El cuento de los graduados.

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Epilogo.


La graduación permanecía intacta en aquella fotografía sobre la repisa en la pared principal de aquella pequeña vivienda, con seis adolescentes abrazados y sonriendo a la cámara junto a una señora de piel morena que sonreía y lucia realmente feliz. Las túnicas de un tono rojo vino y los birretes del mismo color parecían realmente un símbolo de orgullo mientras aquellos diplomas colgaban a los lados de aquel cuadro.

El aroma a carne mechada rellanaba todo el departamento y los pasos y risas llenaban cada rincón mientras el ambiente se ponía mas amigable con cada chiste de aquella señora mayor que se encontraba sentada en el pequeño comedor que había en la cocina.

La puerta se abrió y un hombre de cabello rubio y un hombre de piel morena entraron a la casa con bolsas de bocadillos, cigarros y vodka negro se reían y caminaban por la pequeña sala de estar en donde había dos sillones pequeños y un gran sofá.

Dejaron las comprar sobre la mesa de centro de vidrio y caminaron hasta la cocina.

Finnian Chase y Fred Scott entraron a la cocina y encontraron a Liam, Casandra, Hunter y Sabrina moviendo platos sobre la mesa y dejando vasos. Habían hecho carne mechada con arroz y champiñones, Sabrina había dejado una botella de vino tinto sobre la mesa y fue cuando ellos notaron a la anciana sentada en la mesa, con una copa de vino tinto en su mano.

— Abuela — sonrió Fred acercándose a la señora mayor para abrazarla.

— No sabíamos que vendría — sonrió Fido, imitando la acción de Freddy — ¿Cuándo llegó?

— Hace unos minutos — sonrió la abuela.

— Entonces estamos todos juntos para el cumpleaños — sonrió Freddy.

Los platos fueron servidos y el vino ya estaba en las copas.

Todos se sentaron y Hunter abrió la computadora portátil posicionada en la punta de la mesa y verifico que todos se vieran en la cámara antes de presionar el icono de llamada y correr hasta su asiento junto a su prometido.

La pantalla de la computadora se ilumino con el icono de la llamada en medio de esta mientras sonaba aquella cancioncilla de espera.

La oscuridad reino por un momento el aparato y luego apareció la imagen de una mujer anciana con una sonrisa y una copa de vino en la mano. Su piel morena era decorada por un par de arrugas mientras que su canoso cabello estaba recogido en una trenza de lado.

— Hola — saludó la mujer.

— ¡Feliz Cumpleaños! — gritaron todos con alegría y emoción.

— Muchas gracias — sonrió la señora Jacobsen mientras unas cuantas lagrimas caían por sus mejillas.

— ¿Le llegó la comida que le mandamos? — pregunto Sabrina.

La mujer levantó un plato servido con lo mismo que ellos estaban comiendo en ese momento.

Todos comenzaron a comer mientras conversaban sobre los últimos meses de sus vidas, reconectando aquellos hilos que se fueron debilitando por el tiempo que pasaba.

Aunque era realmente bueno que aun se sintieran conectados los unos a los otros.

Eran como una familia.

Aun eran una familia.

Los Cuentos De JacobsenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora