En vida había sido una chica linda. Su cabello era castaño y contrastaba bien con su piel clara acompañados de un rostro agradable y gentil...sin embargo todo eso parecía haber desaparecido.
La piel que en algún momento había sido blanca ahora era anormalmente pálida, incluso para un alma, a pesar de eso, todo a su alrededor se veía tan oscuro que daba esa impresión en general.
Sentí la mano alrededor de mi brazo volver a apretarse con fuerza, haciéndome retorcer el rostro de dolor. Miré de reojo a Adriel, pero él estaba demasiado ocupado mirando al fantasma como para darse cuenta.
Miré a Dian, quien luego de un pequeño segundo había vuelto a centrar su atención en mí. Se veía realmente enfadado, sabía que estaba realmente enfadado, sólo esperaba por Dios que eso no nublara su juicio.
Vi como ella daba un paso hacia nosotros, y algo que debía ser un instinto puramente humano me hizo querer retroceder, cosa que hubiera hecho de no ser porque Adriel no me dejaba moverme ni un centímetro...pero eso no significaba que no se hubiera dado cuenta.
-Tranquila-Dijo-, no te hará nada.
Bufé.
Creo que él o tenía una pequeña confusión o simplemente se había olvidado del hecho de que ahora era técnicamente una humana, puede que él y Dian estuvieran salvo en su presencia, pero este cuerpo mortal no era un buen contrincante para ella, ¡Dios! Incluso tenerla a la distancia que lo hacía me provocaba ganas de vomitar, como si cada emoción negativa que tenía en mi interior empezara a burbujear con furia.
Dio un paso más y noté como Dian daba inconscientemente un paso hacia mí, sabía que le estaba resultando difícil quedarse allí parado y no arrancarme del lado de Adriel y de toda esta situación en general.
-Detente-Dijo Adriel en un tono helado.
Las palabras iban para Dian, pero el fantasma se detuvo también.
En realidad, ni siquiera nosotros sabíamos mucho sobre las almas perdidas. No estábamos seguros de cuantos recuerdos conservaban de su tiempo en vida, o si es que conservaban alguno, eran buenos en la destrucción y no buscaban su supervivencia, ellas sólo...estaban.
Por eso mismo no sabía si el que ella se detuviera también era algún indicio de algo más o sólo una cosa más que no sabía.
-Suéltame, Adriel-Pedí.
Él hizo caso omiso de mí y se concentró en Dian.
-¿Y bien?-Preguntó.
-No sé qué quieres que te diga-Exclamó Dian con exasperación-, no hay una forma.
-No te creo.
-¡Por todos los cielos, Adriel! ¿crees que si hubiera alguna manera de revertir su estado alguien no lo habría descubierto ya?
La cercanía afectaba la empatía que sentía, por lo que podía sentir las emociones de Adriel como si fueran las mías, y ninguna de ellas era agradable. Podía sentir la rabia, la frustración y finalmente el dolor...el problema era que no lograba saber a qué se debía ese dolor, ¿era por esa chica que había llegado a querer o había alguna otra razón?
Casi quise golpearme. No había ninguna razón para estar pensando demás en esto, no era como si eso fuera a cambiar algo, o si como se sentía por dentro fuera a cambiar todo lo que había hecho.
-Escucha a Dian-Me quejé-, él tiene razón, tú mismo debiste haber estado buscando una solución durante estos veinte años y no has encontrado nada. Acaba con esta locura antes de que sea demasiado tarde.
-¡Siempre hay una forma!-Exclamó Adriel.
Ahora quería golpearlo a él. Una cosa era ser terco, pero otra muy diferente era demasiado diferente era caer en la locura, había sospechado que algo debía haberse soltado en su cabeza para que hiciera todas estas tonterías, pero de verdad era ridículo no ver la realidad.
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La Sombra del Ángel
FantasySiara está acostumbrada a los fantasmas, ha sido capaz de verlos desde antes de poder recordar...aún así, ¿qué son esas sombras que la acechan? y ¿qué ocurre con Dian, su ángel de la muerte particular?