Capítulo 15.

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<<A las personas tristes no les preguntes qué les pasó sino quién. Casi todos los infiernos tienen nombre>>.

{Elena Poe}.

LALISA MANOBAL.

—¿Quiere que le ponga esto aquí, Señora Florida?

—Oh, sí, esa mata se murió, me parece raro, siempre la sacaba al sol y le echaba la cantidad correspondiente de agua.

—Yo no la veo tan mal —tuerzo la cabeza buscándole forma.

La señora Florida rié, —Tú no, pero yo sí. Mira, ahí estas hojas estan dañadas, la raíz las mata. Hay que botarla —me hizo sacarla del tarro y echarla en una bolsa.

—¿A su esposo le gustaba mucho las Flores? —quise saber.

—Sí, mucho, él fue el que me metió en esto. A principios de nuestra relación, solía invitarme a un invernadero que tenían sus padre, yo siempre lo rechazaba; solía explicarme la fotosintesís, se pasaba horas hablando de las flores. Hasta me dijo cuantas flores distintas existen.

—¿Cuántas?

—De Doscientos cincuenta mil a cuatrocientos mil —abrí mis ojos como platos—. Ese hombre me hizo una loca de las flores. Aunque odiaba todo lo que tratara de esto, al fina terminó por convencerme y no sabes lo feliz que me hace enseñarte, y hacerte entender a las flores, mi niña. A mis hijos nunca les interesó el tema.

—En realidad —me erguí—. Al principio no me interesaba, pero si nos ponemos a ver lo increíble que son y las estudiamos, puede llegar a ser maravilloso.

—A tu madre no le gusta que estes aquí —se sentó, respirando con algo de dificultad.

Agité mi mano, restándole importancia, —No me importa lo que piense mi madre. A ella nunca le gusta nada de lo que yo haga.

Me pasé el antebrazo por la frente secándome los sudores.

—No quiero que te metas en problemas por estar ayudándome.

—Es que no me molesta y no me meteré en problemas. No se ponga a pensar en eso —seguí cortándola las flores a la mata que ella me había entregado—. ¿Sabe? vi a la chica otra vez.

—¿En serio? —asentí con una media sonrisa—. ¿Y cómo te fue con ella?

—La invité a comer —paré de cortar las hojas—. Y iba todo bien, le conté un poco sobre mí, quería no sé, que habláramos sobre su vida también, quería que se abriera conmigo.

—¿Se alejó mas?

—Así es, se alejó y bueno, han pasado casi cuatro semanas y no sé nada de ella —deje las tijeras a un lado—. No sé que fue lo que hice mal, pero me dejó muy en claro que no me quiere ver mas.

—Pero dices que te aceptó una salida, ¿dijiste algo mal?

—No, en realidad no sé que fue lo que pasó. Estábamos conversando bien, ella se veía tranquila y de la nada, se paró y empezó a decirme un sarta de barbaridades —exhalé—. Cada que puedo me quedo hasta tarde en la parada del bus pero ella nunca pasa por ahí, le prometí que si me aceptaba esa salida no la molestaría mas, pero tenía la fé de que no quisiera que nos dejáramos de ver.

—Esa chica te gusta —aseguró.

—Gustarme no sé, pero me vuelve un ocho. Le llevé flores, las cuales cabe destacar me rechazó, se las tuve que dar a su secretaria. Es que le caí en su empresa, ella me odia, me lo terminó de confirmar ahí, no soy lo que busca. Cuando tienes que forzar algo para que sea, es porque no es tu lugar.

Strawberries And Cigarettes. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora