Capitulo 30

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-Bueno-Dijo Danna mientras se sentaba junto a mí en el porche-, eso pudo haber salido mucho peor.

Contuve un pequeño gemido mientras me giraba un poco para verla.

-¿En serio?-Pregunté.

-Hey, pudieron haberte llamado loca.

-Luego de ser atacados por un grupo de fantasmas, ver a un perro más grande que un San Bernardo y toda la charla, me hubiera preocupado que siguieran en negación.

Danna finalmente suspiró.

-No tienes que ser tan dura contigo misma-Señaló.

Casi me reí de eso.

-¿De verdad? Porque Dian está muy de acuerdo en que tengo la culpa de todo.

-Está molesto, Siara, y no podías esperar otra cosa-Me recordó.

-Lo sé, es sólo...si les hubiera dicho ninguno me hubiera dejado.

-Claro que no lo habríamos hecho.

Suspiré. Cosa graciosa de las decisiones: luego de tomarlas tenías que lidiar con las consecuencias.

-¿Qué hago?-Pregunté por fin.

-¿Con Dian? Tú eres la experta, técnicamente convertiste a un idiota indiferente en un idiota enamorado y baboso.

Cierto, pero en este momento era un idiota enamorado y furioso, eso era algo más difícil de manejar.

Ugh, el mayor problema aquí era que no iba a querer hablar conmigo.

-Voy a matar a Adriel cuando lo veo-Gruñí en voz baja.

Danna guardó silencio por un largo segundo antes de hablar en una voz tan baja como la mía.

-¿Lo has visto?

Parpadeé y traté de ignorar la tensión que empezaba a apoderarse de mi cuerpo ante la pregunta sobre mi hermano inútil. Era la primera en mucho tiempo que decía su nombre en voz alta.

-Eso creo-Murmuré-, hace algún tiempo me desmayé en la calle, creo recordar ver su rostro pero...no estoy segura.

-¿Qué harás cuando lo veas?-Preguntó.

Me encogí de hombros. No tenía ni idea de cómo responder a esa pregunta, si tratar con Dian era complicado, Adriel era mil veces peor.

El amor hacía cosas estúpidas con la gente. Tanto él como yo éramos la prueba de ello.

Pero sabía qué era lo correcto para hacer.

Sabas apareció entre los árboles justo en el momento para romper la atmósfera deprimente.

La gran bola de pelo era casi del tamaño de un auto pequeño pero lucía adorable mientras se acercaba menando su cola.

Su gran cabeza se presionó contra mi estómago y una pequeña sonrisa se trabó en mi rostro mientras mis manos empezaban a rascar tras sus orejas.

-Es sorprendente que Dian lo dejara quedarse-Señaló Danna mientras nos veía.

-Sí, bueno, supongo que no encontró ninguna razón creíble para no hacerlo-Mencioné-. Aunque siguieron discutiendo igual que siempre.

Sabas hizo un sonido lastimero al mismo tiempo que Danna se reía. Lo de Sabas y Dian había sido una rivalidad que ni los siglos habían podido detener, a estas alturas creo que ya me había acostumbrado, aunque tu novio y tu perro celosos el uno del otro todo el tiempo no era realmente divertido.

La Sombra del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora