CAPÍTULO 4

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POV MARIA JOSÉ

- ¿Qué? - pregunto, aterrada al escucharla pronunciar el taco en voz baja.

- Estoy pensando. - Valeria levanta una mano.

- ¿Ha hecho esto antes? ¿Hay libro de instrucciones para esto?

Menea la cabeza. - No, me refiero a que ha tenido muchísimas amantes. Normalmente, busca que sean de fuera.

- ¿Y?

- Y desaparecen después de unos meses. Como si jamás hubieran existido, vamos. Recuerdo a Matu Garcés, la chica que conocíamos de la iglesia y de la que nadie sabe nada desde que empezó a correr el rumor de que se convirtió en su amante. Por lo que tengo entendido, la policía lo considera un caso sin resolver.

Se me acelera la respiración otra vez. Da igual hacia dónde mire, el único final aparente para mí es la muerte. Valeria me observa con atención, como si estuviera observando cada uno de mis rasgos por primera vez.

- Después de ese follón con Matu, no ha vuelto a estar con una mujer de por aquí cerca.

-¿Por qué se desvía ahora de sus costumbres? ¿Por qué yo? - Mis preguntas parecen tan frenéticas como lo está mi cerebro. Valeria niega con la cabeza.

- A saber. - Su respuesta no consigue tranquilizarme en absoluto. Se aleja de mí para acercarse a la encimera y coger el móvil.

- Tengo que hacer una llamada.

Me deja en el sofá y sale de la estancia. Doblo las rodillas y me abrazo las piernas mientras repaso mis opciones. Encuentro medio millón de dólares por arte de magia. Me prostituyo para una persona que ha asesinado o ha mandado asesinar a otras personas, y cuyas compañeras de cama desaparecen una vez que acaba con ellas. O me preparo para morir entre terribles sufrimientos, y asumo que mis amigos y mi familia también van a morir. Todo por culpa de Johann. ¿Cómo pude ser tan tonta? Nos conocimos online, durante mi primera incursión en el mundo de las citas por Internet. Éramos tan compatibles que parecía ridículo. Nuestra primera cita fue un sueño hecho realidad. El ambiente no podía ser más relajado, tal como siempre he pensado que debía ser el amor verdadero. ¿Y la atracción? Saltaban chispas. Al menos, al principio. Fui yo quien propuso que nos fugáramos y él me dijo que era la idea más romántica que había oído en la vida. Así que lo hicimos. «Era un experimentado estafador.» Pensé que le interesaba tanto la destilería porque era mi pasión y, después de la boda, incluso quiso involucrarse en el negocio. Íbamos a ser un equipo imparable, y eso me emocionaba. Hasta que lo vi con la otra. De repente, descubrí el motivo del escaso interés que demostraba por el sexo. Estaba demasiado ocupado tirándose a otra como para follar conmigo. Y, entonces, llegó el momento de enfrentarse a los hechos. Johann Vera me había estafado. Nunca quiso formar parte de un equipo. Solo quería usar la destilería como aval para pedirle un préstamo de medio millón de dólares a una mujer más espeluznante que el peor villano que haya creado Hollywood.

No dejo de imaginarme a una mujer bailando descalza sobre cristales hasta que no pudo soportar más el dolor y acabó cortándose las venas. «Es un monstruo.» Me abrazo con más fuerza las piernas. Vale regresa al cabo de un momento.

- Solo tengo cien mil disponibles. Mis amistades pueden prestarme doscientos mil más, tal vez doscientos cincuenta mil, pero no puedo reunir medio millón en una semana.

Parpadeo un par de veces y miro a mi mejor amiga hasta que caigo en la cuenta de que está hablando de prestarme dinero.

- No he venido para eso. No puedo aceptar...

- Claro que no has venido con la mano extendida, porque tú no eres de esas. Pero te lo daría si pudiera. Tu pescuezo no es el único que está en peligro, cariño. Si fallas, los demás vamos detrás de ti.

ME PERTENECES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora