<<No hay belleza perfecta que no tenga alguna rareza en sus proporciones>>.
{Sir Francis Bacon}.
JENNIE KIM.
Dolor de cabeza, eso tenía, sólo veía los papeles a mi al rededor, ¿por qué todo tenía que ser tan difícil? no puedo creer que me estuviera haciendo esa pregunta, era estúpida y todavía mas para mí, que he estado mitad de mi vida rodeada de todos estos papeles, de todas estas firmas y estos malditos dolores de cabeza que no se me quitan.
—¿¡Dónde está mi secretaria cuando mas se necesita!? —prácticamente grité, haciendo que aquella chica, entrada a temblores a la oficina.
—Di-digame, Señora...
—¿Qué te diga? ¡Se supone que debiste estar aquí hace tres malditos minutos! ¿Sabes qué? Lárgate, no te quiero ver —la eché pero antes de que saliera la volví a llamar—. ¡Que no me hagas caso, no salgas! mira, búscame un café, un té, lo que sea pero algo —ordené.
La chica, salió casi a trompicones de la oficina. Patética. Gente patética, no sabe hacer nada bien, si no lo hago yo no lo hará nadie, ¿por qué? porque todos son unos tontos, brutos e inservibles: por eso. Me dejé caer hacia atrás en mi silla giratoria e hice que esta girara, dando el frente hacia las calles. Desde donde estaba se podía perfectamente ver aquellos rascacielos y a las diminutas personas. Tomé un cigarrillo sin pensármelo dos veces y lo encendí, di dos caladas a este y expulsé, sintiéndome mucho mas relajada.
—Todo saldrá bien, todo está bien... cálmate, sabes que nadie es servible, acostúmbrate a eso —me pedí a mí misma.
Nadie podía decirme lo que tenía que hacer, yo era la que siempre mandaba, era la que siempre estaba frente a todos y todo. La gente me respetaba por ser la líder, no había nadie en esta empresa que no me besara los pies, todos estaban por debajo de mí, todos, sin excepción a nadie y lo que yo quería, siempre, pero siempre; lo conseguía. Tal vez era un poquito narcisista y sin vergüenza a la vez.
No me preocupa el que o el que dirán, pocas personas tienen el maravilloso privilegio sobre opinar de mi vida; la cual es absolutamente perfecta. No existe el caos, en mi vida está todo fríamente calculado. Y no, antes de que lleguen a la maravillosa conclusión de que me rompieron el corazón: no fue así, soy así porque así me crió mi padre. Este me dijo una vez: Las personas débiles se crean siendo débiles con ellos; sé fuerte, sé prudente y no dejes que nadie llegue al punto de saber como destrozarte.
Y tenía razón, sus palabras eran acertadas y sabias. Ahora, yo solo buscaba algo digno de mí, un esposo el cual no me exigiera mucho, una familia. Tenía que dejarle esta empresa a alguien. Alguien tenía que seguir con mi legado, y así sea un hijo o cualquiera, alguien de confianza, alguien que yo sepa que no arruinará lo que mi padre y yo construimos con tanto esfuerzo.
Unos toques en la puerta me sacuden un poco, sacándome de aquellos pensamientos. Giro mi silla y me enfoco en mi secretaria. La pobre, tiembla con el café en sus manos, se acerca a duras penas y lo deposita con sumo cuidado sobre la mesa.
Apago el cigarro dejándolo en el cenicero.
—Lo que pasó fue algo fuera de lo común —fue lo único que dije. No pediría perdón, una persona como yo, jamás pide perdón.
Esta asintió y se fue, no hizo más y yo tampoco esperaba que hiciera mas. Tomé aire para luego dejarlo salir. Cogí la taza entre mis manos y la acerqué a mis labios, inhalando profundo aquel rico olor de café, asimismo, le di un trago corto. Me sentí en el cielo por unos cortos segundos, hasta que alguien entró a mi oficina sin tocar la puerta. Todos saben cuanto detesto aquello.
