Capítulo 34.

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<<Tenía ganas de llorar pero las lágrimas nunca salieron. Era esa clase de tristeza, de tristeza enfermiza, esa en la que no te puedes sentir peor. Pienso que todos pasa por ella cada cierto tiempo, pero para mí es muy seguido, demasiado seguido>>.

{Charles Bukowski}.

LALISA MANOBAL.

Mi cabeza estaba vuelta un trompo, la de cosas que pasaban por ella no eran ni medio normales, ¿yo enamorada? sí, yo estaba enamorada de una mujer, de esa mujer, de una mujer confusa, una mujer la cual solo me quería de a ratos. Y me tardé en saberlo, pero creo que fue desde el momento cero, desde que nuestras miradas conectaron, desde que el odio fue latente; lo que sentía por ella no era odio, no, era más que eso, era un odio mezclado con la rabia por ella no sentir lo mismo, ¿existía el amor a primera vista? no lo sabía, lo que sí sabía es que me sentía perdidamente enamorada.

¿Por qué no me había enamorado de Jungkook? era un buen chico el cual me había demostrado cuanto le gustaba, pero cuando estaba con él, mi mente era mala, era perjudiciosa y me hacía pensar en otra persona. ¡No quiero estar enamorada de ella! me gritaba, y fue justo ahí que me di cuenta de cuanto odio podemos tenernos cuando empezamos a amar a quienes no queremos, pero es algo que no está en nosotros.

—¿Te gusta este color? —preguntó mi madre a la par mía.

Rosé me hacía compañía, ella se hacía la que leía una revista pero en lugar de eso, me miraba de reojo. Estábamos en la sala de mi casa, mi madre me enseñaba revistas de vestidos de bodas, sí, bodas. Rosé moría por reírse a carcajadas, ya que yo tenía mi dedo índice entre mis labios con la mirada perdida. Yo no negaba ni asentía a las preguntas. Cosa que no tardó en molestar a mi mamá.

—¡Préstame atención, Lisa! por algo no quería que eligieras el vestido —parecí despabilar, parpadeé varias veces.

—¿Qué el agua qué? —Rosé se llevó la mano a la boca, esta no tardó en recibir una mala mirada departe de mi madre, la cual todavía la odiaba pero hizo el intento de soportarla y viceversa.

—Agh... tu padre me pidió que te hiciera elegir, pero no eres más que una irresponsable, espero y te pongas la pila, la boda esta progamada para ser en dos meses...

Y como si en mí hubieran despertado una clase de demonio, o no sé qué, pero sentí un fuego ir subiendo de la planta de mis pies hasta mi cabeza y me paré de golpe. Rosé miraba la situación con algo más de seriedad y es que eso dicho no le gustó para nada, que al igual que a mí, nos cayó como balde en cabeza. Me quedé mirándola con el ceño fruncido.

—¿Qué la boda es en dos meses? —inquerí casi gritando—. No, mamá, yo no me puedo casar en dos meses... la universidad...

—¿Universidad! ¡Ja! —me mostró burla en su mirada—. Estas faltando, Lisa, no estas yendo a las clases, ¿crees que no me enteraría? sigues yendo a esa mierda de bailes...

—¡Eso no es una mierda! —grité, y ese era mi problema, que cuando me enojaba; lloraba.

—Sí lo es, es una porquería, supéralo, no vas a llegar a nada —dijo restándole importancia al asunto.

—¿A nada? ¿Que clase de madre eres tú que le dice eso a su hija? —se puso de pie, enfrentándome—. Eres una mala madre.

—Estoy harta de tus insultos, niña estúpida —y como rayo, su mano chocó contra mi mejilla, causándole un dolor latente en esta—. ¡Te acostumbras!

—No le vuelva a poner la mano, vieja idiota —discutió mi amiga, entrando a defenderme.

—Y a ti te daré otra, por metiche, buscona, y maldita mala influencia —pero con Rosé no pudo hacer lo mismo, esta tomó su mano y con la otra le dio una cachetada.

Strawberries And Cigarettes. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora