necesita. Conoce el camino tan bien, lo ha recorrido tantas veces, que puede darse el lujo de dejar que su mente vaya a donde quiera, ¿o debería decir a cuando quiera? Y sí... va trece años atrás, no podía ser de otra forma.

Trece años, 156 largos meses desde que vio a Jennifer entrar por la puerta de su oficina diciendo que venía a arreglar su computadora. Alan sonríe al recordar su boca ingenua, su voz temblorosa, sus mejillas que parecían cubrirse de rubor cada vez que hablaba. Nunca se había sentido atraído por ese tipo de mujeres insípidas y apagadas, tan aburridas que ni siquiera provocan curiosidad, pero algo en ella le despertó el instinto.

Después de ese día Jennifer se quedó en su mente durante semanas, rondando sus pensamientos como un ave de presa hasta que él no pudo más y sucumbió al deseo. La llamó, la invitó a un café, y esa misma noche descubrió la respuesta a todas sus preguntas mientras ella hacía lo que quería con su cuerpo. La piel se le eriza aún al recordar esas caricias únicas y desquiciantes, casi adictivas, que sólo ella le había hecho conocer.

¿Acaso la estoy extrañando?

No, ni siquiera la extrañó el día después de su muerte. Eso habría sido patético, estúpido... ella misma se lo diría si pudiera. No es a Jennifer a quien necesita de vuelta, sino a la libertad que ella le hizo descubrir de un tirón. Sí, Jennifer fue su verdadera libertadora, su guía hacia esas sensaciones increíbles que tanto necesitaba.

Es una lástima que la situación sea tan diferente ahora, y de momento no tiene más remedio que conformarse con el pobre consuelo de sus recuerdos. Esos mismos recuerdos que lo esperan a unos pocos kilómetros y que ahora va en camino a visitar.



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Han pasado varias horas desde que Richy les contó toda la historia, y Jessy aún se mantiene dándole vueltas al asunto. No puede perdonarlo y el dolor continúa hincándole en el pecho, pero MC tenía razón: entender porqué lo hizo le ha brindado un poco de paz. Saber que su antiguo amigo no es un psicópata sin emociones ha logrado calmar en cierta forma parte del odio que la estaba consumiendo, y piensa en esto mientras observa a Richy, quien se mantiene en silencio al otro lado del salón con la cabeza gacha.

Los demás también están ahí, exceptuando a Hannah, que no ha bajado desde que Jake se la llevó al piso superior; y a Lilly y Thomas, que han subido para hacerle compañía. Sin embargo, hace un rato que casi todas las miradas están enfocadas en Jake y Gabe, quienes aún no se han despegado de sus laptops e intercambian alguna que otra palabra en voz baja de vez en cuando. Todos se preguntan qué estarán haciendo, pues esta vez hay algo diferente en ellos.

Dan: Hey, hackers, ¿cuál es el misterio que se traen? Llevan horas cuchicheando entre ustedes como dos viejas de pueblo.

Ninguno de los dos parece escuchar inmediatamente, aunque después de algunos segundos se giran hacia ellos con una expresión cansada.

Cleo: Creí que ya no habría más secretos entre nosotros.

Jake: No se trata de eso. Estamos investigando una idea, pero todavía queda mucho trabajo por delante.

Dan: Razón de más para que nos incluyan. ¿No se les ha ocurrido pensar que quizás los podemos ayudar?

Jake duda por un momento y mira a todos pensativo, no quiere perder ni un minuto en explicaciones. Sin embargo, a su mente viene el recuerdo del día en que MC le pidió algo muy similar, cuando él se unió al chat del grupo y por primera vez compartieron la información que tenían. MC le había dicho que se sentía aliviada...

Duskwood: el hombre tras la máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora