Él no tenía animo alguno de estropear su relajo en la lluvia por culpa de un niñito llorón, pero la señora Jacobsen se lo había pedido personalmente y no podía desobedecer una orden si no quería arruinar su registro de puntos.
Liam Washington suspiró y metió sus manos a sus bolsillos mientras caminaba por los pasillos. Le había dicho a Sabrina que después terminarían su conversación con una buena botella de vodka negro y un par de cigarrillos que Liam había comprado la última vez que se había escapado a la ciudad.
Cerró los ojos y solo caminó mientras escuchaba como sonaban las zapatillas de aquel chico que lo seguía cabizbajo con pasos lentos y temerosos. Liam frunció el ceño, no sonaban como las típicas zapatillas de niños ricos que tenía que guiar porque eran lo suficientemente estúpidos como para no encontrar sus habitaciones por sí mismos.
— ¿Por qué estas aquí? — preguntó Liam mirando hacia atrás.
El cabello castaño del chico parecía sucio y su ropa no era exactamente limpia y bonita, Liam se preguntó porque este chico estaba en estas condiciones...
No parecía el típico chico que enviaban ahí por chocar el auto de papi, y eso molestaba mucho a Liam, porque al parecer había juzgado a alguien sin siquiera conocerlo.
El camino fue silencioso hasta que llegaron a la habitación veintiocho del noveno edificio. Una habitación algo pequeña, con dos camas, una armada y la otra completamente vacía. Liam notó como el chico llamado Hunter miraba todo con curiosidad.
Su mitad de la habitación estaba llena de libros y cuadernos, la cama tenia ropa de cama de color negro y sobre su cajonera había algunos comics y cartuchos de videojuegos que probablemente no servían. Él miró atentamente como Hunter se quedaba mirando sus cosas con curiosidad, pero sin decir nada, Liam solo observó los movimientos del nuevo chico.
Hunter se sentó en lo que era su cama vacía y miró al piso nuevamente.
— Lamento que tengas que aceptarme en tu cuarto — murmuró el chico mirando al piso.
— No hay problema — dijo Liam sin expresión.
Espero una respuesta del chico, un movimiento o solo una mirada, pero nada. Solo miró al piso.
El pelinegro comenzó a sentirse levemente incomodo, mientras que el viento frio lo hacia estremecer y lo hacia sentir congelado. Entró a la habitación y cerró la puerta detrás de él para poder entrar un poco en calor.
— Yo... necesito cambiarme de ropa — murmuro Liam un poco tímido y avergonzado — lamento si te incomoda, pero no quiero resfriarme.
Hunter no respondió y siguió mirando al piso.
Liam comenzó a desnudarse mientras miraba de reojo a Hunter para asegurarse de que no estuviera mirando, él nunca hizo algún movimiento ni parecía querer mirar a Liam mientras se cambiaba de ropa. Entonces era de asumir que Hunter no estaba fingiendo su tristeza.
¿Qué le habrá pasado a este chico?
— Uhm, la directora usualmente no visita a los nuevos alumnos hasta después de las seis de la tarde — murmuró Liam — si quieres puedes recorrer el internado, o venir conmigo a buscarte sabanas y algunas frazadas.
Hunter no respondió.
— Ok... entonces..., me iré y me avisas si necesitas algo o si tienes algún problema.
Hunter no respondió.
Liam salió del cuarto después de calzarse sus zapatillas y se quedo mirando con el ceño fruncido al piso, los secretos a veces hacen que las personas se sientan mal.
Sacudió la cabeza y comenzó a correr por el edificio, el patio y los pasillos del internado Jacobsen hasta llegar a la bodega detrás de los salones de clases. Hace mucho tiempo que alguien no iba ahí, hace mucho tiempo que no había un chico nuevo. Liam tomó un par de sabanas y unas frazadas, unos cuantos almohadones y salió de la bodega con las manos llenas.
Comenzó a caminar de vuelta a su habitación cuando pasó por afuera del quinto edificio, él decidió correr hasta la ultima puerta del primer piso, la habitación número 10. Comenzó a golpear la puerta frenéticamente hasta que fue abierta por su mejor amiga envuelta en una toalla y con el cabello levemente esponjado.
— ¿Pero qué demonios te pasa? ¡¿Te volviste loco?! –—gruñó Sabrina Jones mirando con enojo a Liam.
— Me siento incomodo — dijo el chico entrando a la habitación de la chica para cerrar la puerta detrás de él.
— Ok, no puedo burlarme o aconsejarte si no se la razón de tu incomodidad — dijo ella quitándose la toalla.
— No deberías de abrir la puerta así — mencionó Liam apuntando la desnudez de la chica.
— Eras tu.
— ¿Y si no hubiera sido yo?
— Liam — suplico la chica poniéndose ropa interior — Cálmate. Ahora, por favor, cuéntame que te tiene incomodo.
— Hunter.
— ¿Quién?
— El nuevo.
Sabrina lo miró con una ceja alzada mientras se ataba el cabello en una cola de caballo.
— No lo conoces, ¿Cómo puedes sentirte incomodo?
— Se parece a ti cuando llegaste — murmuro el chico.
Sabrina Jones se quedó mirando el piso mientras terminaba de vestirse, Liam decidió sentarse en la cama de su mejor amiga mientras esta terminaba de arreglarse.
Él recordaba como era su amiga cuando llegó, silenciosa y solitaria, se encerró en una habitación sin hablar con nadie y sin comer nada. Cuando la directora habló con ella, Sabrina logró hablar con otros estudiantes lentamente.
— Yo no podré hacer nada — murmuró ella echándose un aceite raro en el cabello.
— Quiero descartar.
— No tienes porque meterte en la vida de los demás — volvió a murmurar la chica mientras de se levantaba de la silla.
— Me hice una promesa después de lo que mi padre me hizo.
Ella suspiro mientras se miraba al espejo arreglándose el cabello. Ella vestía un pantalón negro y ajustado, una camisa a cuadros que le pertenecía a Liam y un gorro de lana negro. Su cabello caía por sus hombros como cascadas de oro.
Ella se volteó sonriendo.
— Vámonos.
Liam pensaba que Sabrina se veía realmente hermosa, siempre lucia radiante y se preocupaba de ello. Le parecía algo intrigante que Sabrina hiciera ese proceso, todo el tiempo invertido para lucir así. Él sonrió ante del recuerdo de ella haciéndole un tratamiento facial cuando se quedo a dormir en su habitación.
— Liam — susurró Sabrina deteniéndose frente a la escalera del noveno edificio.
— ¿Qué?
— No te prometo nada..., pero haré lo posible por ayudarlo.
Esa frase hizo que Liam sintiera un sabor agrio en la boca.
Ambos subieron hasta el tercer piso.
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Los Cuentos De Jacobsen
No Ficción¿Cuántas veces nos hemos sentido perdidos? ¿Cuántas veces nos hemos sentido solos? Quizás la respuesta a estas preguntas las podamos evadir con una simple respuesta... La Familia, los amigos o tus personas de apoyo. Los Cuentos De Jacobsen es para...