Capítulo 25.

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<<Al sexo le pasa como a la memoria: si no se utiliza, desaparece>>.

{Eduardo Punset}.

JENNIE KIM.

Me paré de la cama sin poder dormir aunque tenía mucho sueño, me sentía cansada, sentía mi piel erizada sin razón aparente. Me salí de la habitación después de haber tomado mi albornoz de satén el cual colgó de mi hombro; tomé mis sandalias y salí en busca de ese poco de agua, ya que mi garganta parecía arder sin ningún motivo. Cuando entré a la cocina, no pude ni sacar bien el vaso para cuando el timbre de mi casa fue tocado. Me acerqué al reloj de la sala y miré la hora.

—Las dos de la madrugada, ¿quién puede ser a esta hora? —me amarré mejor el Albornoz y eché un vistazo por la mirrilla, asegurándome de que no fuera nadie peligroso ya que es muy poco probable. Fruncí el ceño cuando vi que la que estaba ahí fuera no era nada más ni nada menos que Lisa. Abrí la puerta sin dudarlo—. ¿Lisa, qué haces aquí?

Esta se encontraba inquieta, se podía decir que parecía un lobo feroz. Llevaba unos pantalones joggins blancos, una sudadera del mismo color pero en su mirada había algo, no tuvo ni que hablar para yo poder darme cuenta de que estaba mucho mas que ansiosa. No sabía que hacía aquí a esta hora, no tenía ni la mas mínima idea de porqué haría lo que iba a hacer; pero tenía una voz gritándome que era lo correcto, pero otra muy distinta diciéndome que no lo hiciera. Entonces, como si ella hubiera sentido el calor que desprendió mi cuerpo, chocó nuestros cuerpos en un fogoso beso. Me arrastró hasta dentro y de una patada cerró la puerta.

Jadeé pegada a sus labios, sus manos me arracaron aquel albornoz dejándome solo en la diminuta bata, la cual no tardó en ser rasgada. Mordió mi labio inferior con fuerza, sentía una humedad entre mis piernas y esta palpitaba, desesperada y pidiendo atención. Tomé a la menor de su mejilla y no dejé que se separara de mis labios hasta que sentí la parte trasera de mis piernas, chocar con el mueble haciendome caer. No dijimos nada, el poder de la atracción y la lujuria era el que hablaba por nosotras dos. Yo me quedé sentada en el mueble mirándola desde arriba en modo sumisa, mientras ella sacaba la parte de arriba de su vestimenta, quedando solo en corpiño y haciéndome imaginar sus pechos y el como sería tocarlos.

Me he masturbado tantas veces imaginándola y pensar que mi sueño se estaba haciendo realidad, es una total locura. Se bajó y empotró sus labios contra los míos con pasión y hervor. Sus manos junto a sus largos dedos se encargaron de rozas mis senos y hacer que los pezones me dolieran de lo erguidos que estaban. Sus labios me comían la boca, succionaba estos de una manera deliciosa sacándome mas de un gemido y suspiro. Ella gruñía cuando mis manos apretaban sus pechos, y esos gruñidos no hacían mas que hacer que mi entrada ansiara su boca, sus dedos y su sexo. Cuando saqué mi lengua y le permtií chuparla, esta me regaló una sonrisa complice y picarona, llena de deseo. Sus pupilas estaban dilatadas.

Me dejé caer hacia atrás y dejé que sus manos navegaran el mar de mi cuerpo. Eché la cabeza hacia atrás cuando una de sus manos se colocó en mis pechos desnudos ya que la bata había sido arrancada de una manera brusca y sin esperas. Tenía unas diminutas bragas y en mi vida había sentido el placer que me estaba proporcionado ella con solo su mirar y el tacto de sus manos. Me mordí el labio sin apartar mi mirada de la suya, sabía que le estaba gustando como me retorcía, como sus manos con el solo tocar hacía, que mi entrada se colocara un mar de deseo.

No hacía falta el habla, porque como dije, sus manos parecían hacerlo por su boca. Y no tardó en bajar sus labios hasta mi cuello y lograr un par de chupadas y marcas en este. Tomé un puñado de su cabello e hice que volviera a mi boca en un beso francés, donde estas hacían sonidos vulgares, su cuerpo se pegó tanto al mío que este hizo presión en mi dolor y placer, en mi nucleo, sacándome un gemido largo y deseoso. No quería esperar más, quería que me follara ahora mismo, quería que me hiciera olvidar todas esas veces en las que no la tuve.

Strawberries And Cigarettes. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora