Capítulo 3.

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<<La pornografía es el intento de insultar al sexo, de ensuciarlo>>.

{D. H. Lawrence}.

JENNIE KIM.

Cuando aquel insulso orgasmo golpeó mi cuerpo, no sentí nada, mas sin embargo, fingí sentir. Me quedé ahí, en la cama, mirando al techo. Lamentablemente era de esos días en los que llegaba a mi casa y no quería ni asomar la cabeza para ver la luna, me sentía sucia y al mismo tiempo sin futuro, sin planes, sin nada. Me sentía vacía, de esos días en los que; era mejor ni pensar.

—Toma tu ropa y vete —mascullé. Me senté a un lado en la cama.

—¿Me botas luego de utilizarme? —peleó, pero mas sin embargo se puso de pie y empezó a colocarse la ropa.

Me quedé mirando a un punto fijo.

—Que te largues, no te lo vuelvo a repetir —me paré y avancé hasta la puerta del baño y sin darme la vuelta, pronuncié—: Cuando salga, no te quiero ver mas aquí, Clovis.

Clovis: chico de no mas de veitisiete años el cual conocí en una de las fiestas a las cuales asisto, era la primera vez que mantenía relaciones sexuales con él; no había pasado mas de diez palabras, no conocíamos gustos mutuos. Solo sabía que el susodicho era de una familia de clase media que se estaba intentando colar entre las personas con mas dinero. Absurdo.

No sé como llegué a llamarlo, solo sé que desde que entré al baño me eché a llorar, no sabía lo que tenía. Pero unas palabras rondaban mi mente.

"Porque así es usted ¿cierto? una mujer que se las quiere dar en fuerte cuando en realidad le tiemblan las piernas en cuanto se ve ante una situación difícil".

¿Por qué me golpearon tan fuertes esas palabras? fue una desconocida, una niña, una malcriada de los demonios. No me la volveré a encontrar, eso es lo único que me consuela. Me paré frente a mi enorme espejo y me dispuse a lavarme la cara, retirando todo rastro de maquillaje corrido; sonreí, una sonrisa rota y llena de lágrimas ocultas, pero al final del día: una sonrisa.

Me di una ducha, me restriegue el cuerpo lo mas duro que pude y saqué toda gota de perfume de aquel chico, no quería sentirlo, no quería sentir aquel feo olor, no quería sentir sus manos tocando mi piel, no quería sentir las manos de nadie tocando mi piel. Me doy asco, me da asco, me repugna el saber que nadie... ¡Joder, nadie logra hacerme sentir! ¿Estoy rota? ¿Por qué no puedo ser completamente feliz?

Cuando terminé de casi arrancarme la piel, salí de aquel baño y me quedé en albornoz, me senté en mi balcón y saqué un cigarrillo para fumarlo con traquilidad, era lo único que quería, era lo único que permitía que entrara de lleno en mi vida; la oscuridad y la tranquilidad. Solo esperaba que fuera mañana, necesitaba hablar mi día con alguien, necesitaba comunicar el día de mierda que había tenido, y no había mejor persona que:

—¿En serio te acostaste con él? —preguntó Jisoo, mi amiga—. Creí que era cosa de una sola vez.

—Cállate, intento con todas mis fuerzas olvidarlo —respondí mientras me dejaba resposar de mi sila.

—Madre mía, ¿estabas hurgida o qué?

—Solo... quería sentir —musité—. Ay, no sé, solo quería tener sexo.

—Pues escoges puros pendejos, Jen —me mordí el labio inferior—. ¿No quieres casarte y formar una familia?

—Sí, pero no puedo hacer eso mientras tengo miedo de todo —alcé un poco la voz.

—Pues ve a buscar ayuda, ¿qué es lo que tiene que pasar para que busques ayuda? ¿Quién tiene que llegar a tu vida para que decidas que es lo mejor para ti?

Strawberries And Cigarettes. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora