Capitulo 36

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Fantasmas.

Desde que había recuperado la memoria la cantidad de ellos que aparecía había aumentado exponencialmente...pero también había recuperado mis formas de lidiar con ellos, por lo que no era tan malo como podía sonar en primera instancia. Gracias a ello podía estar como ahora: sentada en una cafetería junto a Alden y Danna sin tener que preocuparme por el fantasma sentado en la esquina siguiendo con la mirada los vasos de café, o por ese extraño sujeto con abrigo en la calle que trataba todo el tiempo y sin éxito parar un taxi.

El que Dian estuviera ocultándome cosas era, por otro lado, un tema completamente diferente. Lo malo que era que arrancarle la verdad iba a ser condenadamente difícil, como prueba de ello sólo tenía que señalar el que hecho de que había conseguido mantenerme en la dulce ignorancia sobre mi vida durante dieciocho malditos años.

Danna y Alden eran más sencillos de convencer, por supuesto, pero mi guapo, inteligente y controlador novio podía ser un tonto en cuarenta por ciento del tiempo, pero estaba muy lejos de ser un idiota; por esa razón no me sorprendí de que ellos estuvieran tan desinformados como yo.

-Repito-Anunció Alden-: si hay alguien que puede lograr que Dian abra su boca esa eres tú, Siara.

Gruñí y apoyé mi espalda contra el respaldo de mi silla. Tal vez haber venido a una cafetería no había sido una buena idea después de todo: estábamos llamando demasiado la atención.

-Pues no está funcionando-Me quejé-, así que acepto ideas.

-Siara-Intervino Danna-, sabes como tratar con él mejor que nosotros.

-Pues entonces estoy fuera de práctica.

-Creo que simplemente te has estado poniendo al día con otras cosas-Sugirió Alden con aire pensativo, pero con un brillo burlón en el fondo de sus ojos oscuros.

Gran idiota.

Le disparé una mirada a Danna y ella se incorporó hasta golpear la parte de atrás de la cabeza de Alden con su mano. Ella seguía lo bastante furiosa con él como para aprovechar cualquier oportunidad para maltratarlo y él aún estaba tan atormentado como para permitir que hiciera con él lo que quisiera.

A este paso tal vez iba a tener que intervenir entre estos dos.

Y yo que quería ver si podían resolverlo por sí mismos.

Pero lo primero era lo primero, y algo me decía que fuese lo que fuera que se estaba callando Dian tenía que ver con mi hermano estúpido. Ya tenía que hacerme a la idea de que iba a tener que enfrentarme con Adriel tarde o temprano...y ese extraño nudo en el estómago me amenazaba que tal vez fuese a ser más temprano que tarde.

***

Una cosa que detestaba de Dian: lo bueno que era fingiendo ignorancia.

Nunca dejaba de sorprenderme la facilidad que tenía para pretender que no notaba todas las señales que le estaba disparando, por ejemplo, ahora mismo estaba sentado en el sofá de la sala de estar fingiendo que no había estado taladrando su costado con mi mirada los últimos veinte minutos.

Ya no podía soportarlo.

Me separé del marco de la puerta contra el que había estado descansando durante todo este tiempo y caminé hacia él. Sus ojos grises me miraron con un pequeño rastro de expectación que rápidamente se convirtió en otra cosa cuando me senté a horcajadas sobre su regazo.

-Soy tu novia-Señalé-, ¿recuerdas?

-Lo hago.

-El amor de tu larga y a veces extenuante vida.

La Sombra del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora