-No entiendo-Se quejó Anya-. Simplemente es imposible de entender.
Tomé una respiración profunda y rogué por paciencia. ¿Algo que Anya realmente odiaba? Biología...y yo era la que sufría las consecuencias.
-Anya, hermosa-Llamé-, sólo respira, toma un poco de tu café y vuelve a leer.
-Es que no tiene sentido-Reclamó-, ¿de qué me va a servir saber cómo se forman las células?
-A graduarte-Señalé.
Anya gruñó, pero aun así bebió un largo trago de su vaso de plástico y volvió a concentrarse en el libro de texto que tenía frente a ella.
Contuve una pequeña sonrisa y la imité. Si Anya odiaba la biología, yo odiaba los exámenes...y por si fuera poco ahora también tenía la sensación de que un grupo de almas homicidas estaban tras de mí...y mi supuesto guardián que debía protegerme había tenido una "emergencia de trabajo" y me había dejado sola.
No es que me estuviera quejando, incluso yo necesitaba un poco de espacio de Dian, especialmente luego de haberlo tenido como mi sombra durante las últimas dos semanas...pero ahora que no estaba no podía evitar sentirme un poco menos segura comparado a cuando lo tenía hablando en mi oído a cada minuto.
Lo sé, ni siquiera yo me entendía.
Por suerte para mí, Anya había aprovechado que Mason tenía una cita para arrastrarme a una cafetería en el centro comercial para estudiar, por lo que no me estaba quedando sola en casa, lo que en este momento en realidad era bastante bueno.
Tomé un trago de mi propio café y me concentré en mi libro de texto; y tenía que ser honesta: tener padres médicos tenía algunas ventajas cuando de biología se trataba, porque luego de vivir una vida entera con ellos y luego de escuchar sus muchas conversaciones entendía la mayoría de lo que nos enseñaban en la escuela sin mucha dificultad.
Estudiamos en silencio durante casi treinta minutos más antes de que el celular de Anya sonara con la melodía que le correspondía a su madre.
Para no narrar la conversación que pude escuchar: Anya tenía que irse antes.
Pero yo en verdad no iba a volver a casa hasta que hubiera alguien más allí, ya fueran mis padres o Dian, por lo que luego de una pequeña despedida ella se fue mientras que yo me quedé y pedí otro café.
Era sumamente irritante. Estaba asustada de estar sola en mi propia casa.
Había pasado toda mi vida viendo fantasmas y era la primera vez que me sentía tan...vulnerable.
No era una sensación agradable.
Cerré el libro de un golpe, me relajé contra mi asiento y tomé el vaso entre mis manos para que se calentaran. En este momento ni siquiera Dian sabía cuánto tiempo duraría toda esta situación, y si él estaba preocupado, yo estaba mucho peor.
Creo que esta era la primera vez que pensaba seriamente sobre la oscuridad de todo esto, es decir, sabía que existían los fantasmas y los ángeles, por ende también sabía que existía el infierno y todo lo demás, es decir, una cosa era no poder creer en una sin creer en la otra, pero cuando sabías de la existencia de una...definitivamente estabas segura de la existencia de la otra. Creo que simplemente no me gustaba pensar en esto y no lo hacía.
Tal vez esa había sido una mala decisión.
Tal vez tomaba demasiadas malas decisiones.
Suspiré y empecé a contar cuantos minutos faltaban antes de que me pudiera ir a casa.
***
-Creo ya haber mencionado antes que esta extraña rivalidad entre ustedes dos es bastante rara-Dije distraídamente mientras revisaba mi cuaderno de cálculo.
No habría dicho nada de no haber sido porque no tenía necesidad de ver para saber qué Dian y Sabas estaban inmersos en una nueva guerra de miradas.
Al principio de verdad creí que sólo era Dian comportándose como un niño pequeño hacia algo que le disgustaba, pero las últimas semanas me habían servido para darme cuenta de que el asunto en realidad parecía ser algo mutuo.
Y por alguna razón extraña incluso para mí, esta situación me parecía algo agobiante pero divertida al mismo tiempo.
-Explícame cómo un perro podría ser mi rival-Se quejó Dian.
Oh, no lo sé, amigo, tú eres el que le ha disparado malas miradas desde que llegó.
No dije nada antes de que Sabas le gruñera...pero era una cosita tan pequeña y linda que cuando lo hacía resultaba adorable en lugar de intimidante.
Sonreí levemente antes de cerrar el cuaderno y me levanté de la cama para dejarlo sobre mi escritorio. En el camino de regreso recogí a Sabas y me senté en la cama con él en mis brazos.
-Ambos viven aquí-Expliqué con suavidad a ambos-, creo que lo más sensato sería llevarse bien.
-Es un perro-Señaló Dian al mismo tiempo que Sabas ladraba.
No tenía idea de porqué, pero tenía la sensación de que ese ladrido significaba algo nada agradable para Dian.
-¿No pueden siquiera intentarlo?-Cuestioné.
Ambos guardaron silencio, lo que se acercaba sospechosamente a un "no".
-¿Considero eso como un sí?-Traté.
No podían culparme por tratar, ¿cierto?
Dian me dirigió una mirada que decidí ignorar y en cambio levanté a Sabas hasta que sus pequeños ojitos quedaron a la misma altura que los míos.
-¿Qué dices, hermoso? ¿Me prometes que intentaras llevarte bien con Dian? ¿Mmm?
He de admitir que Sabas no lucía muy contento con la idea, pero luego de un par de minutos terminó gimiendo en lo que identifiqué como una derrota. Sonreí mientras lo atraía y lo abrazaba contra mi pecho, entonces fijé mi atención en Dian, quien lucía cómicamente molesto.
De verdad, ¿Cuál era su problema?
-El pequeño cachorro ya lo prometió, Dian-Señalé-, ¿vas a ser más intransigente e infantil que un pequeño cachorro?
Dian siguió dirigiéndome su mirada de molestia, pero cuando se dio cuenta de que la sonrisa en mi rostro no iba a desaparecer finalmente gruñó para señalar su propia derrota. La sonrisa en mi rostro se hizo un poco más grande.
Y no sé si fue por eso o porque Sabas estaba cómodamente acurrucado en el espacio entre mis piernas, pero Dian no lo pudo dejar hasta ahí.
Para cuando me di cuenta estaba inclinado sobre la cama, con una de sus manos soportando su peso mientras que la otra hacía a un lado mi camiseta hasta exponer mi clavícula. Lo siguiente que sentí fueron sus labios calientes sobre mi piel y una pequeña y algo dolorosa succión.
No pude moverme hasta que sus labios se alejaron de mi cuerpo para apreciar su obra. Estaba tan sorprendida que ni siquiera pude reaccionar cuando vi la mirada de satisfacción en sus ojos mientras miraba a un Sabas que ladraba furioso.
-Voy a estar abajo-Informó finalmente con una sonrisa.
Sólo cuando estuvo por fin fuera de la habitación pude reaccionar lo suficiente como para tomar el pequeño espejo de mano que guardaba en el cajón de mi mesa de noche y ver lo que había hecho.
Y sí, había una gran marca roja que destacaba aún más en mi piel pálida.
Inconscientemente llevé mi mano libre para cubrirla mientras empezaba a darme cuenta del calor en mi cara que empezaba a bajar al resto de mi cuerpo. Lo más probable es que ese sonrojo había estado presente desde hace bastante tiempo y Dian ya lo había visto.
Dejé caer mi mano con el espejo y sentí vagamente la lengua de Sabas lamiendo mi mano para llamar mi atención y sacarme de mi pequeño trance, pero en este momento mi mente estaba ocupada con un solo pensamiento: ¡¿Qué demonios?!
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Hola!! aqui el capitulo de esta semana, espero que les guste ^^ porfavor perdonen las faltas de ortografia, voten, comenten o lo que quieran ;3
Saludos XD
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La Sombra del Ángel
FantasySiara está acostumbrada a los fantasmas, ha sido capaz de verlos desde antes de poder recordar...aún así, ¿qué son esas sombras que la acechan? y ¿qué ocurre con Dian, su ángel de la muerte particular?