CAPÍTULO 35

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POV CALLE

Desde mi posición en el muelle, miro a ese imbécil de mierda, maniatado en el suelo del hidrodeslizador de Ransom. Saxon está de pie, junto a él, y esperamos a que el gilipollas se despierte, de modo que tenga unos cuantos minutos para comprender hasta qué punto la ha cagado al romper el acuerdo y volver a la vida. Saxon le clava la puntera de una bota embarrada en las costillas. La cabeza de Johann Vera cae hacia atrás y los párpados se le mueven un poco, pero vuelve a cerrar los ojos cuando el haz de luz de la linterna que Ransom tiene en las manos le da de lleno.

- Seguro que desearías haberte quedado muerto, Johann - dice Ransom, con voz tranquila y ese fuerte acento cajún tan suyo.

- ¿Qué coño ha pasado? - Johann habla con dificultad, seguramente porque no me he cortado a la hora de pegarle con la pistola hasta dejarlo inconsciente. Ransom le da otra patadita.

- Te estamos dando otra oportunidad para que le reces a Dios antes de darte el último paseíllo nocturno.

Ransom es una rata de pantano con un piquito de oro que empezaba en el negocio del contrabando más o menos cuando a mí me acogió el imperio que hoy rijo. No hay un solo rincón de los pantanos que no conozca y, por suerte para mí, le importa una mierda qué lleve en su embarcación mientras el precio sea justo. No tengo amigos, pero, de tenerlos, podría considerarlo como tal. Hemos hecho muchos negocios juntos a lo largo de los últimos diez años. De los dos, Ransom es quien habla. Supongo que es mejor para su negocio de transportes. Saxon prefiere quedarse en la sombra y hablar lo menos posible. Pero no conozco a nadie que se le dé mejor matar con una pistola, un cuchillo, un garrote o un puto lápiz. Es un profesional en todo el sentido de la palabra, y le confío los trabajos más delicados. No dejaría que ninguno de mis empleados tocara la mierda que le encargo. No he conocido a una persona con un control más férreo sobre sus emociones que Saxon. «Un cabrón muy listo.» En vez de rezar, Johann Vera aprovecha la ocasión para desahogarse.

- Que os follen. Y que follen a esa puta de mierda. A esa princesita mimada. ¿Te deja metérsela por el culo para que salves su preciada destilería? ¿Es tan buena que le estás pagando? - La sangre brota de entre los dientes que le faltan mientras habla, y no me remuerde la conciencia cuando Saxon le da otra patada en la cara, rompiéndole unos cuantos más.

- Cierra la boca, gilipollas. - Johann escupe los trozos de dientes.

- Perra. Calle, eres una perra de mierda. Me he enterado de que te encontraron metida en un montón de mierda, sí.

En este momento, me doy cuenta de que me importa una mierda que me insulte. Le quedan pocos minutos de vida. Pero, de todas formas, como vuelva a insultar a María José, le va a resultar mucho más doloroso.

- Le apuntaste a tu esposa con una pistola y amenazaste con matar a su familia. Yo diría que aquí el único perro de mierda eres tú - replica Ransom. Johann lo fulmina con la mirada.

- No me casé con ella por su coño. Quería el dinero. Creía que era mi gallina de los huevos de oro, que había dado un braguetazo. Pero endeudó la destilería hasta las cejas en cuanto se hizo con el control. Solo pude escamotearle un poco aquí y allá, porque no dejaba casi dinero. - Escupe más sangre antes de continuar-. Y que follen a su familia también.

Saxon le da otra patada en las costillas, y Ransom lo reprende de nuevo.

- ¿No sabes que es muy irrespetuoso hablar de tu puta esposa de esa manera? Joder, ¿qué coño te pasa? Hiciste unos votos.

Vera escupe sangre en el suelo de la embarcación.

- Joder, si no fue real. Me casé con una zorra en Reno cuando tenía veinticinco y no hice nada para quitarme aquel marrón de encima. María José nunca ha sido mi mujer legalmente. Menuda mierda de tía y de víctima. - Salto del muelle a la embarcación, haciendo que se balancee.

ME PERTENECES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora