.Capitulo 36: La que llora cada noche.

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Ya era medio día, se dirigían a Puebla. En el amino todos estaban callados. Mike y Jonathan no le comentaron nada a Elmer de lo de aquella noche en la casa de la tía de Ricki, inclusive ni le dijeron a Rey de lo que hizo esa noche. Los únicos eran ellos 2:

—Tenemos ya 6 horas caminando y 3 descansos, ¿cuándo llegaremos a Puebla? —quejumbra Mike.

—Dentro de muy poco, falta una hora más de caminata —informa Jonathan.

—Rayos Jonathan. Lo haces ver tan difícil —cae Mike en disgusto.

—Esperar son reglas de la vida.

—Cuando llegue caeré en coma en una cama por el cansancio. ¡Elmer!, tú tienes la habilidad de deslizar capas de tierra, no —dice Mike.

—¿A qué quieres llegar con eso? —intriga Elmer.

—Solo digo que uses tu poder para llevarnos en un santiamén a Puebla.

—No funciona así, si utilizo mi elemento tierra para deslizar una placa de tierra que nos lleve justo a Puebla me agotaría, mantener una habilidad así por mucho tiempo cuesta, sabes.

—Me decepcionas.

—No seas tan vago, nosotros hemos caminado como tú y no nos quejamos —inquiere Rey.

Solo quería descansar, pero a la vez llegar a su destino. La desesperación perduro en su mente con el deseo de liberarse de la caminata con ese fatídico sol. Se repetía así mismo que solo un poco más. Pasado ya una hora, llegaron a tal magnifico pueblo:

—¡Aquí estamos Puebla! —grita Mike de la emoción.

—No seas tan emocionado —corrige Jonathan.

—Que se alegre, tuvo un largo camino, o más bien tuvimos un largo camino —expresa Elmer.

—Ahora lo primero, buscar en donde nos alojaremos para después explorar —coloquio Mike.

—No dijiste que caerías en coma en una cama —recuerda Elmer.

—Eeeh, bueno... también hay que comer, ¿no?

—Si claro —dice Rey.

—Ahora que mencionas comida, espero que tu seas quien cubra todos los gastos de aquí en adelante —puntualiza Jonathan.

—Espera —inflige Mike.

—Es verdad —dice Rey—. Al principio tenías los bolsillos vacíos, pero en ciudad México tu madre te mando dinero suficiente como para un largo tiempo.

—Bien, me ocupare de todo, no agobien.

Fueron muy serios a la hora de aclararle la verdad. Dejaron el parloteo para explorar Puebla. Alrededor veían personas con sus puestos que vendían vegetales y frutas, eran personas de más o menos mayores o ancianos. Los rodeaba los grandes departamentos con estilo viejo de un total de 3 plantas, los balcones exponían aquellos que estaban en ellos, pero la gran mayoría tenía ropa colgada en enganchada. La felicidad de los niños a la vez que corrían libremente por la gran calle daba un toque alegre a los padres quienes los cuidaban:

—Para ser un lugar de bajos recursos... —Mike ya saltaría con una.

—No digas nada que ofenda este pueblo —detiene Jonathan.

—Solo quería soltar una opinión.

Transcurrían los momentos mientras andaban, hasta que oyeron lo que parecía alguien predicando en alguna iglesia cercana:

—Parece que hay una iglesia cerca —argumenta Elmer.

Miran a los lados. Captan que el sonido provenía de la izquierda. Lo más sorprendente fue el tamaño de la gran catedral:

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