CAPÍTULO 45

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POV CALLE

El ruido del motor del Chevelle es exactamente lo que necesitaba, pero en vez de conducir sin rumbo fijo, me lleva a un lugar que llevo un tiempo sin pisar, y eso es algo que necesito rectificar. La mayor parte de mi vida tiene lugar en las sombras. La gente susurra mi nombre, como si tuviera miedo de que, al pronunciarlo, pudiera aparecer en su puerta. A veces eso es lo que pasa. Pero por suerte para mí, hay lugares que bordean las sombras donde puedo ir sin temor a que me molesten al tiempo que cultivo los contactos necesarios para seguir expandiendo mi imperio.

El Club Jackson es uno de esos sitios. Se rumorea que lo fundó Andrew Jackson en persona a principios del siglo XIX, pero la historia y el pedigrí del club no me interesan. Lo único que me interesa es la exclusividad del lugar y la regla que lo define como un lugar neutral. Un sicario podría ver a su víctima en el club y si se le ocurriera hacer el menor movimiento, la penalización sería la muerte. Todos los miembros tienen derecho a poner en práctica dicha regla. Es la única manera de mantener el orden en el club y de permitir que algunos de las personas más poderosas del mundo se sientan tranquilas tras sus sagradas puertas.

He oído que hay una lista de espera de varios años para formar parte del selecto club, pero hay unas cuantas cosas que pueden ayudar a situarte en los primeros puestos con rapidez: poseer millones, tener un buen pedigrí o ser famoso. No es fácil entrar y más si eres una mujer pero por suerte para mí, yo soy la dueña de esta ciudad. Jamás me negarían la entrada. Además, el gerente actual es un conocido. Quade Buck dirige el club de forma eficiente, y hasta ahora me ha sido imposible engatusarlo para que lo deje y dirija mi casino. No lo culpo. Yo tampoco querría trabajar para mí. Una cagada importante puede costarle la vida a alguien.

Quade me saluda desde detrás de la barra en cuanto entro en la estancia, de paredes forradas con paneles de madera oscura. El club se reforma todos los años, y las cuotas de los miembros se reflejan en dichos cambios. Es un refugio del mundo exterior. El ambiente está dominado por los muebles macizos de madera. Aunque veo un sinfín de rostros conocidos mientras echo un vistazo por la estancia, decido acercarme primero a Quade. Necesito una copa.

- ¿Cuándo vas a dejar de hacer turnos de camarero? Si trabajaras para mí, no tendrías que servir otra copa más durante el resto de tu vida.

Quade me responde como de costumbre, con su risa ronca.

- No me importa servir copas. El orgullo no me impide trabajar. Además, de esta manera siempre estoy al tanto de lo que ocurre en el negocio y con la gente que lo frecuenta. ¿Vas a beber esta noche?

- Desde luego.

Mientras Quade se da media vuelta para coger la que sabe que es mi marca de whisky escocés preferida, veo una botella en la estantería que me llama la atención. Whisky irlandés Seven Sinners. Joder, me sigue hasta aquí. Quade, que no se pierde una, sigue la dirección de mi mirada hasta la estantería a través del espejo.

- ¿Vas a cambiar esta noche?

Desvía la mano para coger la botella de Seven Sinners por el cuello al tiempo que levanta una ceja. Estoy a punto de decirle que esta noche ya he disfrutado de lo mejor que puede ofrecer Seven Sinners, pero me muerdo la lengua.

- No. Quiero lo de siempre.

Los ojos de Quade me observan con atención mientras coge la botella de whisky escocés y me sirve tres dedos exactos. Una vez que desliza el vaso por la barra, se apoya sobre la gruesa y envejecida superficie de madera.

- ¿Qué te trae por aquí? Hace meses que no vienes.

- He estado ocupada con ciertos problemas.

Se aparta de la barra y cruza los brazos por delante del pecho.

ME PERTENECES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora