Vi cómo Dian caminaba de un lado a otro mientras que yo estaba sentada sobre el tronco, con mis manos apoyadas a mis lados. Mi blusa estaba nuevamente abotonada y mi chaqueta estaba otra vez en su lugar; iba a ignorar la frustración que eso me causaba y concentrarme en los veinte minutos que llevaba Dian caminando intentando controlar su furia.
No lo estaba culpando, yo también me habría molestado con él si se hubiera convertido en humano sin consultármelo, pero en mi defensa no creía que él se hubiera tomado esa decisión muy bien.
Sin embargo, y aunque no me gustaba la idea, sabía que tenía que detener su paseo, especialmente porque si se trataba de Dian intentando digerir o comprender toda la rabia que definitivamente estaba sintiendo podríamos estar aquí el resto del día, por lo que al final tuve que hablar.
-Dian-Llamé-, ¿podemos hablar?
Él se detuvo y me dirigió una mirada de enojo antes de volver a ignorarme y retomar su caminata...o al menos lo hizo durante otro minuto antes de finalmente explotar.
-¡¿Se puede saber en qué estabas pensando?!-Gritó.
-Tenía que hacerlo-Señalé-, y sabía que si te lo decía no me ibas a dejar.
-¡Claro que no te iba a dejar! ¡Te habría encadenado a las puertas del cielo de ser necesario!
-¡Y por eso mismo no te dije nada!
Dian gruñó y me miró con impotencia, lo conocía, sabía que quería golpear algo, pero considerando su fuerza iba a causar un desastre y realmente no creía saber cómo explicar eso si alguien descubría que algunos árboles habían sido arrancados o partidos por la mitad sin ninguna razón aparente.
-¡Esto es serio! ¡No era una decisión que pudieras tomar sola, Siara!
-¿Y qué se suponía que hiciera? En este momento mi hermano imbécil está amenazando el pequeño equilibrio que tenemos con el infierno además de quien sabe cuántas vidas humanas, si tenía que convertirme en humana para detenerlo aunque fuera por un par de décadas, pues que así fuera.
-¡¿Y no creíste que discutirlo con tu novio tal vez sería una idea sensata?!
-No, porque mi novio habría reaccionado de la misma manera en que lo está haciendo ahora.
-¡Oh, no uses ese tono acusatorio! Lo haz usado desde hace meses.
-¡Estaba confundida!-Me defendí.
-¡Una confusión que tú misma creaste!-Señaló.
-Sí, bueno, se suponía que con toda la cosa de renacer como humana momentáneamente mis recuerdos no iban a estar presentes, pero al parecer la cosa no funcionó muy bien.
Tampoco se suponía que viera fantasmas ni nada de eso, pero bueno...
-Oh, sí, y yo tengo la culpa de eso, ¿verdad?
-¿Puedes no ser tan idiota por un segundo?
-Tarde, lindura, he tenido este carácter los últimos dos mil trescientos años.
Tomé una respiración profunda y conté hasta diez. Okay, uno de los dos necesitaba estar calmado, y dada la situación creo que esa tendría que ser yo. Me levanté del tronco y me acerqué un par de pasos con los brazos cruzados.
-¿Podemos hablar como gente civilizada?-Pedí.
-No.
-¡Dian!
-Estuve dieciocho malditos años sin entender porque me dejaste para convertirte en una humana, además de eso tuve que soportar verte crecer desde en el vientre de tu madre y fingir que no sabía nada. Y no olvidemos mencionar la parte en que no podía ponerte un dedo encima-Recitó-. En mi humilde opinión creo que tengo derecho a estar furioso.
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La Sombra del Ángel
FantasySiara está acostumbrada a los fantasmas, ha sido capaz de verlos desde antes de poder recordar...aún así, ¿qué son esas sombras que la acechan? y ¿qué ocurre con Dian, su ángel de la muerte particular?