Capitulo 20

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Sombrío, escalofriante, con un aura oscura a su alrededor. La mujer que me miraba a través del espejo lucía como su hubiera sido sumergida en alguna sustancia negra, pero lo más sobresaliente era la sensación asfixiantes que causaba.

Recordaba que cuando era pequeña mis padres solían leerme los libros de "Harry Potter" antes de dormir. En ese momento no había podido entender lo que podían sentir los personajes frente a un Dementor...pero de pronto me estaba preguntando si era una sensación similar a la que estaba sintiendo ahora.

Esos ojos negros estaban fijos en los míos y causaba que una larga serie de escalofríos helados me recorrieran todo el cuerpo.

Alma perdida.

No tenía ni idea de dónde venían esas dos palabras que ya habían sido desplazadas a un rincón alejado de mi mente, pero la imagen del rostro de Dian y su expresión cuando me hablaba de ellas apareció en mi mente como un rayo en medio de un día despejado. Fuera lo que fuera, no era bueno.

De pronto estaba entendiendo a las presas cuando se encontraban frente a uno de sus depredadores, sabiendo que tenían que escapar pero con miedo de que salte hacia ti apenas hagas un pequeño movimiento.

Pero no podía quedarme aquí.

Tomé una respiración profunda y no me atreví a parpadear mientras calculaba la cantidad de pasos que me separaban de la puerta.

Sin embargo antes de que pudiera siquiera mover un músculo ella se abalanzó hacia mí.

Pude agacharme justo a tiempo para evitarlo, pero pude escuchar el sonido del vidrio del espejo romperse.

Estaba corriendo incluso antes de enderezarme por completo. Pero aun así sentí un frío rozarme cuando iba a medio camino. Estaba a punto de entrar en pánico cuando de pronto choqué contra un pecho cálido.

Mi cuerpo actúo antes de que pudiera procesarlo y cuando me di cuenta mis brazos ya estaban envueltos alrededor de Dian. No tenía ni idea de por qué había venido, o mejor dicho no podía pensar con claridad en este momento, pero en verdad estaba agradeciendo a los cielos.

-No mires, ojos dulces-Susurró.

Asentí con mi cabeza y me escondí aún más en su pecho. La calidez del cuerpo de Dian poco a poco empezaba a temperar mi cuerpo helado.

No sé cuánto tiempo pasó ni qué fue lo que hizo Dian para que no pudiera escuchar nada, pero cuando por fin me separé el baño lucía igual que antes, incluso el espejo roto estaba como nuevo.

Parpadeé repetidamente y finalmente fijé mis ojos en Dian. Mi cuerpo seguía básicamente fusionado al suyo y sus palmas estaban en la piel desnuda de mis hombros.

-¿Te encuentras bien?-Preguntó.

Su voz era suave y calmada, con un efecto un tanto relajante, lo que contrastaba con la preocupación (y creo que un poco de miedo) en su rostro.

Abrí mi boca para decir que sí, pero las palabras no salieron de mi boca, cerré mi boca confundida y lo intenté una vez más, pero las palabras nuevamente no aparecieron. Sólo que esta vez se escapó un pequeño sollozo que realmente no entendía de dónde venía.

Lo peor fue que otro sollozo siguió a ese.

Antes de que pudiera darme cuenta estaba llorando, con las lágrimas corriendo una tras otra, arruinando mi maquillaje.

Dian guardó silencio pero pasó sus brazos a mí alrededor y estuve, una vez más, con mi rostro escondido en su pecho.

Quería irme a casa.

La Sombra del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora