.Capitulo 15: Niño rico y muy cosentido.

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Ya era de tarde. Los protagonistas se encontraban caminado esta vez en un área medio rocoso. Siguiendo las indicaciones del mapa de Jonathan:

—Que camino más empedrado. Debería de mandarle una carta al gobierno para que los arregle —da queja Mike.

—De paso manda otra por la invasión que hizo La Orden Blanca a la aldea del carbón —acompaña, verbalmente Elmer, a lo que mantiene su equilibrio en el camino.

—Yo mando la mía y tú la tuya.

—Está bien, pero las 2 tendrán tu firma.

—¿Enserio piensas echarme todo encima?, a decir verdad, aun no puedo creer que allas decidido venir con nosotros.

—Ni yo, supongo que hay algo en ti que me impulso seguirte.

—Lo que pasa en realidad es que soy una gran inspiración para muchos.

—No presumas de esa manera quieres.

—¡Encontré dinero! —vocifera Rey.

Los chicos se apresuran haber ese hallazgo. Rey ya lo sostenía en la mano con felicidad:

—Miren —presume el infante.

—Son 100 claros —dice Jonathan.

—Oigan, adelante hay más —promulga Mike.

—Es como si fuese un rastro de dinero —opina Elmer.

—¿Qué tal si seguimos ese rastro de dinero mientras lo recogemos? —propone Mike.

—Creo que está bien. Hay que seguir ese rastro para ver con que damos —dice Jonathan apoyándolo.

—¡Vaya!, primera vez que estás de acuerdo con una propuesta mía.

—No es por ti. Lo digo porque algo así no aparece todos los días.

—Ahí, me lleva —interfasa por desanimo.

Los 4 se ponen a seguir ese camino encontrado dinero a la vez que lo recogen. Van hallando billetes y monedas hasta que al fin llegan a una casa de 2 plantas de color blanco. Deteniéndose al frente de la propiedad, Elmer toca el timbre:

—¿Creen que se encuentre alguien? —argumente Mike.

—Pues claro —dice Jonathan—. Con semejante acción como esta cualquiera estuviera atento.

El picarte empieza a moverse. Alguien le estaba a punto de abrir y al separarse la puerta de su marco era nada más que un niño cuervo. Este con forma chistosa les dice que ellos encontraron su tesoro ya que sabía que nadie se puede resistir al encontrar claros tirados por ahí:

—¿De que habla este crio? —inquiere Mike.

Una voz femenina adulta llama al chico por el nombre de Reni y le pregunta por qué grita tanto, ella se acerca a la puerta notando la presencia de ellos por lo que también pregunta que quienes son. El pequeño Reni se va corriendo y riendo a la vez que se entra a la casa:

—Señora, nosotros nos topamos con un rastro de claros que dio a este lugar —explica Mike.

Muy angustiada menciona la palabra por Dios. Dice que su hijo lo volvió hacer otra vez y que es un muchacho muy revoltoso. Luego los invita a que pasen para que dejen el dinero encontrado. Ellos pasan a la casa. Era prácticamente lujoso y hermosa, pero esa casa tenía solo decoración. La mujer los lleva a la sala en donde les dice que dejen el dinero en ese cajón de la vitrina. Después de haber puesto todo en esa gaveta, la señora, con moderación, se presenta con el nombre de Amanda y con amabilidad les ofrece asiento y descanso ya que se fijó que están agotados:

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