CAPÍTULO 69

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POV MARÍA JOSÉ

Veo reflejado en su cara: que espera que la rechace, que rechace todo lo que es. Pero Daniela Calle no me conoce tan bien como cree y, al parecer, yo tampoco me conocía muy bien. La historia que me contó Valeria me revolvió el estómago. La historia que me ha contado Daniela me lo ha revuelto todavía más, pero por un motivo muy distinto. No me da ningún miedo. En absoluto. Por fin empiezo a comprender quién es en el fondo. Daniela Calle nunca será una heroína, pero estoy segurísima de que Rubio la llamaría como su salvadora. Estoy segura de que otros muchos también la ven así. Daniela Calle vive según un código personal, no siente el menor remordimiento por sus actos, pero eso no quiere decir que no tenga motivos honorables.

- Impartes justicia como crees conveniente, pero no creo que le hayas hecho daño a una persona inocente a propósito.

- No te engañes ni finjas que salvar a un par de críos compensa todo lo que he hecho. No podrás encontrar un alma más negra que la mía ni aunque rebusques en las llamas del infierno.

Está convencida de lo que dice. Lo veo en su cara, pero yo creo que se equivoca.

- ¿Quieres que te diga que me das asco? Pues mírame a los ojos y dime que me sacrificarías para salvarte.

Daniela pone los ojos como platos antes de enmascarar la sorpresa.

- ¿Qué coño intentas demostrar?

- Dímelo. - Mi orden es tan firme como la mujer que tengo delante -. Convénceme.

Tuerce el gesto, asqueada.

- Ni de coña.

La sonrisa triunfal que esbozo seguramente sea tan torcida como lo que me consume por dentro, pero me da igual.

- Morirías por mí. Ya me lo has demostrado. Te plantaste delante de una bala con tal de salvarme de recibir un disparo. No permitiste que los médicos te pusieran las manos encima antes de que terminaran conmigo, aunque necesitases más que yo su atención. Si quieres que crea que eres un monstruo, vas a tener que esforzarte más, porque solo veo a una mujer que merece estar a mi lado.

Me mira con cara de alucinada.

- Te aterroricé, joder. No conviertas esto en un cuento de hadas, María José. Porque no lo es en absoluto.

Aparta la vista y, en esa ocasión, extiendo el brazo para imitar uno de sus gestos preferidos: le tomo la cara por el mentón y la insto a volver la cabeza para mirarme.

- No quiero un cuento de hadas. Creí tenerlo una vez y mira cómo terminó. Quiero algo real, y tú eres la persona más real que he conocido en la vida. No escondes ni uno solo de tus pecados. Lo que sí ocultas es lo que te motivó a cometerlos, y eso es lo que lo cambia todo. - Me quedo callada mientras veo cómo la incredulidad le frunce el ceño y, después... la esperanza, tal vez. Todavía no se ha dado cuenta que no necesita la esperanza. Ya me tiene a mí.

- No me aterrorizaste. Tal vez te tuviera un poco de miedo, pero te deseaba en la misma medida, puede que incluso más. Valeria acertó con algunas cosas, incluido el hecho de que me comerías la cabeza y de que me obligarías a luchar contra mi propio cuerpo. Pero se equivocó en lo más importante. Me dijo que no podía permitirme que entraras en mi corazón. La verdad es que no puedo tolerar el hecho de que no lo hagas, porque me arrepentiría para los restos. Mi corazón ya es tuyo, lo quieras o no.

Daniela cierra los ojos un segundo. Cuando los abre, es como ver a una persona totalmente diferente.

- Gracias a Dios, porque no tengo ni puta idea de cómo iba a lograr dejarte marchar.

ME PERTENECES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora