15 - Mallorca 2° parte

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Empezamos!

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Entramos a la casa, me sentí como en un sueño, era una casa hermosa, luminosa y abierta, combinada perfectamente con el exterior, tenía detalles elegantes pero rústicos al mismo tiempo. Amelia me mostró todos los ambientes, demoramos maso de tiempo en terminar toda la casa, era bastante grande, por último, me mostró la segunda planta donde se encontraban las habitaciones. La habitación donde me quedaría era casi del tamaño de mi piso, tenía una vista hacia el atardecer de esos que enamoran, pensé que tenía mucha suerte de poder tener la oportunidad de disfrutar de este pedacito de cielo aunque sea por unos días. Estaba feliz, busqué a Amelia con la mirada hasta que la encontré parada frente a una habitación, inmóvil. Me acerqué hacia ella. 

-Hey!

-Hola.

-Qué haces?

-Nada, te pusiste cómoda?

-Amelí, qué sucede, tienes una carita triste....

-No es nada Luisi, ve ya te alcanzo en el salón. 

-No, tú siempre estás dispuesta a ayudarme déjame hacerlo.

-Es la casa Luisi, aquí pasé hermosos momentos cuando mi mamá aún vivía.

-Tu mamá.... oh vaya no lo sabía, lo siento mucho Amelí. 

-Sí, bueno ya pasó mucho tiempo da igual. 

-No, de eso nada, el dolor nunca desaparece solo nos acostumbramos a él cuando se pierde un padre. 

-Sí, es verdad, pero no es momento de estar triste, solo me da nostalgia volver a esta casa y saber que será vendida, era la favorita de mi madre. 

-Quizás sea lo mejor. 

-Si bueno ya está. - Se secó las lagrimas que cayeron por su mejilla y me sonrió de vuelta. - Luisi vamos te muestro los exteriores y te voy comentando mi idea para las fotos. 

-Vale. 

Dimos un largo paseo, la casa era preciosa tanto por dentro como por fuera, Amelí me mostró todos los lugares, estaba emocionada, al ir caminando me iba contando anécdotas de cuando era niña, no paraba de imaginarme una pequeña Amelia y lo inquieta que debió ser. Su carita era única, sus ojos brillaban más que nuca, este lugar la hacía feliz. Disfrutamos un momento del atardecer en silencio, de los que poco a poco se habían convertido en algo nuestro, sí ya sé no sé porqué me siento así, no entiendo que es esta sensación que me invade el cuerpo solo sé que me gusta verla feliz y si puedo arrancarle unas sonrisas mi día inexplicablemente también mejora.

-Luisi, ya está oscureciendo, voy a tomar una ducha y nos vemos en un momento para hacer algo de cenar. Te quedas en tu casa. 

-Vale. 

Pensé que lo mejor para levantarle el ánimo era hacerle una cena, no soy muy buena en la cocina pero me defiendo, con esto en mente, me puse a labor, encontrar la cocina me llevó unos minutos, aquella casa era grande, me perdí. Cuando llegué me enamoré de aquella cocina era enorme, tenía una isla preciosa de mármol todo en colores cenizos y claros. Encontré algunas cosas en la despensa y me decidí por hacer una pasta carbonara, era algo sencillo pero me salía muy bien. Cuando terminé llevé todo lo preparado hacia la terraza, era una noche preciosa que no tenía desperdicio aprovecharlo, había alistado todo, platos, cubiertos lo preparado y pensé en un vino, era el mejor acompañamiento, lamentablemente no encontré por ningún lado una botella de vino, lamentándolo me senté y me dispuse a esperarla, aproveché para coger mi móvil y llamar a mi peque, debería estar a punto de dormir, o eso creía yo........

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