CAPÍTULO 78

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POV CALLE

Paso del teléfono las tres primeras veces que lo siento vibrar en el bolsillo, pero cuando lo hace por cuarta vez, María José suelta una risilla y se aleja para cambiar otra vez la música. Lo saco del bolsillo, cabreada porque alguien se atreva a interrumpir lo más parecido que he tenido a un banquete de bodas. Solo María José y yo, bailando en el restaurante a la luz de las velas mientras la luz de la luna entra a raudales a través del grueso cristal de las ventanas. Miro la pantalla. Es J.

- ¿Qué está pasando que no puedes encargarte tú?

- Acaban de soplarme que la poli va a registrar el casino esta noche, jefa. Pensé que te gustaría saberlo. Joder.

- ¿Esta noche? ¿A quién coño no tenemos en nómina? ¿Qué gilipollas se atreve a hacer algo así?

- Al parecer, hay más polis buenos en la ciudad de los que pensábamos.

- Ciérralo y despeja.

- ¿Quieres encargarte en persona o prefieres que sea yo quien los reciba?

María José se bebe otro vaso de whisky irlandés mientras tararea y ojea la lista de reproducción para darme privacidad. Quiero quedarme aquí para siempre, pero esto forma parte de mi vida. No siempre tengo el lujo de poder decidir cuándo va a ser la siguiente redada de la policía. Sin embargo, les dejaré muy claro que no son bienvenidos en mi establecimiento.

- Yo voy.

- ¿Segura? Porque...

- Yo me encargo. Nos vemos allí.

- Vale, jefa. Estoy en ello.

María José deja el vaso vacío en la mesa, y sus ojos verde aceituna me miran con preocupación.

- ¿Algo va mal? ¿Qué ha pasado?

- Nada de lo que tengas que preocuparte, pero tengo que encargarme de un asunto. - Le tiendo la mano y ella entrelaza sus dedos con los míos -. Pero retomaremos esto durante la luna de miel.

- Ahora somos un equipo. Si algo va mal, puedes decírmelo.

Aprieto los dientes. Sus palabras y su tono de voz parecen expectantes, y mi reacción instintiva es la de protegerla de todo en la medida de lo posible.

- Siempre habrá cosas que no necesites saber.

- Pero hay cosas que sí puedes decirme. Si ahora mismo recibiera una llamada que cambiase por completo mi estado de ánimo, como te ha pasado a ti, no dejarías que me fuera sin una explicación, Daniela. Además, ya nadie puede obligarme a testificar en tu contra.

Tiene razón, y la respeto a ella y a su deseo de saber lo que ocurre. Puesto que no es un tema de vida o muerte que tenga que mantener en secreto, decido contárselo.

- La policía va a hacer una redada en el casino, así que necesito asegurarme de que no haya casino alguno cuando aparezcan. - María José levanta tanto las cejas que casi le llegan al nacimiento del pelo.

- Cualquiera diría que estarían contentos después de que hayas limpiado las calles sin que ellos hayan movido un dedo.

- Supongo que esta es su forma de decirme que no les ha hecho gracia mi intervención.

- ¿Ha pasado antes? - Asiento con la cabeza.

- Una vez. Cuando me hice con las riendas de la organización. Me estaban poniendo a prueba, y llegamos a un acuerdo. Ha estado vigente mucho tiempo. Esto es otra prueba, pero no nos ocasionará el menor problema.

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