El Cuento De La Verdad.

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Sabrina había faltado a clases ese día, no quería ir a clases porque sabia que el examen de matemáticas estaría imposible, no recordaba porque era tan difícil recordar formulas y procedimientos para llegar a un resultado.

Ella bufó.

Estaba en su cama con el pijama desde hace tres días ya, había vasos de cartón arrugados en el basurero y el ambiente de la habitación apestaba a cafetera usada las veinticuatro horas. Pero eso no la detenía, porque tenía un vaso con café caliente en su mesita de noche, aumentando el nivel de cafeína en su sangre.

Tal vez era la cafeína lo que no le permitía concentrarse, porque su mente solo divagaba en los números y signos que no concordaban con lo que ella tenía anotado en sus apuntes y libros.

La chica bufó y cerró su cuaderno y sus libros antes de llevar sus rodillas a su pecho y tomarse la cabeza con las manos en modo de frustración. Tenía los ojos cerrados y se movía lentamente de adelante y atrás.

Estaba perdiendo la cabeza mientras pensaba en que hacer, en un par de segundos sus ojos terminaron en el vaso de café, le había pedido a Cassie le que llevara uno, pero le dijo que no, al menos Freddy si había aceptado luego de un pequeño berrinche...

Ahora ese vaso de café no parecía tan buena idea.

La puerta de la habitación fue golpeada levemente y Sabrina hizo una mueca de rencor antes de cruzarse de brazos.

— No quiero nada de ustedes — bufó la chica.

La puerta fue golpeada nuevamente, más fuerte.

Sabrina no hizo caso al principio, pero la puerta comenzó a ser golpeada constantemente.

La chica gruñó un insulto antes de levantarse enojada, abrió la puerta con enojo para enfrentar a uno de sus amigos, pero se detuvo en seco cuando vio a la persona al otro lado.

— Hola — saludó Fido con una sonrisa.

Sabrina no reaccionaba y solo lo miraba atentamente.

Su rostro tenia barba y sus ojos se veían un poco cansados, pero su sonrisa estaba brillante y parecía tallada en piedra porque sus labios no titubeaban en ningún momento.

— Fido — susurró ella antes de moverse lentamente hasta abrazar con fuerza a Fido.

El chico se movió y apretó los músculos cuando la abrazó mientras la alzaba en el aire y entraba en la habitación.

Él la bajó mientras ella reía, llevó sus manos a sus mejillas y comenzó a acariciarlas levemente mientras que la chica sonreía levemente. Sin embargo, ella se separó del chico y se apresuró a cerrar la puerta con seguro.

Cuando se volteó, notó que Fido la miraba algo confundido.

— Lo lamento, ya no me gusta tenerla abierta.

Fido le sonrió y se movió para sentarse en la cama de la chica, notando las hojas de Sabrina y su mítico cuaderno negro de apuntes.

— Tienes examen — dijo Fido — ¿Estoy interrumpiendo?

— No. Sí. Es decir... no, no lo haces.

El chico miró a Sabrina atentamente, se abrazaba a si misma y miraba al piso con una expresión de seriedad molesta plasmada en su rostro. Su mandíbula apretada y sus brazos tensos le hicieron tener un mal sentimiento en el estómago.

— ¿Quieres que me vaya, Brina? — preguntó Fido sonriendo levemente.

— No.

— ¿Te hago sentir incomoda?

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