Capítulo 8.

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<<Ni siquiera pedimos la felicidad, solo un poco menos de dolor>>.

{Charles Bukoswski}.

LALISA MANOBAL.

Decir que mi día es una total pasada y me divierto en esta horrenda universidad, es que en realidad sería mentir. Y hay gente que lo hace, gente que esta loca por salir de sus casas para llegar a este tipo de lugares; y aunque hay veces en la que sí, en las que me gusta mucho el estar aquí, hay otras que simplemente aborrezco.

—¿Tienes sueño? —preguntó Rosé a mi lado.

—¿Que crees tú? ¿Que materia te toca ahora? —bostecé. Cerré mi casillero luego de haber tomado mi libro.

—Matemáticas, el mundo sinceramente me odia —dijo.

—A mí me toca lengua, supongo que estoy bien, la profesora no es tan mala conmigo después de todo. Creo que le agrado.

—Tú le agradas casi a todos los profesores, menoooos, al de matemáticas; ese tiene un odio interno por ti.

Sonreí, —Y ni putas de que le hice.

Empezamos a caminar por los pasillos, todavía no era hora de entrar a nuestras respectivas clases, por lo mismo tanto, nos dirgimos a la parte de las mesas. Nos distraeríamos ahí conversando sabrá dios sobre que. Me senté y dejé caer mi cabeza contra mis brazos los cuales estaban apoyados de esta, me sentía agotada, la fiesta de anoche solo me torturo.

—Oye, ¿Y volviste a hablar con el pelado ese? —subí la cabeza y enarqué una ceja a su dirección—. El tipo ese. ¿Jungkook es que se llama?

—Ah —dejé caer mi cabeza nuevamente—. Solo bailamos un poco, no es insistente, eso se lo tengo que agradecer. Pero no quería permancer mucho con nadie, mi madre se tomaría eso como un "Ya se enamoró".

—Tu madre es muy extremista.

—Ni que lo digas —alzó la cabeza y la miró fijamente—. ¿Tienes planes para luego de la universidad?

—Salir con mi madre. Ella quiere que la acompañe a hacer las compras, ¿y tú?

—Tenía planeado pasar por la academia de baile —suspiré—. Pero no estoy muy segura, la otra vez llegué tarde a casa, y por la mañana tuve que cantar el cantaleteo de mi adorada madre.

—Pero si tienes dieciocho años —dijo con obviedad.

—Para ella y para todos, tengo quince —expuse. No pude evitar recordar a la empresaria, esa mujer cree que tengo quince años—. ¿Tan pequeña me veo?

—No pareces de quince, créeme que no, Lisa. Es todo lo contrario, tienes un bonito cuerpo, un hermoso cabello largo, y unas cejas y pestañas hermosas; y ni hablemos de tus ojos, ese café claro solo te hace ver mas atractiva —me aduló.

—¿Es una rara manera de coquetearme? —bobeé.

—Si lo quieres tomar así, pero ya te digo que le entro después de la segunda cita y soy de restaurantes caros —se puso de pie junto conmigo.

—Tú hasta con un Mc Donald's te lanzas, no me vengas a mí con que restaurantes caros —la empujé por la cabeza, ganándome un golpe en el hombre. Reí—. Vamos, que si llego tarde te echaré la culpa a ti.

—Sonará raro pero yo soy mas puntual que tú.

—¿Donde lo soñaste?

—Idiota. Por eso no tienes amigos.

—Se supone que eso debería de doler.

Dejamos de hablar para meternos. Las clases en su momento, parecían pasar volando, despúes de lengua, pasé a historia y así sucesivamente. A Rosé la vino a buscar su mamá, me pidieron que subiera para llevarme, pero como le dije a mi amiga, hoy pasaría por la academia de baile. Me detuve en la puerta, saludé al guardia que cuidaba de la puerta, este me devolvió la sonrisa, ya me conocía, todos lo hacían. Me adentré al lugar y saludé a los chicos los cuales estaban practicando, hoy era domingo, pero ni este día se descansa.

Strawberries And Cigarettes. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora