25. Tomando las riendas

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Mi ringtone comenzó a sonar y el corazón me dio un vuelco, había estado desesperada por noticias y a punto de salir yo misma a buscar a los demás. Sin embargo, me sorprendí bastante cuando saqué el teléfono y vi el nombre de Gabe. ¿Qué estaba pasando? Descolgué inmediatamente, sólo para sorpenderme aún más cuando escuché la voz que me hablaba del otro lado:

Richy: MC, ¿estás ahí?

MC: Sí. ¿Qué pasa, Richy? ¿Cómo es que tienes el teléfono de Gabe?

Richy: Jake me lo dio esta mañana, y ahora se lo cogí a Gabe para llamarte, pero no tengo mucho tiempo.

MC: ¿Qué...?

Richy: Escucha, todos están conmigo y estamos a salvo... creo. Nos hemos alejado del refugio, pero necesito tu ayuda... mejor dicho, Gabe y Dan necesitan tu ayuda.

MC: ¿Qué sucede? ¡¿Es por la pierna de Gabe?!

Richy: Anjá, está bastante mal, y Dan tiene un hombro destrozado.

MC: ¿Qué? ¿Dan también está herido?

Richy: Sí, y en cuanto a Jake...

MC: ¿Jake qué? ¡¿Qué le pasa a Jake?!

Richy: Fue herido en un brazo... y no sé cuál es la gravedad de esa herida.

El mundo se me cayó encima y por una fracción de segundo no pude reaccionar.

Richy: ¿Sigues ahí?

MC: ¿Dónde está Jake, Richy? ¿Y dónde exactamente están ustedes?

Richy: No lo sé. Hemos estado buscando a Jake pero no logramos encontrarlo y no responde a ningún mensaje. Sé que nadie se irá mientras eso siga así, por eso te llamo. Estos dos no podrán aguantar mucho más, necesitan atención médica pero no quieren ir al hospital.

En ese momento escuché la voz de Gabe cerca de Richy, le preguntaba bastante alterado que con quién estaba hablando.

Richy: Siento dejarte sola con esta carga, MC, pero tengo que colgar.

Y lo hizo. Yo me quedé mirando el teléfono sin poder moverme, intentando asimilar toda aquella información. El miedo y la preocupación que antes sentía se multiplicaron por diez, pero nuevos sentimientos escalaban ahora arrasándolo todo: ira, rabia, odio desmedido hacia el hijo de puta que había herido a las personas que me importaban. Quería hacerlo sufrir con mis propias manos...

Estuve algunos minutos ahí de pie, con el corazón acelerado y los puños apretados, hasta que me obligué a calmarme y pensar en una solución. Este no era momento de perder la cabeza, tenía que poner toda mi concentración en encontrar la manera de ayudarlos a todos.

Lo primero eran los heridos, no podían continuar andando por ahí de esa forma, y sabía que bajo ningún concepto irían a un hospital. Los médicos harían preguntas en cuanto viesen heridas de bala, quizás incluso llamarían a la policía, y yo estaba segura de que era por eso que ellos no querían ir a una sala de urgencias. ¡Piensa, MC, piensa! Necesitábamos un médico y lugar seguro fuera del bosque donde al menos hubiese electricidad y unas condiciones mínimas de higiene para...

Una idea se hizo paso en mi cabeza y me lancé a correr hacia Phil y Jessy, quienes seguían junto a la furgoneta.

MC: ¡Phil, necesito tu ayuda!

Phil: ¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan alterada?

MC: Tu amiga doctora, ¿en qué se especializa exactamente?

Duskwood: el hombre tras la máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora