CAPÍTULO 15

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POV MARÍA JOSÉ

No sé ni para qué intento trabajar durante el resto del día. No me puedo concentrar en otra cosa que no sea el juguete sexual que he lavado en mi cuarto de baño privado, he envuelto en papel y he guardado en el bolso... después de pasarme casi una hora quitándome la henna. Las cinco llegan y pasan, pero no salgo del despacho. Cuanto más tiempo esté aquí, más tiempo evitaré tener que cumplir alguna de sus órdenes.

Son más de las siete cuando alguien llama a la puerta del despacho. Tenso los hombros de inmediato y me aferro al borde de la mesa. «No es ella», me digo mientras me obligo a relajarme. Calle jamás llamaría. Le doy permiso para entrar a quienquiera que sea y veo que Temperance asoma la cabeza.

- Me había parecido que tenías las luces encendidas. Pensaba que habías salido a celebrar el triunfo de hoy.

«Salido a celebrar...» Eso es algo que ya no tengo permiso para hacer. ¿O sí?

- Ya me conoces, soy adicta al trabajo.

- Es cierto. Por eso he traído la celebración a tu despacho. - Se saca una botella de champán que llevaba escondida a la espalda. Miro la botella, sorprendida.

- Creía que no bebías alcohol. Nunca has probado el whisky. - Veo que se muerde el labio inferior y que me mira con timidez.

- A lo mejor me despides, pero... es que no me gusta el whisky. - Me santiguo como si fuera un cura y ella hubiera pecado en mi presencia.

-¿Lo dices en serio? - Ella asiente y sonríe en respuesta.

- Estoy segura de que Seven Sinners es el mejor que hay, y por eso lo vendo tan bien. Pero, después de que una noche en concreto, durante el primer año de universidad, mi flamante compañera de cuarto tuviera que sostenerme la papelera mientras yo vomitaba desde la litera superior, no he sido capaz de volver a olerlo siquiera.

Uno las manos al frente y me las llevo al puente de la nariz mientras me imagino la escena con una carcajada.

- Vale. A mí me pasa lo mismo con la ginebra. Sabe demasiado a los ambientadores con olor a pino cuando la vomitas. O, al menos, eso pasaba con la ginebra barata que bebía en la universidad. Ahora solo bebo whisky del bueno.

-¿Solo Seven Sinners? - Niego con la cabeza.

- No, me aseguro de probar el whisky de nuestros competidores todo lo que puedo. Hay que saber lo que está haciendo la competencia para asegurarnos de hacerlo mejor. - Temperance levanta la botella de champán.

-¿Eso significa que nada de brindar con champán para celebrarlo?

El deje esperanzado de su voz es tan evidente y tengo tan pocas ganas de irme que no puedo evitar aceptar la invitación.

- Tengo unos vasos que podemos usar. No son copas, pero nos evitarán tener que subir en busca de unas. - Temperance sonríe.

- No soy puntillosa. Estaba pensando en usar las tazas con el logo de la empresa. - Se sienta en uno de los sillones de cuero situados frente a mi mesa y levanta la botella -. ¿Quieres hacer los honores?

Recuerdo la última vez que descorché una botella de champán. Fue en mi casa durante mi noche de bodas, porque Johann no consiguió abrirla. Ahora me pregunto si solo bebió alcohol aquella noche. Los buenos recuerdos a los que traté de aferrarme después de su traición están manchados por lo que me contó Valeria. Mi marido era un estafador y un cocainómano, además de un hijo de puta que me puso los cuernos. Asimilo la realidad mientras acepto la botella de manos de Temperance.

ME PERTENECES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora