Evitar a Dian era más sencillo de lo habrían creído: simplemente tenía que asegurarme de estar rodeada de gente todo el tiempo.
Por supuesto ese "gente" excluía a Anya y a Mason, por la sencilla y vana razón de que ellos iban a notar que algo andaba mal (Dios, habían notado que algo andaba mal conmigo durante años y yo ni siquiera me había dado cuenta).
Evitar a mis mejores amigos era más difícil que evitar a Dian.
¿Quién lo diría?
Pero las clases ayudaban. Y el periodo de exámenes. Ambos estaban tan ocupados con los exámenes que no tenían tiempo para acorralarme para interrogarme sobre mi falta de ánimo ni por las ojeras que el maquillaje no terminaba de cubrir.
Por eso mismo había conseguido escabullirme al centro comercial yo sola. Sin Dian, lo cual en este momento era genial.
Estaba rodeada de gente en un lugar con mucha luz donde cualquier sombra era notoria.
Ya sabía que estaba siendo imprudente, ¿de acuerdo?, pero desde eso que podía o no haber ocurrido en mi sala de estar...bueno, digamos que estaba teniendo serios problemas para pensar de manera...normal...o coherente.
Principalmente porque mi cabeza no podía dejar de imaginar diferentes finales para ese...lo que sea que haya sido.
Para empezar, nunca había besado a nadie en mi vida, por lo que si me costaba un poco imaginar un beso con cualquier persona, un beso con Dian...bueno, digamos que eso estaba en una liga completamente diferente. Era el idiota más guapo que había conocido, y había crecido junto a Mason que era bastante guapo, y había sido criada por mi padre, que teniendo más de cuarenta hacía que todas las mujeres desde los doce en adelante giraran sus cabezas para verlo cuando íbamos por la calle. Pero Dian era Dian. Y en este momento me estaba volviendo loca. Más de lo habitual.
Suspiré y casi corrí a sentarme en una banca en un rincón escondido. Tuve que contener el impulso de tomar mi cabeza entre mis manos, después de todo el punto era no llamar la atención, y si lucía como que estuviera a punto de colapsar (que era como me sentía en este momento, en realidad)...bueno, digamos que los buenos samaritanos a veces podían ser un poco irritantes.
De momento me conformé con dejar caer mi cabeza hacia el respaldo de la banca.
Muy bien. Creo que tenía que dejar de ser una niña por un momento y pensarlo como lo haría una persona relativamente normal: Dian había estado a punto de besarme. Un beso de verdad. Y tenía esa pequeña voz en el fondo de mi cabeza que me advertía que no iba a ser un beso dulce como el que aparece en las películas de Disney.
Lamí mis labios y traté de concentrarme en ello, para empezar, ¿por qué querría besarme ahora, de entre todos los momentos? Además, siempre bromeaba al respecto cuando trataba con el fantasma de alguna chica linda, pero creo que nunca había considerado que él tuviera ese tipo de... ¿qué? ¿Emociones? ¿Impulsos? ¿Necesidades? El tipo apenas necesitaba dormir y siempre que lo veía comer era porque tenía ganas de hacerlo, nunca lo había escuchado decir algo como: "hey, tengo hambre".
Tal vez estaba ocurriendo algo más, tal vez (como siempre) él estaba "olvidando" decirme algo y él realmente no lo estaba haciendo por su propia voluntad...aunque si lo pensaba un poco más no conseguía encontrar ninguna razón por la que él tendría que besarme.
Suspiré.
Lo más deprimente de todo esto es que sabía que para obtener las respuestas que quería tenía que hablarlo con el causante de todo este caos. No quería hacerlo. No sabía qué iba a hacer cuando no me quedara de otra que hablar con él, porque sí, sabía que eso iba a terminar sucediendo tarde o temprano.
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La Sombra del Ángel
FantasySiara está acostumbrada a los fantasmas, ha sido capaz de verlos desde antes de poder recordar...aún así, ¿qué son esas sombras que la acechan? y ¿qué ocurre con Dian, su ángel de la muerte particular?