—Cuidadito con gritarme, cuidadito. Tienes a tu pobre secretaria a punta de gritos. Y que olor tan feo, ¿volviste a fumar? —mierda.
—¿Qué haces aquí, madre? —traté de sonar lo menos seca posible, pero no era posible.
—¿Podrías ser un poco mas dulce? soy tu madre —abrió sus brazos en forma de protesta.
Nunca lo había sido. Ni con ella ni con nadie.
—¿Qué desea, señora Krii? —vale, sabía lo mucho que ella detestaba que la llamase por su apellido de pila. Desde que mi padre murió, ella decidió que nadie podía quitarle el apellido del hombre que "amó".
—Kim, cariño, Kim —bufé—. Hoy estás como mas aburrida que ayer.
Por algo será. Tu presencia, sinceramente, me irrita. Pensé.
—Tengo mucho trabajo, tú lo único que haces es interrumpirme —vocalicé, tomando otro sorbo de mi café.
—Eres una malagradecida.
—A mucha honra, Krii. Pero te puedo apostar que nunca más que tú —traté de no entrar mucho en conversación con ella, lo que supe, que sería técnicamente imposible, sabiendo que se trataba de mi madre y que para el único maldito tema que me buscaba era para el de:
—¿Cuándo será que te busques un marido? —es que, ¿ven? ¿ven por que no la soporto?
—¿Cuándo será que dejes de hablar tanto? buscate uno tú, ya yo estoy muy apretada con todo esto —señalé toda la mesa—. Tengo regueros de papeles.
—Eso no te impide buscar un marido, no te impide ser una persona con citas...
—Yo no tengo citas, no tengo novios, no tengo compromisos, ahora, déjame en paz. Búscate algo que hacer.
—Que no se te olvide que soy tu madre —me lanzó una mirada acusadora—. Puedes tener cuarenta y aun así yo seguiré detrás tuyo.
—Soy muy mayor, madre, deja de estar insistiéndome en cosas que no te incumben, si me quiero quedar sola, es mi problema, no el tuyo —escupí.
Mi madre era de esas que de alguna u otra manera siempre querían meterse en la vida de sus hijas. Siempre buscaba uno que otro pretexto para hacerles la vida imposible, no había poder humano <<ni fuera de este planeta>> que le callara la boca cuando empezaba a hablar salta de estupideces. No siempre fue así, no siempre fuimos así. Pero lo que si puedo decir es que mi actitud de mierda se la debo a ella, en lo mas profundo de mi corazón, se lo agradezco. Ser débil no era bueno, ser débil no era una ventaja.
Ella me fue alejando, de a poco, todo en mí fue perdiendo color. Su control, su forma de querer tratarme, me hicieron madurar mas rápido de lo que yo hubiese querido. No supe que era una adolescencia correcta.
—Pero eres mi hija, y siempre lo serás, te guste o no.
Me paré de golpe, chocando las palmas de mis manos contra la dura mesa y sacándole un pequeño susto. Le lance una mirada inexpresiva.
—Vete, solo vete —traté de respirar profundo, traté de con todas mis fuerzas no mandarla al diablo.
—Algún día tendrás que superar lo que pasó, no siempre vas a poder vivir con aquello —y entonces, se fue.
Me dejé caer contra mi silla. Me llevé ambas manos a la cabeza. Ella me enseñó que lo que es muy bueno, tiene cosas ocultas por detrás. Ella es la culpable de todo.
No, eso no se supera. No sé como superarlo.
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Strawberries And Cigarettes. (Jenlisa)
DragosteJennie Kim es una mujer la cual es una empresaria muy conocida, una mujer que tiene un mundo bajo sus pies, una mujer digna que está esperando el momento correcto para poder casarse y formar la familia perfecta. Lo difícil está en que es fría y reca...