CAPÍTULO 80

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POV MARÍA JOSÉ

En la actualidad

Lucho contra la oscuridad y abro los ojos. El dolor se ha apoderado de todo mi cuerpo y es mucho peor que el que sentí después del incidente con el coche. La única luz en la cripta procede de la luna llena que se cuela por las grietas de la escayola de un rincón del techo. No basta para ver el horror que me rodea, pero sí lo huelo.

- ¿Valeria? - Se me quiebra la voz aunque solo he susurrado y saco fuerzas de flaqueza para soportar el dolor cuando extiendo un brazo para tocarla -. Valeria, no puedes estar muerta. Por favor. La última vez que hablamos lo hicimos enfadadas, y no puedo vivir con ese peso en la conciencia. Si consigo sobrevivir.

Temerosa por lo que pueden encontrar mis dedos, los paso sobre la seda de su kimono hasta llegar al cuello. Todavía está caliente.

- ¡Valeria! - En esta ocasión grito su nombre, pero no obtengo respuesta. No sé cuánto tarda un cadáver en enfriarse, pero me niego a creer que eso es lo que está sucediendo aquí. - Valeria Sandoval, no puedes estar muerta. Me niego a creerlo.

Un dolor palpitante se me extiende por el hombro izquierdo con cada latido de mi corazón, y me informa de que estoy perdiendo sangre. Tengo que detener la hemorragia, pero antes necesito saber si mi mejor amiga está muerta. Palpo hasta dar con su carótida y cierro los ojos para bloquear mi propio dolor mientras rezo para encontrar señales de vida. Al principio no siento nada. Pero después... ahí está. Un pulso muy débil. Esa es la palabra que usan en las series de televisión, ¿verdad? No está muerta.

- ¡Valeria! ¡Despierta, coño!

Subo la mano para tocarle la cara con la esperanza de que me responda, pero no lo hace. Estoy en una tumba silenciosa, rodeada de los cuerpos de aquellas que creo que son las amantes desaparecidas. Tal vez incluso del cuerpo de Matu Garcés. Pero ¿cómo es posible? Daniela Calle, la mujer con la que me he casado, no mataría a una mujer inocente. Pero ¿esa loca rubia? Es evidente que está como una puta cabra. ¿Quién coño es?

- Quédate conmigo, Valeria - susurro mientras me arranco la manga derecha de la blusa para presionarme con ella la herida del hombro izquierdo.

La sangre empapa la tela en cuestión de segundos. Me estoy desangrando. No sé por qué tengo esa certeza, pero así es. Aunque si muero, Valeria muere conmigo. No soporto esa idea. Intento incorporarme y ponerme de pie, desesperada por encontrar una salida, pero me invade un dolor agónico. Empiezo a ver motitas negras a mi alrededor mientras caigo sobre el espantoso montón que tengo debajo entre crujidos. No, me digo. Tengo que intentarlo de nuevo. Mis fuerzas se agotan mientras el dolor satura mis sentidos. Sé que estoy a punto de desmayarme otra vez, pero por mi mente pasa un último pensamiento coherente. Daniela reducirá esta ciudad a cenizas si me pasa algo.

POV CALLE

Conozco demasiado bien las coordenadas del GPS. Y no tiene sentido. O tal vez tenga demasiado sentido... «Es imposible...» Me aparto de la mesa y cojo una pistola de uno de los cajones.

- ¿Qué haces? - me pregunta mi mano derecha.

- Ir en busca de mi esposa.

- ¿Te has casado con esa puta?

Al oírla, se me enciende la bombilla, joder. Clavo la vista en la cara de J.

- Habla de ella con respeto y dime qué coño has hecho.

La apunto con la pistola. J regresó a mi lado después de cuatro años y con un doble grado en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, tras haber pasado los fines de semana y las vacaciones recibiendo un tipo de entrenamiento en combate cuerpo a cuerpo, reservado normalmente para los cuerpos de seguridad profesionales. Endurecida por la batalla, así se definió cuando me exigió un puesto en mi organización, aduciendo que Nueva Orleans era su hogar y que yo era su única familia. Le dije que si le permitía quedarse, nadie podría saber jamás quién era. Y como el resto de los integrantes de mi organización, respondería solo a una letra. La primera letra de su apellido: Jones.

