Capitulo 5

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-Es oficial-Dije mientras subía al auto de Mason-: Anya entró al reino pasivo-agresivo.

-Buenos días para ti también-Dijo con cansancio mi mejor amigo.

Entonces lo miré por primera vez. Tenía ojeras. Mason nunca tenía ojeras.

-¿Qué te pasó?-Pregunté con el ceño fruncido.

-Anya-Gruñó-. Conmigo sigue en el reino de lo agresivo y va camino al muy agresivo.

Hice una mueca. Oh, oh. No había considerado eso.

-¿Qué hizo?-Pregunté con un poco de miedo.

-Llamó y llamó, sin importarle cuantas veces le colgué. No me dejó dormir.

Contuve un gemido. Dios santo.

-Lo lamento-Murmuré.

Mason guardó silencio y puso en marcha el auto. No volvió a hablar hasta que salimos de mi calle.

-Ese no es el problema-Señaló-. El problema es que creo que finalmente se volvió loca.

-¿Eh?

-Está empezando a delirar-Explicó-. Lanzó indirectas no tan indirectas sobre que estoy saliendo contigo en secreto.

Esta vez sí que gemí. Oh, Dios mío, esto no podía ser cierto.

-Está con esa tontería desde el otro día-Admití-, pensé que lo había dejado desde que está con esa de la cita doble.

Mason suspiró. Sabía que estaba pensando: ¿cómo era posible que Anya hubiera enloquecido tanto en tan poco tiempo?

¿Y lo peor de todo? Ya estaba empezando a considerar los pros y los contras de esa estúpida cita.

Esto era un asco.

***

Malos días. En esta vida había más de esos de los que deberían. Hoy era uno de esos días para mí.

Uno: Anya estaba bordeando la locura.

Dos: Dian no lucía con muchas energías cuando me había despertado esta mañana y no me había atrevido a preguntarle por qué (en mi defensa, él no había tenido un aura muy accesible los últimos días).

Tres: Una muy pequeña parte de mí sabía que estaba empezando a ceder frente a mi mejor amiga.

Cuatro: La culpa por tener a Mason en esta situación (¡sí! ¡Incluso yo podía sentir culpa por ello!).

Cinco: Estaba tan desconcentrada que no estaba siendo tan cuidadosa como de costumbre.

Seis: Por la razón número cinco había terminado con el fantasma de un chico pegado a mí por la última hora. El sistema nervioso central definitivamente no estaba entrando en mi cerebro.

-En verdad no extraño la clase de biología-Dijo el chico junto a mí.

Era flacucho y con una enorme mata de pelo oscuro; ¿lo bueno? No lo reconocía de ningún sitio, por lo que no estaba dando explicaciones (era irritante cuando veía el fantasma de alguien que conocía); ¿lo malo? Había estado parloteando lo suficiente en una hora como para sentir que lo conocía de toda la vida. ¿Por qué demonios les gustaba tanto hablar?

Logré contener un suspiro. Lo último que necesitaba era llamar la atención de la maestra. No necesitaba (ni quería) una razón número siete denominada "castigo".

Resistí los últimos minutos de clase y una vez que terminó me puse de pie tan rápido (y con normalidad) como podía y salí del salón con el chico pisándome los talones. Por supuesto.

La Sombra del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora