El Cuento De Los Libros.

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Casandra se encontraba en un pasillo lleno de libros mientras ojeaba algunos de los títulos que se asomaban por los lomos de cuero. Ella sonreía mientras sus dedos sentían los pequeños grumos del material que la había cosquillas en las yemas de los dedos.

Tomó uno de los libros y lo ojeó un par de segundos antes de volver a dejarlo en el estante.

— Aquí estas — dijo alguien más detrás de ella.

Ella se volteó y vio que Freddy sostenía un par de cafés en sus manos con una sonrisa tallada en el rostro.

— Te traje uno — dijo el chico.

— ¿De dónde los sacaste? — preguntó ella.

— Del mágico mundo del café, el cual es bastante bonito como la chica frente a mí.

— Me conoces bien — sonrió Casandra antes de tomar el vaso.

— Bueno, sé que debes tomar café para no sentirte cansada por la noche, también sé que tomas té de manzanilla para poder dormir bien, que no bebes demasiado porque la Cassie borracha es incoherente y no quieres darle material a Liam para burlarse de ti.

— Bueno, yo sé que te gusta que te acaricie el cabello mientras lees.

— Me encanta — sonrió el chico — ¿Has encontrado algo bueno?

— Aun no terminamos con tus lecciones y no sé si sea buena idea sumar un libro más.

— No, Cassie, me refiero a uno para ti — sonrió — sé que los libros del internado no son tan buenos.

— No creo que me alcance para comprarme un libro.

— Yo te lo regalo — dijo el moreno sonriendo.

Ella le sonrió de vuelta y se volteó para comenzar a caminar lentamente por los pasillos.

— No sé que leer ahora — murmuró ella — romance, misterio... horror.

— Aquí hay uno nuevo — dijo Freddy — ¿Los niños buenos se van al infierno?

— Suena a que es raro.

— Pues — murmuró Freddy leyendo la contraportada — es algo parecido al misterio, podría gustarte.

— ¿Por qué?

— Porque quizás tiene una buena historia y disfrutes de saber quién es el asesino.

— Bueno, sí que me conoces bien.

— Me gusta saber cosas de ti — sonrió el chico extendiéndole el libro — me gustas.

Ella se sonrojó levemente mientras tomaba el libro para leer la contraportada.

— Pues si se ve bueno.

— Entonces dámelo para ir a pagarlo.

Ella se rio y le dio el libro para que él fuera a pagarlo.

Ella se quedó sola y siguió recorriendo los pasillos mientras divagaba en varias habitaciones de su mente. Eso, hasta que su vista se detuvo en un espejo de cuerpo completo justo en medio de los dos pequeños sofás con una esa de centro de madera en medio. Ella se miraba, usaba jeans y botines, una camisa suelta que estaba desabotonada en el pecho y un collar con un dije de una pequeña pluma. Ella comenzó a bajar la vista por su figura, mirándola con atención, absorbiéndose a si misma mientras Freddy caminaba detrás de ella, sin notarlo.

— Conseguí el libro para ti.

— Quiero contarte algo — murmuró Casandra.

— ¿Pasó algo?

— No, solo quiero contarte algo sobre mí.

El chico se sentó en uno de los sofás después de que ella se lo indicara. La miraba buscando signos de que estuviera mal, pero no parecía estarlo.

— ¿tengo que preocuparme, Cassie?

— No — sonrió ella.

— Ok.

— Tu sabes que siempre digo que estoy gorda.

— Si.

— Quiero contarte el por qué — dijo ella — esto solo lo sabe Liam y Sabrina, quiero contártelo porque te convertiste en una de las personas más importantes que tengo.

— Está bien.

— Bueno... todo empieza con mis padres realmente.

— Los padres suelen ser malos, ¿Qué tal fueron los tuyos?

— Fueron personas horribles que querían cumplir sus sueños a través de mí, mi madre quería ser bailarina y mi padre quería que ganara algún concurso de química o algo así, estaba obsesionado con los trofeos,

— Que idiota.

— Lo sé, si me hubieras conocido en la primaria no me reconocerías, al menos ahora tengo carne en los huesos.

— ¿tus padres terminaron haciéndote eso?

— Indirectamente, me salva muchas comidas y nunca decía nada realmente.

Freddy se acercó levemente y tomó la mano de la chica con cariño.

— Sabes que incluso después de que los médicos intentaron quitarles la custodia a mis padres, ellos siguieron defendiendo que yo estaba bien. Claro que me pusieron en una habitación alejada de ellos por un tiempo para mejorarme y cuando recuperé el peso saludable me regresaron a casa.

— Apuesto que a ellos no les agradó eso.

— Ellos notaron que no haría nada de lo que ellos dirían y decidieron encerrarme en el internado — murmuró ella en un tono levemente triste.

Freddy la miraba atentamente mientras ella parecía perderse en un pensamiento que la molestaba.

— ¿Te puedo decir algo, Cass? — preguntó Freddy.

— Claro.

— No sé si sea malo de mi parte decir que estoy feliz de que te hayan internado, porque si no, estarías en esa situación y nunca te habría podido conocer.

— ¿Fue bueno conocerme?

— Considerando que me has ayudado, me has hecho sentir normal y que me has incluido en tu vida... desde que llegué aquí estuve solo con Fido y tu me ayudaste a salir de mu burbuja...

— Si no hubiera llegado aquí, todo hubiera sido muy malo. Hubiera vuelto a enfermar y no habría conocido a las personas mas maravillosas de mi vida.

La chica miró atentamente al moreno antes de sonreír con los ojos levemente llorosos.

— ¿Te enojarías si hago algo tonto? — preguntó.

— No — sonrió él.

Ella se levantó de su sofá y se acercó hasta Freddy antes de inclinarse y besarlo levemente en los labios.

— Me gustas mucho, Fred.

— Yo — él se sonrojó antes de mirar al piso — ¿En serio te gusto?

— Ok — rio ella — me siento un poco humillada.

— Lo siento, es que... yo no soy como Hunter, o Liam, o Fido... no soy tan duro como ellos así que es un poco confuso para mí el que te guste.

— Me gustas porque eres tú, Freddy.

— Lamento ser tan tonto — rio Freddy antes de levantarse y besar a Casandra tiernamente.

Ella sonrió y tomó la mano del chico antes de darle un pequeño tirón para poder abrazarlo con fuerza, dejando que aquel aroma le diera la paz que había sentido desde hace semanas cuando se recostaron en el césped a leer.

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