CAPÍTULO 76

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POV CALLE

He perdido la cuenta de la cantidad de orgasmos que le he provocado a María José, pero cuando cae desmadejada a mi lado, la pego a mi cuerpo y nos arropo a las dos con el cobertor. Tal vez no hayamos tenido todavía nuestra noche de bodas, pero se lo resarciré. Sigo asombrada por lo que ha dicho. Joder, lo que ha gritado a los cuatro vientos. «Te quiero.» Nunca he sabido qué coño significa la palabra «amor». Cuando te crías sin conocerlo, sin sentirlo, es algo que no tiene sentido. Ya sabía que recibiría una bala por ella. Que moriría por ella. Que viviría por ella. Si eso es amor, tal vez por fin empiezo a entenderlo. No me cabe la menor duda de que al menos comprendo una cosa: no quiero perder nada de esto. No quiero perderla. Y desde luego que no quiero volver a ver su sangre en mis manos. Nunca más. Se acurruca contra mí, y la beso en la sien antes de abrazarla con más fuerza.

- Nadie volverá a tocarte en la vida.

Por fin cierro los ojos. Pero en vez de disfrutar de un sueño reparador, me enfrento a una pesadilla en la que alguien intenta arrebatarme a María José. No sé cuánto tiempo ha pasado cuando me despierto, sobresaltada, pero ella abre los ojos al mismo tiempo que yo me incorporo de un salto en la cama.

- ¿Qué pasa?

Está alerta en un abrir y cerrar de ojos, y extiende el brazo hacia la mesilla, en busca del arma cargada en su funda. Es perfecta para mí.

- Nada. - Le cojo la mano y se la aparto antes de que pueda alcanzar el revólver -. Todo va bien. - Suelta el aire muy despacio.

- ¿Te importa que la próxima vez nos despertemos sin un ataque al corazón? Sería estupendo.

Algo brota de mi garganta, y me doy cuenta de que es una carcajada.

- Lo intentaré.

- Bien.

- Mientras tanto, haz el equipaje. Es hora de salir de esta puta ciudad. - María José pone los ojos como platos.

- ¿Por qué? Creía que ya era segura.

- Lo es. Pero te quiero solo para mí. Lejos de aquí. Sin distracciones.

- ¿Como una luna de miel?

- Llámalo como quieras, pero es hora de irnos. El avión estará listo para irnos dentro de una hora. - María José se muerde el labio.

- Sé que no va a sonar nada bien, pero te pido por favor que entiendas mi postura.

Me preparo para lo peor mientras me pregunto qué coño ha podido provocar la incertidumbre que veo en la cara de mi fierecilla.

- ¿Qué pasa?

- No puedo irme ahora mismo. Llevo días encerrada mientras intento dirigir una empresa, que está cambiando a marchas forzadas, desde dentro de estas cuatro paredes. Y antes de eso, me pasé casi una semana fuera del país sin haber planificado mi ausencia. Y luego está el premio y un millón de pedidos y... Básicamente, la destilería es una locura ahora mismo. De verdad que tengo que ir a trabajar.

Mi primer impulso es desentenderme de sus protestas y decirle que son chorradas. No necesita trabajar. Ya no. Tengo dinero de sobra para llevar un lujoso estilo de vida para toda la eternidad. Pero contengo esa primera reacción.

- Así que esto es lo que significa estar casada con una directora ejecutiva, ¿no? - Asiente con la cabeza.

- Necesito que estés de acuerdo, porque es importante para mí.

- Pues acordemos un término medio. - María José echa la cabeza hacia atrás y levanta las cejas.

- ¿Conoces el significado de la expresión? - Me tiemblan los labios con lo que creo que es una sonrisa.

ME PERTENECES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora