Arrastré a Anya dentro de la biblioteca mientras veía a nuestro alrededor en busca de cualquier cosa fuera de lo común.
En primera instancia, todo lucía ridículamente normal, lo que sólo consiguió que me estresara aun más. Últimamente odiaba este tipo de calma. Más específicamente, odiaba la calma cuando Dian no estaba revoloteando alrededor.
Podía estar recuperando poco a poco parte de mis habilidades como ángel, pero estaba lejos de ser competencia de algún alma perdida o, peor, Adriel, por lo que, de momento, y por muy molesto que fuera, iba a necesitar de Dian, Alden o Danna para protegerme. El que estuviera acompañada de Anya sólo lo hacía peor. Honestamente, no sabía si Adriel era consciente del origen de Anya, pero no podía correr el riesgo de ponerla en peligro innecesariamente.
-¿Siara?-Preguntó Anya, en voz baja-¿qué está...qué está pasando?
Negué con la cabeza e hice una pequeña seña para que intentara relajarse. De acuerdo, si lo pensábamos objetivamente, si estuviera en peligro Dian ya habría aparecido, o Danna o Alden, ellos parecían tener algún tipo de alarma que les avisaba cuando tenía problemas, pero de momento ninguno de ellos había hecho su aparición, así que, o bien estaba siendo paranoica...o si había un alma perdida en las cercanías, pero era el resultado de una mera coincidencia.
Y un cuerno, nunca había creído en las coincidencias y los últimos acontecimientos sólo me habían ayudado a cimentar esa creencia.
Como si el universo me quisiera dar más pruebas de ello vi como las luces empezaban a parpadear, por lo que inconscientemente di un paso más cerca de Anya mientras que ella se aferraba a mi brazo como si su vida dependiera de ello.
¿Probabilidades de que fuera simplemente una baja de voltaje? Vergonzosamente bajas.
-¿Hay alguien aquí?-Preguntó Anya en un susurró tembloroso.
Tomé una respiración profunda y traté de sonar calmada antes de contestar.
-No estoy totalmente segura-Admití-, pero podría decir que sí.
Hubo una pequeña pausa en la que apenas me contuve de voltearme a verla antes de que volviera a hablar.
-¿Qué hacemos?
-Respira-Pedí, mientras veía como las luces volvían a parpadear sobre nuestras cabezas-. Todo saldrá bien.
Ella no me respondió, pero podía sentirla temblar, del mismo modo que podía notar como el resto de las personas en el lugar empezaban a ponerse nerviosas por los problemas eléctricos. Y en momentos como estos realmente hubiera preferido que la empatía hubiera sido de las últimas cosas en regresar a mí, ya tenía suficiente lidiando con mi propia ansiedad como para además tener que lidiar con la de las otras treinta personas en el lugar.
Esperamos en silencio mientras veía como las luces seguían con su espectáculo intermitente por varios minutos hasta finalmente ceder y apagarse por completo.
Carajo.
Intenté ignorar las exclamaciones de pánico del resto del público y me concentré en Anya al mismo tiempo que trataba de acostumbrar mis ojos a la nueva oscuridad. Se suponía que Estados Unidos era uno de los países más desarrollados a nivel mundial, pero aun así había jodidas bibliotecas en las cuales aún no había generadores en caso de apagones. Maldita sea.
Aún así, logré mantener la calma hasta que sentí una ola de frío correr por mi espalda. Cerré los ojos, haciendo una oración silenciosa, antes de volver a abrirlos y ponerme en movimiento.
Tomé a Anya de uno de sus brazos y la arrastré hacia una de las mesas para colocarla bajo ella.
-¿Qué estás haciendo?-Preguntó, confundida y en una décima más arriba de lo normal.
No era como si alguien más fuera a notarlo con todas las personas hablando al mismo tiempo de repente.
¿Algo gracioso sobre los humanos? En realidad, la mayoría no podía ver las cosas que nosotros sí, pero eso no implicaba que, a un nivel más básico, no supieran que algo estaba ocurriendo.
-Quédate aquí-Pedí-, ¿de acuerdo?
-¿Pero por qué? ¿Qué hay de ti?
Mi vista se había acostumbrado lo suficiente a la oscuridad como para poder ver el miedo y la angustia en los ojos que había heredado de su padre. Dios, si tan sólo hubiéramos tenido más tiempo.
Conocía a Dian, y la única razón por la que no estaba aquí era porque algo sumamente grave se había puesto en su camino...sólo me quedaba rogar que él estuviera bien y que pudiera encontrar a Anya antes de que fuera demasiado tarde.
-Yo estaré bien-Mentí-, sólo prométeme que te quedarás aquí ¿sí?
Ella negó con la cabeza, asustada, por lo que aferré mis manos en sus hombros y la obligué a mirarme.
-Anya, escúchame-Dije, con toda la autoridad que era capaz de reunir dada la situación-, Dian y los demás deben estar por llegar, así que, pase lo que pase, júrame, por tu madre, que te vas a quedar aquí.
Noté como quería negarse, pero de todas maneras acabó por asentir con su cabeza, obedientemente. Bien.
La abracé fugazmente y luego me levanté. La gente estaba empezando a calmarse, por lo que el silencio estaba haciendo su mágica aparición...y por una vez hubiera preferido un millón de veces el bullicio. No había nada peor que detenerse a esperar en la quietud.
Tomé una serie de respiraciones lentas y profundas mientras estudiaba todo lo que me rodeaba.
No había nada, pero seguía sintiendo el frío en mi espalda.
Una parte de mí estaba esperando que Dian apareciera y en esta ocasión me habría encantado verlo en su faceta sobreprotectora, pero con cada segundo que transcurría sin aparecer sólo conseguía que la angustia subiera como una molesta enredadera en mi pecho, dificultándome la capacidad de respirar.
Sabas tampoco aparecía, y eso me preocupaba aún más.
Finalmente, un pequeño ruido, como el de hojas crujiendo, me hizo dar media vuelta, encontrándome con la oscuridad.
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Hola! aquí está el nuevo capítulo, espero que les guste ^^
Por favor perdonen las faltas ortográficas, voten, comenten o lo que quieran
Saludos
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La Sombra del Ángel
FantasySiara está acostumbrada a los fantasmas, ha sido capaz de verlos desde antes de poder recordar...aún así, ¿qué son esas sombras que la acechan? y ¿qué ocurre con Dian, su ángel de la muerte particular?