CAPÍTULO 14

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POV MARÍA JOSÉ

Estoy sentada a la mesa, en frente del vicegerente, del director de relaciones públicas y del coordinador especial para eventos de Voodoo Kings cuando Carlie, una de mis camareras, lleva la primera ronda de whiskies. Si alguien cree que no me rebajaría a emborracharlos, se equivoca. Estos hombres tienen poder para firmar el contrato que me ayudaría a sacar a mi empresa del pozo en el que está, y eso implica que no me queda más remedio que conseguir que lo firmen. ¿Me enorgullezco de ello? No especialmente. ¿Estoy dispuesta a hacerlo si hace falta? Desde luego. ¿Doy gracias a Dios de que ni una sola persona de las que hay sentadas al otro lado de la mesa es una mujer, alguien que podría olerse la jugada? Joder, pues claro.

- Caballeros, empecemos la reunión como es debido... con un buen whisky irlandés, destilado en nuestra ciudad siguiendo la tradición de mi familia.

Cojo un vaso y lo levanto, acercándolo al centro de la mesa. Todos cogen el suyo. Ninguno se da cuenta de que Temperance no lo hace. Si bien yo llevo bebiendo whisky como si fuera leche materna desde hace casi diez años, ella casi no bebe. Suelo bromear diciendo que sale muy barata en una cita. Todos los hombres levantan el vaso y brindamos.

- Sláinte - digo al tiempo que la vibración se desata entre mis piernas, y casi se me cae el vaso.

Los hombres se beben el whisky de un trago, sin darse cuenta de que a mí me cuesta llevarme el vaso a los labios por las oleadas de placer que me atraviesan. Bebo un buen sorbo, porque lo necesito más que nunca, y me muevo en el asiento mientras rezo para que esas vibraciones terminen tan pronto como las últimas. El vicegerente se inclina hacia delante, no mirándome a los ojos, sino con la vista clavada en el escote de pico de mi blusa.

- Bueno, María José. Tengo entendido que has estado haciendo un trabajo excepcional con la destilería desde que recibiste las riendas de manos de tu padre.

Estoy tan distraída por las vibraciones que siento entre las piernas que no sé si es un cumplido o una burla.

- Los últimos meses han sido un poco agobiantes, pero, al igual que mis antepasados, miro hacia el futuro. - No sé de dónde ha salido esa respuesta, y me obligo a sonreír mientras me acerco al orgasmo-. La tenacidad y los irlandeses van de la... mano.

Me cuesta pronunciar la última palabra. Estoy a un paso de correrme cuando las vibraciones se detienen de repente. No sé si quiero matar a la mujer que controla el mando a distancia o besarla por no avergonzarme en público. «¿Besarla? ¿Te has vuelto loca, María José?» El placer desaparece tan rápido como ha aparecido. «Jamás. Voy a ser como la puta Julia Roberts antes de que se enamore como una idiota de Richard Gere en Pretty woman. Nada de besos en la boca. Nunca. Esa será una de las reglas.»

Tenaz, desde luego. Una vez más, los ojos del asistente están clavados en mi escote y soy incapaz de no bajar la mirada. «Ay, mierda.» Se me notan los pezones por debajo del sujetador transparente que ha escogido Calle. Salta a la vista que no han recibido la notificación de que no hay orgasmo. Suelto el vaso en la mesa con más fuerza de la necesaria y el golpe hace que me mire a la cara de repente.

- Vamos a hablar del magnífico paquete que les hemos preparado. - Por suerte, Temperance interpreta mis palabras como su pie para participar. - Tal y como han solicitado, y como ya hemos hablado por encima, hemos encontrado la solución perfecta para cualquier problema de relaciones públicas con nuestro sistema de aparcacoches...

- Sigo pensando que están locas si creen que estos tíos se van a tomar bien que se nieguen a devolverles las llaves al final de la velada - dice el director de relaciones públicas, interrumpiéndola. El coordinador de eventos lo mira.

ME PERTENECES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora