29. Trazando líneas

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Alan se giró hacia nosotras en cuanto terminó de hablar con Jake. Una sonrisa de suficiencia bailaba en su rostro, lo cual me hizo querer arrancársela de un bofetón.

Alan: Wow, de verdad tienes ganas de matarme. Qué mirada...

MC: ¿Por qué estás haciendo esto?

Alan: Porque es un capítulo que quiero cerrar para siempre. Creéme, hubiera preferido no tener que llegar hasta aquí.

MC: Saca a Jake de esta basura, ¡déjalo en paz!

Alan: Lo siento, tu hacker se ha entrometido demasiado en mis asuntos. Si se hubiese estado quieto nada de esto habría sucedido.

MC: Tu problema es conmigo, no con él. Era a mí a quien querías, ¿no? Ya me tienes aquí, ¡ahora deja a Jake tranquilo!

Alan: Las cosas han cambiado, cariño. ¿No te alegras de que podamos llegar a un acuerdo? No le he propuesto un mal trato, y de verdad no se me ocurre una forma mejor de solucionar el pequeño conflicto que tenemos creado.

MC: Jake no se dejará manipular por ti.

Alan: No es eso... y que te preocupes tanto sólo me da la razón. Creo que sabes tan bien como yo que él hará cualquier cosa que le pida para sacarlas de aquí.

Diciendo esto sonrió y se acuclilló junto a mí para amordazarme otra vez, pero Hannah se removió en su rincón y los dos nos giramos hacia ella. El corazón se me oprimió un poco más al ver el estado en que se encontraba: lucía realmente débil y temblaba de frío, aunque eso era lo de menos en comparación con el miedo absoluto que emanaba de todo su cuerpo. Cada vez que Alan hablaba o se movía, ella se encogía un poco más sobre sí misma.

MC: Hannah necesita algo con qué abrigarse. Mírala, está temblando.

Alan: Lo siento, pero como comprenderás no tengo nada que pueda prestarle.

MC: Mi hoodie, déjame dárselo.

Él la miró pensativo durante algunos segundos, luego se giró hacia mí y finalmente dijo serio:

Alan: Está bien.

Sin embargo, todo lo que hizo fue ponerse de pie y salir de la habitación. Yo me quedé esperando sin comprender y me volteé hacia Hannah:

MC: ¿Estás bien?

Sabía que no podía responderme debido a la cinta en su boca, pero al menos esperaba un mínimo gesto suyo... y nada. Por mucho que intenté hablarle, no se movió ni un milímetro durante los pocos minutos que estuvimos a solas, y sólo la vi reaccionar un poco cuando Alan volvió a entrar por la puerta. Venía con su pistola en una mano y una bolsa en la otra, la cual dejó en el suelo cerca de mí.

Alan: Ahí hay agua y algo de comida, deben tener hambre.

Se me acercó sin dejar de empuñar el arma y con la mano libre sacó una pequeña navaja de su bolsillo:

Alan: Voy a desatarte ahora, no intentes nada raro o será Hannah quien pagará.

Con la navaja cortó rápidamente la cinta que aprisionaba mis muñecas y se echó hacia atrás, parándose luego junto a la puerta:

Alan: Ayúdala a comer algo. Volveré en una hora, cuando haya hablado con tu amigo Jake.

Sin decir nada más salió de la habitación, cerrando por fuera. Yo me quité las ataduras de los pies e inmediatamente corrí hacia Hannah, quien todavía estaba echa un ovillo en un rincón. Levanté su cabeza con suavidad y le quité la cinta de la boca para luego liberar sus manos, pues sus pies no estaban atados. Ella suspiró con dificultad, comprobó con los ojos que Alan ya se había marchado y por fin pude escuchar su voz:

Duskwood: el hombre tras la máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora