CAPÍTULO 66

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POV MARÍA JOSÉ

La mano de Daniela me da un fuerte apretón. Acepto la fuerza que me ofrece, aunque tenga que afrontar la innegable impresión del engaño de Valeria. Hasta este momento desconocía que fuera posible verse dividida por dos emociones tan opuestas. Agradezco que Valeria me pusiera en el camino de Daniela, pero la puñalada trapera que me ha dado es innegable. Me pintó la imagen de una mujer más temible que el mismísimo diablo y, sin embargo, me empujó a su camino. Sin saber cómo acabarían las cosas. ¿O acaso lo sabía? Yo... No entiendo nada, joder.

- No sé si mi mejor amiga estaba haciendo de casamentera o si me estaba prostituyendo.

Daniela me da otro apretón y extiende el otro brazo para aferrarme la barbilla.

- Ni se te ocurra decir eso de ti misma, joder. Nos la ha jugado a las dos, María José. Ha sido una jugada magistral. Te dije que era la mejor en lo suyo por una razón. Me conocía. Sabía lo que me gustaba, a lo mejor lo sabía mejor que yo. Y te puso en mi camino. A la mujer que sabría que desearía de inmediato. Porque tú eres la droga a la que no me puedo resistir. Apostó a que me engancharía a ti con solo probarte una vez y ganó. - Me quedo boquiabierta de nuevo en lo que me parece la enésima vez durante los últimos minutos, y no porque yo no sienta lo mismo con respecto a aquella noche. Ansiaba más. Necesitaba más. Joder, si hasta me casé al día siguiente con el tío que pensaba que era ella. - Pero no entiendo su motivación. Eso es lo que no tiene sentido.

- Y esa es la parte que me tiene perpleja. ¿Es este otro ejemplo de «Valeria, la sabelotodo»? ¿O estaba jugando a la ruleta rusa con mi vida?

- Ojalá pudiera ofrecerte una respuesta, pero no la tengo. Valeria Sandoval no ha llegado adonde está haciendo cosas sin motivo. Es lista. Astuta. Siempre la he respetado. Pero hay otra cosa importante que debes saber.

Me preparo para otra confesión que no sé si podré aguantar.

- ¿El qué?

La mirada de Daniela se suaviza mientras me acaricia la mejilla con el pulgar.

- Dos días después del baile de máscaras, seguía sin poder dejar de pensar en ti. En lo increíble que eras. En tu forma de exigir lo que deseabas y de entregarte a la vez. - Sus palabras despiertan un deseo palpitante en mi interior mientras rememoro los recuerdos, y eso consigue que la sensación de traición se diluya al concentrarme en lo que realmente importa: el lugar al que he llegado gracias a su intervención. - Fui a ver a Valeria y le dije que quería estar contigo otra vez. A largo plazo. Y de forma exclusiva.

- ¿Eso hiciste? - le pregunto, alucinada. Daniela asiente con la cabeza.

- Claro que lo hice. Lo que exigiste y lo que me entregaste era único. Valeria consiguió su objetivo. Sabía que me engancharía. - La confusión me invade de nuevo.

- ¿Crees que esperaba que empezase a trabajar para ella?

- No lo sé, pero cuando le pregunté por las condiciones y por la forma en la que podría adquirirte... - El término hace que ponga cara de asco, y ella frunce el ceño. - Fierecilla, así era yo y eso hacía. Las mujeres eran bienes. Que poseer. Que usar. Y que apartar de mi mente en cuanto me corría. No puedo cambiar eso.

- Pero esa parte no tiene por qué gustarme.

Su mirada me atraviesa.

- Así era yo hasta que te conocí - afirma, enfatizando cada palabra -. No podía dejar de pensar en ti. Te colaste en mi vida. Lo cambiaste todo.

Su confesión me alivia, pero no cambia el hecho de que Valeria me mintiera. Claro que Daniela no tenía la culpa, y yo no podía hacer que cargara con ella.

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