Freddy estaba mirándose en el espejo del gimnasio mientras sus bíceps apretados parecían crecer y crecer debido a la barra que estaba levantando. El sudor cubría la mayor parte de su cuerpo y su piel morena parecía brillar mucha más bajo la luz artificial. Era el último ejercicio de su rutina y terminaría por ese día.
Apretó la mandíbula y levanto la barra una última vez antes de dejarla en el soporte. Estaba cansado y agitado, pasó su antebrazo por su frente para quitar el sudor y se agachó para poder tomar su botella de agua.
Cuando se volteó para ir a las duchas, se encontró con una chica de cabello castaño y el uniforme del internado. Ella, además, tenia una lista en sus manos, su mochila colgaba de su hombro y tenía puesto un gorrito de lana de colores.
— ¿tu eres Fred Scott? — preguntó ella.
— Si — murmuró él.
— Genial, la maestra de literatura me envió a darte tutoría.
— No pedí tutoría — gruñó él, pasando junto a la chica, tomando un trago de agua.
Ella frunció el ceño con confusión y se volteó para ver a Fred Scott caminando a la salida.
— Oye, no me interesa si no la pediste, la maestra me envió
— Bueno, aun así, no me interesa.
La chica bufó y comenzó a seguirlo.
— Fred Scott — gruñó la chica — ¿puedes hablar conmigo?
— Por favor.
Freddy comenzó a correr por el césped del patio central mientras la chica solo le gritaba y comenzaba a correr detrás de él a un ritmo muchas mas lento. Él no quería ser malo, pero en ese momento ya estaba lo suficientemente irritado por el resultado de su examen a causa del ataque de pánico y por la chica que lo vio y había insistido en hablar con él. En serio, lo había seguido hasta su maldito cuarto cuando salieron de la enfermería.
Él continuaría corriendo, pero escuchó un golpe seco detrás de él en un momento. Cuando se volteó, vio a la chica tirada en el fangoso césped. Había llovido hace algunos días solamente y aun no se secaba del todo. Ella se estaba arrodillando mientras tomaba su cabello para verlo lleno de barro, su uniforme y la lista que tenia en las manos también corrieron con la misma suerte.
Freddy comenzó a acercarse, arrepentido y culpable.
— Oye, yo-
— Solo quería ayudarte — gruñó la chica levantándose e intentando no volver a caer mientras sollozaba.
— Déjame ayudarte — ofreció Freddy estirando la mano.
— Vete al diablo — gruñó ella, golpeando la mano del chico, pero resbalando al barro nuevamente.
Ella se levantó finalmente, con los ojos lagrimeando.
— Solo quería ayudarte porque la maestra me dijo que habías bajado tus notas — sollozó ella.
— Lo lamento.
— Jódete.
— Por favor.
Él la sujetó suavemente del brazo y se puso frente a ella.
— Si me dejaras explicarte-
— ¡NO!
— Lo lamente — susurró Freddy mirando al piso — he estado irritado desde el inicio de vacaciones de invierno y lo cobré contigo, no es justo... no quería hacerte pasar por esto, pero tampoco quería ser grosero y gritarte que me dejaras solo.
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Los Cuentos De Jacobsen
Non-Fiction¿Cuántas veces nos hemos sentido perdidos? ¿Cuántas veces nos hemos sentido solos? Quizás la respuesta a estas preguntas las podamos evadir con una simple respuesta... La Familia, los amigos o tus personas de apoyo. Los Cuentos De Jacobsen es para...