El Cuento De La Rara.

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El espejo es el mejor amigo de una chica, ¿verdad?

Bueno, el espejo de cuerpo completo en su cuarto parecía ser su mas grande enemigo, al acercarse ella, él más pequeño parecía...

Eso no le gustaba.

Un suspiro se deslizó por sus labios y comenzó a vestirse con una blusa de mangas cortas y medias blancas, y una falda y tacones de color negro. Se sentó en su tocador y comenzó a cepillar su largo y castaño cabello, formando ondas hermosas. La chica tomó una croma que untó en su cabello y le dio un brillo que le hacia ver como hebras de chocolate. Se miró en el espejo, este espejo parecía agrandarse a comparación con el de cuerpo entero, eso le gustaba. Tomó el lápiz labial rojo y lo paso por sus labios lentamente.

Se levantó y volvió a caminar hacia el espejo de cuerpo entero, ahora su parecía su mejor amigo, dejándola verse tal y cual se sentía. Ella sonrió levemente antes de tomar un abrigo largo de color rojo.

El viento sopló y la hizo estremecer, pero ella solo se puso el abrigo y comenzó a caminar por el pasillo para salir del quinto edificio para entrar al patio central. Iría a desayunar y luego quizás se pasearía por el internado mientras esperaba a que Sabrina saliera de su examen.

Entró a la cafetería y se acercó a barra, saludó a las cocineras y eligió lo que comería. Cuando se volteó, vio a Sabrina sentada, con los audífonos puestos y leyendo esa estúpida libreta de notas escolares que nunca le prestada. Ella se volvió a la cocinera y pidió una orden extra para Sabrina, cuando estuvo lista, se acercó a su mejor amiga y se sentó frente a ella antes de tirar de los audífonos, dejando que Sabrina se quejara del dolor en sus orejas.

— Perra — gruñó la rubia.

— Si, si — rodó los ojos la castaña antes de deslizarle la segunda bandeja que había pedido — sé que no desayunas antes de un examen, pero en serio, necesitas desactivar el modo "Perra".

Sabrina bufó y tomó el café de la bandeja.

— Te amo y te odio al mismo tiempo — dijo Sabrina tomando un sorbo de café y una tostada con mantequilla — adivina quien me habló antes de venir aquí.

— Mmm, ¿el imbécil? — sonrió Casandra.

— No, pero la otra noche te mando saludos — se rio la rubia — el perro llegó todo agradable y-

— ¿Hablas de Fido? — interrumpió Casandra.

— ¿lo conoces?

— Es el chico más agradable aquí, una vez le pedí ayuda con matemáticas y lo hizo sin más, hasta pensé que me pagaría por dejar que me enseñara.

Sabrina se rio y comenzó a jugar con su cabello.

— Bueno, tuvo la mala idea de hablarle a la Sabrina recién levantada.

— Uh, se encontró con el diablo.

Ambas chicas rieron mientras tomaban su café y comían las tostadas del desayuno.

— ¿Supiste Liam tuvo que ceder su soledad? — preguntó Sabrina en un murmullo.

— No, ¿Por quién?

— Llegó un chico nuevo y lo asignaron con Liam.

— Pobre chico, le tocó el peor compañero del mundo — se burló Casandra.

— Tienes razón — se unió Sabrina a la broma — pero conocemos a Liam, no es un mal chico.

— No, pero sigue siendo un idiota muy enojón — murmuró Casandra bebiendo su café.

Las tostadas desaparecieron y el café se había bebido cuando las chicas decidieron levantarse y salir a caminar antes de que las clases de Sabrina comenzaran.

— ¿Me acompañas al salón?

"Obvi", además, necesito el MP3 para escuchar música mientras estás en el examen.

Sabrina se rio y cruzó el brazo con casandra mientras salían de la cafetería. Ambas estaban estresadas por las clases y los exámenes del ultimo año, les faltaba mucho para poder sentirse relajadas en ese lugar, lástima que no pudiesen salir de compras o algún café para ver cosas nuevas.

— Oye, ¿sabes si la sala de computación esta abierta? — preguntó Casandra.

— No, dijeron que están arreglando la conexión de internet.

— Quería ver si podía descargar más música y ver que hay de nuevo en las ventas online.

— Podríamos escaparnos.

— No, la última vez que fuimos sin Liam, casi nos asaltan.

— Así que si te agrada Liam — se rio Sabrina.

— Hey, es un idiota, pero es un idiota musculoso e intimidante, eso ayuda cuando salimos.

Su camino terminó cerca de los salones de clases, pero un individuo se cruzó en su camino cuando pasaron por ahí. Liam Washington vestía algo parecido a un pijama y llevaba una bandeja de desayuno y una mirada incomoda. Casandra lo miró con una ceja alzada y una sonrisa burlona.

— Al parecer alguien no siguió mis instrucciones — sonrió Sabrina.

— ¿De qué hablas? — preguntó Casandra.

— Le dije que no molestara al chico del que te conté y no me escucho.

— ¡¿Le contaste?! — gruñó Liam.

— Es mi chica — se burló Sabrina — nos contamos todo.

— Perras locas — gruñó Liam antes de rodar sus ojos e irse corriendo en dirección a los dormitorios.

— Y según él, la perra loca soy yo – se burló Casandra.

Sabrina se rio levemente antes de sacar el MP3 de su bolso y se lo dio a su mejor amiga—. Te amo, te veo luego.

— Nos vemos, preciosa — sonrió Casandra antes de que su amiga entrara al salón donde debía rendir el examen.

La chica suspiró levemente mirando el MP3 mientras caminaba en dirección al patio central, se sentaría en las bancas bajo los árboles. Se sentía tranquila y relajada en ese momento.

Ella quería sentirse así por la mayor cantidad de tiempo posible.

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