HIJOS DEL PECADO (Crystal Boys)

Cap. 14. Primer Volumen; EN NUESTRO REINO

     "¡Hay una "fiesta" en la casa del Sr. Sheng!".

     La noticia corrió como la pólvora. Desde por la mañana, llevaba difundiéndose por todo Taipei el rumor. Por cada rincón de nuestro reino subterráneo secreto. Desde el camino Bade Lu [1] se extendió al tramo norte de la avenida Sun Yat-sen, de allí al distrito de Ximendig, donde atravesó el río Tamsui hacia la ciudad de Sanchong, luego giró y regresó al callejón sin salida caluroso, maloliente y sucio de la calle Sanshui en el distrito de Wanhua. Pasó por las calles, los callejones, el sótano del 'Salvaje', alrededor de las filas traseras del teatro 'Nuevo Nanyang' y, por supuesto, se filtró en nuestro viejo nido: el parque. Cuando todos nos reunimos, sonreímos y confirmamos la noticia:

     "El Sr. Sheng está organizando una "fiesta" otra vez.

     - Sección dos del camino Bade Lu.

     - Diez de la noche"

     A las diez en punto, la larga entrada de la sección dos del camino Bade Lu estaba atestada de bicicletas y motos, incluso uno o dos coches estacionados. Desde el exterior, la casa de dos pisos y jardín del Sr. Sheng estaba completamente a oscuras, incluso las luces de la entrada estaban apagadas. Todas las puertas y ventanas estaban cerradas, con las cortinas corridas. Cualquiera que pasara por allí supondría que los habitantes de la casa habían apagado las luces y se habían ido a descansar. Nadie se percataría de que una fiesta secreta se desarrollaba a todo trapo en aquella enorme mansión que se veía tan tranquila y ordenada. Solo después de entrar al salón escuché las débiles risas de las conversaciones y el sonido melodioso de la orquesta. Filas de zapatos de todo tipo estaban apilados frente a la puerta del salón: unos zapatos de cuero con cordones pasados de moda, unos zapatos de cuero blanco con pequeños agujeros, unas zapatillas malolientes y cubiertas de barro e incluso, varios pares de zuecos de madera abiertos con tacón altos. El salón del Sr. Sheng era lo suficientemente grande como para albergar a cuarenta o cincuenta personas, pero era un mar de cabezas negras en la oscuridad. Luces rojas, verdes y moradas destellaron desde el gran candelabro en el centro de la sala al ritmo del tango 'Flor de corazón roto' [2], que sonaba en el tocadiscos, convirtiéndola en un gran tanque de agua con olas multicolores que ondulaban. Las caras y los cuerpos de las personas seguían cambiando de rojo a verde, como coloridos peces tropicales que flotan en la superficie y luego se sumergen en el fondo. Todos gritaban, reían, bailaban, pero nadie podía escuchar lo que decían los demás por encima del rugido del aire acondicionado de dos toneladas, que estaba funcionando a toda potencia. Las puertas y las ventanas estaban cerradas y un fuerte olor masculino impregnaba la sala.

     Nuestro anfitrión estaba sentado en una silla Taishi [3] de sándalo rojo sobre una plataforma elevada en el otro extremo del salón. Con sus viejos ojos abiertos, miraba a la multitud condescendientemente, observó toda esa carne joven y caliente con una mezcla de interés e impotencia. Los jóvenes estaban bailando y saltando por la sala como si sus vidas dependieran de ello.

     El Sr. Sheng vestía una camisa de Hong Kong de seda negra con una flor de begonia borracha brillante bordada en el bolsillo izquierdo del pecho. Los pocos mechones de cabello que le quedaban estaban cuidadosamente peinados sobre la parte superior de su cabeza. Su espalda estaba encorvada por el reumatismo crónico, y aliviaba el dolor con dos suaves cojines de terciopelo negro colocados en el respaldo. Su 'Compañía de Cine Wannianqing' había estrenado una película, 'Espíritu y carne' [4], que había causado sensación en Taiwán y Hong Kong, siendo la más taquillera de los últimos años. Estaba tan emocionado que decidió organizar una "fiesta" para celebrar el éxito de 'Espíritu y carne', incluso el tema musical de la película, 'Flor de corazón roto', había ganado un importante premio.