Podía sentir como si alguien estuviera martilleando mi cabeza mientras me las arreglaba para abrir lentamente mis ojos.
No tenía ni idea de dónde estaba.
Estaba acostada sobre una cama en una habitación que definitivamente había pasado tiempos mejores, pero supongo que no era nada que un cambio del papel en las paredes pudiera mejorar...pero eso no cambiaba el hecho de que había sido, aparentemente, secuestrada.
Me senté en el centro de la cama mientras llevaba una mano a mi cabeza, como si eso de alguna manera pudiera hacer que la jaqueca se detuviera.
De acuerdo, estaba en un lugar desconocido, pero por lo menos no estaba atada, aunque apostaría cualquier cosa a que la puerta estaba cerrada con llave. Por otra parte, no sabía qué diantres había pasado con Anya. Dios, sólo esperaba que estuviera bien.
Me puse de pie con cuidado, asegurándome que el mundo dando vueltas a mi alrededor no me detuviera. No tenía ni idea de cómo demonios me habían desmayado, pero no sentía ningún dolor físico de un golpe, pero tenía todos los síntomas como si me hubieras golpeado en la cabeza o algo así.
Caminé hacia la puerta y traté de abrirla, pero efectivamente estaba cerrada con llave. Intenté forzarla, pero no conseguí nada.
-Carajo-Murmuré.
Apoyé mi frente contra la puerta y traté de escuchar cualquier cosa, pero el lugar estaba frustrantemente silencioso. ¿Qué se suponía que hacía ahora? No tenía idea de donde estaba, no sabía cómo estaba Anya, ni Dian, ni nadie más, además me habían secuestrado (seguramente el gran imbécil de mi hermano) y quien sabe cuanto tiempo me quedaría en este lugar antes de que alguien se dignara a aparecer.
Dios, quería a Dian aquí.
Tomé una respiración profunda e hice retroceder las lágrimas que empezaban a escocer en mis ojos. No iba a llorar, podía estar secuestrada y todo lo que quisieran, pero detestaba la idea de ser la damisela en apuros, mucho más si el responsable era el cabrón de Adriel.
Ugh, de verdad que iba a golpearlo cuando lo viera. Al parecer veinte años arruinando mi vida no le parecían suficiente aún.
***
¿Lado positivo? Las nauseas y mareos finalmente habían desaparecido, aunque el molesto dolor de cabeza aún persistía un poco.
¿Lado malo? Llevaba alrededor de tres horas aquí, completamente sola y en silencio ya que el lugar parecía estar abandonado.
Además, tenía hambre y sed. Un serio inconveniente que conllevaba el ser humana.
Gruñí mientras me dejaba caer de espaldas sobre la enclenque cama, haciendo rechinar los alambres del somier. ¿Cuánto tiempo planeaban dejarme así? El no tener nada que hacer sólo conseguía que los pensamientos en mi cabeza empezaran a correr más y más rápido, provocando que la angustia en mi pecho se volviera insoportable.
No era normal que Dian tardara tanto en encontrarme, lo que hacía que el que no hubiera aparecido todavía fuera aún peor. Sólo esperaba que estuviera bien, al igual que los demás. Una obstinada parte de mí podía seguir amando al inútil de Adriel, pero eso iba a desaparecer por completo si algo le llegaba a pasar a alguno de ellos por su culpa; podía perdonar todo lo que me hiciera a mí, pero era una historia completamente diferente cuando se trataba sobre las personas que amaba.
Fijé mis ojos en el techo, estudiando las grietas en la pintura. La habitación tenía las ventanas tapeadas, por lo que tampoco podía tratar de ver hacia el exterior...además había terminado de intentar romperlas a ellas o la puerta hace como una hora, luego de romper algunas sillas que había en el cuarto en el proceso.
Ni siquiera ese escándalo había conseguido que alguien apareciera.
Supongo que tenían razón cuando decían que la espera era la peor parte.
Por una vez, la confrontación era preferible a la evasión.
Cerré los ojos y traté, una vez más, sentir cualquier cosa que indicara que había alguien, o algo, más en este sitio, pero por una vez no había absolutamente nada. Era gracioso, durante parte de mi adolescencia había esperado con ansias el día en que no hubiera ningún fantasma o espíritu rondando a mi alrededor, pero ahora mismo hubiera dado lo que fuera porque apareciera alguno, aunque sea para hablarme de sus estúpidos e irritantes familiares vivos.
Uno no sabía lo que tenía hasta que lo perdía, creo.
No supe cuanto tiempo pasó antes de que finalmente escuchara algo al otro lado de la puerta.
Me senté en la cama al mismo tiempo que la puerta se abría, dejando entrar a Adriel con una bandeja en sus manos.
Sus ojos verdes no se despegaron de mí mientras entraba en la habitación, cerrando la puerta tras de él y dejando la bandeja sobre una mesa cercana.
-Pensé que tendrías hambre-Dijo, como si esto fuera totalmente normal-, ¿cómo te sientes?
Me levanté de un golpe y corrí hacia él. Me lancé sobre él y empecé a golpearlo, pero era considerablemente más débil que él por lo que no debería haberme sorprendido de que pudiera controlarme con facilidad. Aun así, eso no me detuvo de seguir intentándolo.
Forcejeé un poco más con él, hasta que mi cuerpo se cansó lo bastante como para que él pudiera terminar de rodearme con sus brazos y levantarme para arrastrarme de vuelta a la cama donde me dejó caer.
-Por el amor...¡Cálmate!
-¡No me digas cómo estar, idiota!-Exploté-¿Qué rayos está mal contigo? ¡Déjame ir!
-Tranquilízate, ¿quieres?
-¡No! ¡¿Dónde estamos?!
-En un lugar tranquilo en donde podremos hablar sin que Dian ni nadie más nos interrumpa.
-No quiero hablar contigo, Adriel, quiero que me dejes ir y, de paso, te vayas al infierno, literal y figurativamente.
-¿Puedes tratar siquiera escucharme por una vez?
-Ya lo hice y no me gustó lo que escuché. Pensé que te había dejado claro lo que pensaba la última vez que nos vimos, créeme que no he cambiado de parecer en estas semanas.
-Deja de ser tan terca por una vez, ¿quieres?
-Gracioso viniendo del cretino que ha hecho causado todo este lío por algo que ya debió haber dejado ir hace años.
Adriel apretó la mandíbula, conteniendo cual fuera el comentario que quería soltar. ¿Él estaba enojado? ¿En serio?
-¿Qué se supone que ganas teniéndome aquí?-Cuestioné-, sea lo que sea que le hayas hecho a Dian ni siquiera sé si está bien.
-Oh, créeme, él está bien-Aseguró-, y bastante molesto, en realidad.
No pude ocultar el alivio.
-¿Y los demás?
Adriel rodó los ojos.
-También.
-¿Y Anya? La amiga que estaba conmigo.
-En su casa-Informó-, alterada. Igual que el resto de las personas que había en esa librería.
Suspiré. Por lo menos tenía esa preocupación menos.
Pero aún me quedaba la que tenía frente a mí.
-¿Qué vas a hacer conmigo ahora?-Pregunté.
-De momento: come-Dijo, señalando la bandeja con comida sobre la mesa-, podemos hablar después de eso.
No respondí y él pareció entenderlo como que la conversación se había terminado, porque me dedicó una última mirada antes de volver a salir por la puerta.
Una vez que se fue atraje mis rodillas hacia mi pecho y me senté en posición fetal, escondiendo mi rostro en mis rodillas.
Dios, ayúdame.
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Hola! aquí el nuevo capitulo, perdón la tardanza; por favor perdonen las faltas ortográficas, voten, comenten o lo que quieran ^u^
Saludos
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La Sombra del Ángel
FantasySiara está acostumbrada a los fantasmas, ha sido capaz de verlos desde antes de poder recordar...aún así, ¿qué son esas sombras que la acechan? y ¿qué ocurre con Dian, su ángel de la muerte particular?