El Cuento De La Boda.

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Liam caminaba con Hunter, aferrado a su mano mientras avanzaban por las calles de la ciudad. Ambos estaban sonriendo felices.

— ¿Y que quieres comprar? — preguntó Liam.

— No lo sé, hay tantas cosas que hacer y tanto que mirar.

— Pero solo hay una noche para todo.

— Lo sé, pero al menos podemos disfrutarla juntos.

Liam dobló en una esquina, tirando de su novio y llevándolo hasta sus brazos mientras se apoyaba en la pared, el pequeño callejón de ladrillos les daba un pequeño momento de privacidad en aquella calle levemente transitada.

— ¿Qué haces?

— Estuve lejos de ti por mucho tiempo. No quiero irme más.

Hunter se rio y besó a Liam castamente antes de apoyarse por completo contra él.

— ¿En que piensas? — preguntó Hunter.

— En que eres la persona más maravillosa del mundo.

— Y tu eres el hombre más meloso del mundo.

— Pero te encanta.

— Lo amo.

— ¿Y a mí?

— ¿Y a ti?

— A mí, ¿Me amas?

Hunter rio levemente antes de pararse y besar nuevamente a Liam.

— Por supuesto que lo hago.

— Nunca te agradecí — susurró Liam.

— ¿Qué?

— Lo que hiciste por Sabrina.

— ¿Qué hice por ella?

— Hunter — dijo Liam — pudiste hacer tomado mi lugar en la cárcel si le hubieras partido la cabeza a Dean con el balde.

— Lo sé.

— No quiero ponernos tristes, pero tengo que agradecerte por ayudar a mi hermana.

— No tienes que agradecerme por ayudar a la familia — sonrió Hunter.

— Ya sé que podemos hacer ahora — susurró Liam acercándose a la cara de su novio, rosando sus labios.

— ¿Qué?

— Bueno, tengo algo planeado desde hace días y necesito tu ayuda.

— Entonces vamos.

— ¿No me vas a preguntar por qué?

— Confío en ti, sé que harás algo que me guste.

Liam sonrió y tomó la mano de Hunter antes de comenzar a correr por las calles con el castaño intentando seguirle el paso.

Liam había llevado una mochila en la que echar las botellas y los cigarros. Así que había decidido distraer a su novio al pedirle que acomodara de mejor forma las botellas para que no le doliera tanto la espalda al volver, mientras tanto, él miraba y curioseaba las joyas que había en las vitrinas mientras hacía muecas notando los precios.

Pero él se terminó acercando a la mujer que se encontraba en uno de los mesones vacío.

— Buenas noches — saludó el pelinegro.

— Buenas noches — respondió la mujer sonriendo — ¿En qué puedo ayudarlo?

— Bueno, uhm... no lo sé, realmente — se rio el chico avergonzado.

— Pareces un buen chico, ¿Qué necesita un buen chico aquí en una joyería?

— Pues... me gustaría comprar un anillo, pero no sé cómo elegir uno.

— Oh, ¿Es una chica especial?

— En realidad, es un chico y si es especial.

— Me pareces un poco joven para el matrimonio — rio levemente la mujer, causando que Liam se sonrojara rápidamente.

— N-no, no es matrimonio. Solo... solo quiero formalizar nuestra relación.

— ¿Hay algo que le guste? — preguntó la mujer.

— Le encantan los videojuegos... las rosas, le encantan las rosas... el café, los sándwiches de huevo y jamón. Las matemáticas... él ama quedarse en cama cuando llueve y el olor que queda en la tierra después de esto...

— ¿Cómo te llamas, Cariño?

— Liam.

— Estás enamorado de él, ¿verdad?

— Creo que si... lo amo.

— Bueno, Liam — sonrió la mujer — se ve que eres un buen chico a pesar de esos cuantos moretones que tienes por el rostro, pero no creo que sea buena idea gastar una fortuna en uno de estos anillos.

— Pero yo-

— Déjame acabar, jovencito — regañó la mujer — estos anillos son muy costosos y atrás hay otros igual de bonitos, pero más baratos, ¿te gustaría verlos?

— Me gustaría.

Ella sonrió y se fue por una pequeña puertecita detrás de ella mientras que él suspiraba y se volteaba disimuladamente para ver al castaño mirando las vitrinas mientras tomaba la mochila entre sus brazos.

— Estos son — anunció la señora volviendo con Liam, él se volteó y vio una cantidad enorme de anillos brillantes.

Pero había uno en especifico entre el montón, un anillo de plata con una rosa de piedras rojas y rosadas que brillaban bajo aquella luz artificial. Él lo tomó y lo observó con atención.

— ¿Hay algún otro como este?

— Lo hay.

— ¿Cuánto cuestan?

— Nada.

— ¿Cómo?

— Son tuyos, para ti y tu novio.

— No puedo tomarlos gratis, eso no es-

— No importa, Cariño. Me despedirán mañana de todas formas.

— Lamento escuchar eso, pero aun así no puedo.

— Cariño, soy una mujer mayor y debes escuchar a tus mayores — bromeó la mujer — son tuyos.

— Gracias — sonrió Liam — ¿Podría saber su nombre?

— Rose, me llamo Rose.

— Le agradezco con mi vida, Rose. Siempre recordaré este gesto.

— Se feliz, hijo.

Liam sonrió y se volteó para acercarse a Hunter con una sonrisa y los anillos en la mano, este se volteó cuando sintió al pelinegro detrás de él.

— ¿conseguiste lo que necesitabas?

— Te amo — soltó Liam sonriendo — te amo mas que a nada, Hunter Hope.

— Yo igual — sonrió Hunter confundido.

— Y si conseguí lo que necesitaba, algo para ti.

— ¿Qué?

Liam sonrió y comenzó a arrodillarse mientras Hunter lo miraba con los ojos y la boca abierta.

— No te emociones, aun somos niños como para hacer eso, pero sé que es lo que quiero — sonrió el pelinegro — quiero darte este anillo para demostrarte cuanto te amo y cuan feliz me has hecho desde que te conozco.

— Gracias — sonrió el castaño arrodillándose también, abrazando a Liam con fuerza

La mayoría de las personas que había ahí comenzaron a aplaudir y silbar mientras Liam ponía el anillo en el dedo anular del chico, con una enorme y enamorada sonrisa.

— Te amo — sonrió Liam.

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