Capítulo 7.

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<<Para qué sirve pensar en lo que fuimos si ya no somos>>.

{Mario Benedetti}.

LALISA MANOBAL.

Era hora, sí, era hora de entrar al infierno, y si soy sincera, no me sentía para nada preparada. Rosé iba conmigo, pero algo dentro de mí me decía que la noche para nada terminaría como yo quería. Tomé una bocanada de aire.

—Todo estará bien —me tranquilizó ella a mi lado.

Nos encontrábamos todavía en mi habitación, en la parte de abajo había gente, no sabía cuantas exactamente, pero tenía una idea, diez personas, quizá más. Temblaba de pies a cabeza, no quería que me comprometieran pero tenía miedo de lo que sería elevar la voz; supongo que la mayoría de personas, serían típicos viejos ricos, y los demás, sus hijos. Hijos los cuales están aquí porque lo único que quieren es que sus padres le cedan la fortuna, su dinero, para así no tener que trabajar.

—¿Estás lista? —inquirió mi hermano.

—¿En realidad me estas haciendo esa pregunta? —Rosé y Bambam se miraron, sabían que no estaba lista.

—Todo saldrá bien, si corres con suerte, nuestros padres no tendran prometido esperando ahí abajo por ti —frotó mis hombros.

—Gracias, sirves de ayuda, Bambam —este sonrié y me toma del brazo—. Vamos.

Bajé las escaleras a paso lento, colgando del brazo de mi hermano, tenía la mirada hacia abajo, pero en cuanto me di la oportunidad de mirar al frente, habían muchos jovenes, de mi edad... y tenía miedo. Intenté retroceder en las escaleras pero Rosé, la cual estaba detrás de mí,lo impidió. Bambam me sostuvo con fuerza e hizo aparecer una sonrisa en su rostro, por mas falsa que sea, tenía que fingir de alguna u otra manera.

Las personas mayores <<los cuales si son viejos>> me sonreían desde su lugar, ¿por qué tenían que sonreír tanto? me aferré aun mas al brazo de mi hermano, cuando por fin pise la planta baja, todos, sin falta de uno, se abalanzaron a darme besos en la mejilla y abrazos, los cuales solo acepté por compromiso. Me mordí el labio inferior cuando mi madre me alejó de Rosé y de mi hermano. Me sentí encerrada, esta me colocó en una esquina.

—¿Qué hace esa aquí? —preguntó de mala manera, refiriéndose a Rosé.

—Esa, como tú le llamas, es mi mejor amiga, espero que la respetes tal y como yo estoy respetando a todos estos hipócritas que has traido hoy —escupí. Salí de donde ella me tenía, no pensaba estarle aguantando mierda.

Bebería, hablaría, sí, pero nada más. Ella quería que yo socializara y lo iba a hacer.

—Espero —su voz me espantó—. Que te comportes como la señorita que eres, hay muchos jovenes, integrate con ellos —me susurró.

Con lo último, se alejó. Me sentí en una prisión. Uno de los jóvenes me tomó del brazo cuando yo iba directo hacia mi hermano. Este era alto, cabello rubio, ojos marrones, no pasaba de los veinte años, quizás un poco más. No se veía muy mayor, estaba correctamente peinado hacia atrás, llevaba un elegante traje, su sonrisa era resplandeciente y... me caía bien. Hablando de a priemeras, tenía unas vibras bastantes agradables.

—Hola —me saludó sin quitar aquella sonrisa de su rostro—. Me llamo: Jeon Jungkook. Lisa ¿Cierto?

Ladeé la cabeza, —La misma —no tenía como huir, así que me paré a hablar con él—. Nunca te había visto.

Strawberries And Cigarettes. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora