El Cuento Del Inútil.

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Liam estaba acomodándose la corbata sin lograr dejarla bien. Estaba frustrado y realmente molesto por lo que había estado haciendo Hunter desde que se anunció el día de visita, no le había hablado desde que le dijo que lo dejara solo.

La corbata se desarmó por decima vez y el chico gruñó antes de tomarla con fuerza y tirarla al piso.

La puerta de la habitación se abrió lentamente y Hunter se quedó parado en la puerta, mirándolo y mirando la corbata tirada en el piso. Liam miraba atentamente como el chico vestido con el uniforme recogía la corbata del piso y se acercaba a él.

— ¿Aún estás molesto? — preguntó Liam.

Hunter no le respondió, solo movía la corbata con lentitud mientras armaba el nudo y respiraba aquel aroma que desprendía el pelinegro en ese momento.

— Hunter — susurró Liam — háblame.

El chico lo miró mientras hacia el nudo de la corbata, cuando terminó solo miró a Liam atentamente mientras se acercaba a la cajonera y sacaba la chaqueta de Liam para ponérsela y abotonarla lentamente.

— Hunter...

El castaño suspiró y se levantó en sus pies para poder besar a Liam mientras este lo abrazaba por la cintura.

— Te amo — susurró el pelinegro sobre los labios del chico.

Cuando salieron de la habitación, caminaron por los pasillos del internado dirigiéndose hasta el comedor sin siquiera mirarse realmente. El castaño apretaba realmente fuerte la mano de su novio mientras caminaba y este solo miraba al castaño con un poco de preocupación y confusión combinadas, preguntándose que diablos estaba pasando realmente con él.

Liam se detuvo justo antes de entrar al comedor y Hunter se detuvo preguntándole con la mirada que le pasaba.

— No es necesario que entremos — dijo él — puedo explicarle a mi abuela que no me sentía bien, podemos hacer que te conozca en otra ocasión.

— Estoy bien.

— Amor, por favor — suplicó el pelinegro — sé que no estás bien.

— Debemos entrar — susurró Hunter tirando de la mano de Liam, haciendo que entrara.

Liam se sentía mal, pero sabía que con Hunter no sería fácil hablar. Quizás si estaba esperando un momento para contarle lo que pasó, no quería hacerlo sentir mal como cuando le dejó la mano marcada en la muñeca cuando lo tomó enojado.

Cuando llegaron a la mesa de su abuela, notaron que Casandra estaba sentada en su lugar, riendo y conversando con su abuela mientras bebían té en tazas pequeñas, Liam se acercó confundido, seguido de Hunter y miró a las dos mujeres.

— ¿Me cambiaste por esta cosa? — preguntó Liam apuntando a Casandra.

— Esta cosa tiene mejores notas que tú — respondió la chica en tono presumido.

— Si, recordaré hablar sobre eso contigo en otro momento, jovencito — regañó la abuela.

— No puedo creer que me hayas delatado — se lamentó el pelinegro.

— Es divertido — rio la chica encogiéndose de hombros — de todos modos, debo irme. Quería ver a mi abuela favorita.

— Eso me recuerda, ¿Podrías traer al encantador chico llamado Freddy y a Finnian? — pidió la mujer mayor a la chica.

— Oh, por supuesto.

Casandra se levantó para abrazar a la abuela y se fue del comedor sonriente mientras Liam corría una de las sillas para que Hunter se sentara y luego él se sentó para mirar confundido por donde se había ido la chica.

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