.Capitulo 39: Competencia de motociclistas.

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Merodeaba por los pasillos de La Orden Blanca mientras hacia su trabajo. Su comunicador, que lo tenía guardado en su bolsillo derecho, vibra. Lo coge siendo un mensaje de uno de los administradores de la orden. Le comunica a ella que el líder la quería ver. Apagando su comunicador coge miedo porque sabía que desde lo ocurrido en el banco de ciudad México no dio más la cara a Amon por temor. Una petición como esa proveniente de alguien tan poderoso como su líder no la podía ignorar, recurrió ante su llamado. Al estar en frente de la puerta corrediza, en la cual se hallaba del otro lado su líder, se separan de la nada. Cuando se sentía lo suficientemente cerca se detiene a esperar las palabras de el:

—Tu misión, ¿porque no la reportaste? —cuestiona Amon.

—Bueno... como vera... no sé qué decirle.

—Lo único que puedes decirme es que fue un fracaso —emite Amon.

—Si, los chicos que arruinaron todo en la aldea del carbón lo volvieron hacer.

—¿Porque no te has encargado de ellos de una vez por todas?, sabes muy bien que seguirán interfiriendo.

—Ellos estaban en medio de nuestro plan por casualidad.

—Esa casualidad no existe. Van a seguir interfiriendo ya que saben de nuestra existencia. Sácalos de nuestro camino, son enemigos tuyos.

—Eso hare señor.

Era un medio día sereno, tranquilo y muy caluroso como siempre. Jonathan era quien tenía el mapa en donde pudo ubicar un bar no muy lejos para descansar:

—Más adelante hay un bar. Podremos descansar un poco —expresa Jonathan.

—Qué bueno, daré un buen descanso —diluye Mike.

—No pienso durar mucho. Esos lugares son muy violentos —dice Jonathan.

—Es verdad, pero siempre y cuando no te metas con ellos todo saldrá bien —piensa Mike.

—Eso no es tan simple —dice Elmer.

Antes de llegar, Jonathan dice que llegaran en 15 minutos. Lugares como esos odiaba él. Gente haciendo cosas de barbaros era de lo que él quería estar bien distanciado. Al llegar, con lo primero que se encuentran es con un grupo que se encontraba en la entrada hablando cosas de chicas y como quisieran tenerlas. Ignoraron dichas cosas y entraron como si nada. El aroma en el aire era un poco repugnante, como si aquellas personas sudaran y no se bañarán. Evitaron la incomodes al acercarse al mostrador. En su trayectoria notaron muchas cosas en cada una de las mesas que estaban ocupadas; en una había una chica chita fumando un cigarrillo con un tipo mientras se hallaba sentada en sus piernas, en otra, 2 tipos bebían hasta el fondo unas botellas bien llenas de alcohol como si compitieran. Estando en el mostrador se sientan. Un ayudante de los varios que había los atiende pidiendo sus órdenes. Jonathan, Mike y Rey piden solo agua a excepción de Elmer que el pide vino:

—¿Vas a beber alcohol? —inquiere Mike.

—El vino es algo que muy frecuente se bebe, le puedo agarrar el gusto.

—También te puede agarrar una borrachera —dice Jonathan.

—Todo eso queda a mi suerte.

El mesero que los atendió trae sus pedidos en una bandeja de color metal bajando uno por uno las bebidas a sus respectivos dueños. Los que desearon agua bebieron normalmente. Elmer da un trago de vino en la copita pequeña que estaba reposando el líquido, se lo bebe de un solo sorbo. Hace gestos de cómo se estuviera muy fuerte la bebida:

—¿Cómo la gente aguanta esto?, es como si me quemara la garganta.

—¿Uh? —si Elmer lo intento, pues Mike ya le daba el deseo—. Pediré uno también, ¡aquí un vino!

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