- ¿Cómo has podido casarte con ella? - grita, y su voz reverbera en las paredes.

- ¿Qué has hecho, J?

- ¡Llámame Destiny, joder!

Se mece sobre los talones, como la niña que encontré acurrucada bajo los escalones del porche, pero ahora no puedo pensar en eso. Ahora el instinto me dice que ella está detrás de todo.

- Como no me digas qué le has hecho a María José antes de dos segundos, te pego un tiro. Y a la mierda con el pasado. - Su cara refleja la traición y la sorpresa antes de que su expresión se endurezca.

- He hecho lo que tenía que hacer.

- Como le hayas puesto un puto dedo encima, te juro por lo más sagrado que...

- ¿Qué? ¿Vas a matarme, Eva? ¿Después de tanto tiempo? Era un estorbo. Todas eran un estorbo, pero me ocupé de ellas en cuanto les diste la patada para que no hubiera cabos sueltos. Luego esa madama loca se pasó de rosca y te ofreció una que no era una puta. Al menos, al principio. Debería haber sabido que no debía engañarte. Nadie te engaña y vive para contarlo.

- ¿Qué le has hecho? -mascullo.

- Se suponía que no te enamorarías de ella. Se suponía que solo me querrías a mí. ¡Así que la he enterrado como al resto!

Mi rugido se oye un segundo antes de que apriete el gatillo. La bala le atraviesa la mano y ella grita cuando empieza a brotar la sangre. D entra corriendo, y nos mira sin dar crédito.

- ¿Jefa?

- Enciérrala. No la pierdas de vista ni un puto segundo u os mato a los dos. Z y yo vamos en busca de mi esposa, y será mejor que empieces a rezar para que siga viva.

POV MARÍA JOSÉ

Pierdo la noción del tiempo, me despierto y lucho para mantenerme consciente. Grito hasta quedarme sin voz. No encuentro heridas en el cuerpo de Valeria, pero la envuelvo con mi cuerpo. Ninguna de las dos vamos a durar mucho más. El ruido de un motor me devuelve al mundo exterior. Más allá de esta tumba, donde tan segura estoy de que voy a morir. Grito al tiempo que acuno la cabeza de Valeria contra mi pecho, momento en el que toco algo puntiagudo. Los alfileres del pelo. Le quito uno y lo agarro con la mano derecha. Si esa loca ha vuelto, será ella la que muera. No puedo pensar con claridad, y me duele todo el cuerpo mientras intento levantarme. Oigo cómo crujen los huesos que tengo debajo, y el olor de la descomposición me provoca arcadas. Es algo que no olvidaré si sobrevivo a esto.

- ¡Socorro! - grito con la voz quebrada.

Pierdo el equilibrio y caigo de bruces sobre un cadáver, perdiendo el alfiler que tenía en la mano. Las bisagras de la puerta de madera chirrían al abrirse. Mi plan es levantarme de entre los cadáveres y atravesarle a esa loca el corazón con el alfiler, pero he perdido el arma.

- Aguanta. Aguanta, joder. ¡No se te ocurra morirte ahora!

Es la voz de Daniela. ¿O estoy soñando otra vez? Ya no puedo separar la realidad de las pesadillas. Al menos, hasta que levanto la cabeza y me ciega un haz de luz.

- ¡María José!

- ¿Daniela? - Extiende un brazo para cogerme las manos.

- Ni se te ocurra morirte, fierecilla. Ni ahora ni nunca.

Parpadeo, y el pánico de su mirada me atraviesa mientras la oscuridad me envuelve. Ya no la veo la cara y pronuncio mi último deseo con un hilo de voz.

- Valeria. Salva también a Valeria.

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