.Capitulo 43: El despertar.

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—Con mucho gusto te dejare intentarlo —ínsita Maikel por ver a Jonathan.

—Es solo un niño, ¿crees que es justo que le esté pasando esto? —dice Jonathan.

—¿Enserio dices eso?, ¿tú crees que es justo que mis padres hallan muerto por culpa de la madre de el tras haberse equivocado en unas simples instrucciones?

—¿Qué cosa?

—Sabía que no comprenderías...

Un líquido negro comienza a correr por los orificios de la cara de Rey seguido de un cambio repentino en su grito. Los gritos de Rey ya no eran los de él, sino la de un grupo de personas que agonizaban desastrosamente. El líquido negro se derramo en el suelo rodeando por completo el cuerpo del niño. Comenzó a expandirse llenado todo el circulo. Las copas se hallaban adentro del círculo en donde el líquido se rego, después las copas se empiezan a hundir inexplicablemente, fueron tragadas por el líquido negro:

—¿Qué es lo que le están haciendo? —inquiere Jonathan.

—Ya viene lo mejor —conmociona Maikel.

Cada árbol que encontraba a su paso lo derribaba con el fin de atrapar a Elmer que saltaba de uno en otro. La bestia se enojaba cada vez más, su paciencia estaba siendo colmada:

—Esa cosa es fuerte, mejor que no me agarre.

Cuando la bestia ya iba a derribar el siguiente árbol, Elmer da otro intento de saltar al más cercano, pero resulta que la bestia se lo impide al tirar dos árboles a la vez. En el que se encontraba Elmer y al que iba a pasar. No tuvo oportunidad de caer en otro, aterrizo en el suelo:

—¡Maldición!

Da otro rugido llevando en las dos manos el tronco de un árbol con el propósito de aplastar a Elmer. No se queda inmóvil, así que se mueve rápido dejando que aplaste el tronco en el lugar donde ya Elmer no se hallaba. EL tronco se parte a la mitad. La bestia no se queda ahí y prosigue a tomar una roca que tenía a su derecha. La levanta hacia arriba con las dos manos:

—Esto no se acabará ahora. Tengo que encontrar la forma de perderlo o inmovilizarlo.

Con el peso de la gran roca levantada con sus dos manos, lo que hace es bajarla aun teniéndola en mano. Luego gira y gira dando vueltas como loco:

—¿Qué hace? Se va a marear si continua así.

Eso era lo que él creía, pero el monstruo tenía ya su siguiente ataque. De tantos giros que dio, que hasta levanto un cumulo de polvo y hojas debido al viento que provoco, ya lo tenía fijo. Suelta el peñasco en posición a su objetivo. Mientras se acercaba siguió girando. Cada vez que tocaba el piso daba un brinco, ya que daba muchas vueltas. Elmer quedo impresionado, pero tenía su forma de cambian la trayectoria. Crea una rampa de tierra. La roca rodo hacia arriba perdiéndose en el cielo negro. Se salvo por los pelos:

—Dios, por suerte cree esa rampa. La aldea del agua está detrás de mí. Aunque lo esquivara esa roca seguiría adelante hasta llegar a la aldea. No quiero pensar en lo que hubiese pasado si la dejara seguir a donde vive mucha gente. Lo más mínimo es que caiga en el mar a esa velocidad que tuvo hacía.

Hizo bien en no permitir tragedias causadas por la bestia. Fue mucho su bienestar que no se dio cuenta de que el monstruo se acercaba. Se puso en guardia cuando el gigante destruye la rampa que creo. Se quita de su frente para evitar que no lo tome y lo lastime. De todos lo que se hallaban contemplando el culto, Maikel estaba calmado y emocionado, puesto que todo salía como quería. Mike y Jonathan estaban atónitos ante lo visto. Luego, el líquido negro se pone a burbujear, como si algo estuviera a punto de salir de su interior. Salen un grupo de manos con garras muy filosas que podían desgarrar carne con tan solo un simple esfuerzo, sin embargo, esas manos lo que hicieron fue tomar a cada uno de los que estaban cerca el circulo, menos a Rey. Esas manos sostuvieron a cada uno por la ropa para después arrastrarlos hacia el líquido y hundirlos hasta desaparecer:

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