El Cuento De La Estupidez.

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Aquella mujer gritaba con la cara roja mientras apuntaba a los chicos con esposas a un lado de la directora, era la madre de Dean, el imbécil al que Liam le rompió el brazo con el bate...

— ¡Quiero que arresten a estos malditos delincuentes! — Gritó ella.

Liam miraba a los seis adultos con odio mientras le exigían a la directora que los echaran a todos por daños físicos y emocionales a sus preciosos hijos, y es que un brazo roto, una nariz molida y una estrangulación fallida eran algo realmente malo para un chico de diecinueve años, pero eso no le bastaba a este chico de diecinueve años, pues él quería acercarse y golpear a cada uno de los idiotas que defendían a esos parásitos repugnantes.

— Señora, su hijo tiene una acusación de violación — advirtió la policía que sujetaba a Liam — si no se calla-

— ¡Yo pago tu salario, así que harás lo que yo te diga!

— ¡En serio crees que te harán caso, Perra! — gritó Liam forcejeando con la policía.

La mujer parecía indignada mientras su esposo parecía querer responderle algo a Liam, pero sabiendo que, si lo hacía, Liam se desquitaría con él. La directora pegó un grito lo suficientemente alto para que todos se quedaran callados y mirándola con sorpresa.

— Esto es ridículo — dijo la señora Jacobsen — no se trata de un teléfono robado o una simple pelea, esto va mucho más allá de lo que ustedes creen que pueden hacer. Lo mínimo que puedo hacer en este momento es informarles que sus hijos quedan formalmente expulsados de esta institución.

— Usted no pue-

— Usted no tiene voto en esta situación — interrumpió la señora Jacobsen — revisamos las cámaras de seguridad, los oficiales las vieron antes de que siquiera ir por los estudiantes. Así que si, usted no tiene voto en esta institución y si intenta cualquier cosa, le juro que haré que sus hijos quedaran en la cárcel por el resto de sus vidas.

El ambiente estaba realmente tenso, Liam y Fido miraban a la directora con sorpresa mientras que los oficiales miraban atentamente a los padres de los monstruos. El pelinegro sonrió levemente, sabiendo que también tendrían que pagar una gran fianza para sacar a los idiotas de la jaula.

— Oficiales — dijo la mujer un poco mas calmada — ¿pueden sacar a estas personas de mi internado?

Los padres se ofendieron aún más, pero antes de poder decir algo, un montón de oficiales entraron para sacar a esas personas. Mientras, la oficial que sujetaba Liam miró a la directora atentamente.

— Señora Jacobsen — nombró la oficial, la directora asintió con la cabeza — Liam Washington y Finnian Chase, serán retenidos en la prisión de la comisaria hasta que la jueza dictamine lo contrario.

Los chicos miraron a la oficial con el ceño fruncido, pero simplemente obedecieron y se dejaron guiar tranquilamente, sin objetar ni nada.

Cuando salieron de la oficina, sus amigos estaban a un lado, mirándolos con miedo y tristeza.

Liam observó como Hunter parecía aun mas deprimido que el día que llegó, el pelinegro solo le sonrió levemente antes de que el castaño se soltara del agarre de Freddy y corriera hasta el para abrazarlo y darle un beso casto.

— Cuídate — pidió el chico entre lágrimas — por favor.

— Siempre me cuido, Amor — sonrió Liam.

Freddy miraba a Fido atentamente mientras era guiado por el oficial hacia afuera del internado.

Los murmullos de los otros estudiantes eran notorios ahora, antes eran solo una brisa molesta cuando sacaron a los tres idiotas en camillas para llevarlos a una clínica privada. Pero cuando vieron a Liam y Fido siendo llevados en patrulla, los murmullos se convirtieron en un tornado que atraía con fuerza los rumores y la poca esperanza que tenía el trío.

Ellos continuaron lo mas normal que podían, pero los tres chicos que estaban ligados al suceso se encerraron en sus respectivas habitaciones, sin hablar ni mirarse, estaban heridos y estaban solos.

Quien sabia cuanto tardarían en sanarse completamente.

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