Capitulo 10

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"Déjà vu".

Un término francés que significa, literalmente, "ya visto".

Era esa curiosa sensación que nos invadía de vez en cuando y que nos podía tener pensando durante algunos minutos.

Con honestidad no podía ni recordar un número cercano a la cantidad de cuántos de esos había tenido en mi vida, pero podía decir que eran muchos.

Este no era uno de esos casos.

Anya había tardado casi un mes en presentarme a Alden, lo que de cierto modo era un poco sorprendente. Por lo no general no tardaba tanto.

Pero ahora lo tenía frente a mí, y por alguna razón no podía deshacerme de esta molesta sensación en mi pecho. No era nostalgia o angustia, en cambio se sentía extrañamente similar a una mezcla de alivio y dolor. Para empezar ni siquiera sabía que esas emociones pudieran combinarse.

-Un placer-Saludó él mientras extendía su mano para saludarme-, soy Alden.

-Siara-Dije, arreglándomelas para no mostrar mi malestar interno en mi rostro mientras tomaba su mano y devolvía el saludo-, un placer.

Solté su mano y le dirigí una mirada de reojo a mi mejor amiga. Se veía feliz, lo que era un agradable cambio de lo nerviosa que había estado hasta que habíamos llegado a la heladería donde nos íbamos a reunir...y del malhumor luego de su discusión con Mason cuando se enteró de que él no podía venir.

Como sea...

Tomé uno de los menús que dejó el camarero en nuestra mesa y paseé mi mirada por él mientras escuchaba a Anya hablar con Alden.

La verdad era que todo estaba yendo bien, los tres mantuvimos una conversación calmada y en paz mientras esperábamos nuestras órdenes y también mientras las comíamos. Pero lo más extraño que detecté en toda la conversación fue la actitud de Anya.

Por cómo había estado antes de conocerlo realmente esperaba que estuviera más o menos como babeando disimuladamente, pero en cambio lucía como si este chico no le gustara de esa manera...creo que tendría que hablar de esto con ella después.

Pero en este momento tenía algo importante que hacer.

-Vuelvo en un segundo-Dije mientras me levantaba y caminaba hacia el baño.

No era que tuviera que usarlo, más bien simplemente necesitaba lavarme la cara para ver si de esa manera me libraba de la pequeña jaqueca que había tenido durante los últimos diez minutos.

Tal vez si debería escuchar los concejos de Dian y andar trayendo algunas aspirinas en mi bolso.

Miré mi reflejo en el espejo del baño y me preocupé un poco cuando noté mi rostro pálido. Dios santo. Negué con la cabeza levemente y di el agua del grifo. Mojé mi rostro algunas veces antes de enderezarme una vez más, y cuando volví a mirarme en el espejo di un pequeño salto de sorpresa cuando vi a Dian tras de mí.

¿Lo había invocado o qué demonios?

-¿Qué haces aquí?-Pregunté en un susurro lamentable.

Ugh, odiaba los dolores de cabeza...o el dolor, en general.

-Sólo vine a ver qué tal estabas-Explicó-. Y por lo que veo no estás muy bien.

Me volteé, apoyando mi cadera y manos en el lavamanos que ahora tenía tras de mí. De pronto me sentía como si mis piernas pudieran ceder en cualquier momento.

-Sólo es un poco de dolor de cabeza-Informé.

-Ve a casa-Dijo.

-Estoy bien-Señalé.

La Sombra del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora