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Padre Mío,

Aunque las heridas que ahora adornan orgullosamente mis manos me dificultan un poco el adecuado agarre de la pluma, no quería dejar de contarte las maravillas que acontecen estos días.

Este martes la cuadrilla de jóvenes colaboradores regresó a las puertas de la iglesia, tan puntual y en orden como en la tarde del lunes.

En seguida cada uno reanudo su labor. Los más grandes y fuertes se apearon a la construcción de la nueva torre. Pegando con detalle y atención cada ladrillo de la construcción.

Un grupo mas numeroso entró a la iglesia con sendas escaleras de palo y con agilidad bañaron las paredes del recinto con cal. Todo quedó tan blanco y pulcro que me recordé de la pureza de la Virgen María.

Por último, los muchachos mas jóvenes entraron saltando al jardín y han arrancado la maleza en su totalidad, removieron la tierra y abonaron el guayabo. Dicen que si coge vida y florece, al poco tiempo echará sus frutos.

Toño, un muchachito juguetón ha prometido traer para mañana algunas plantas frutales del huerto de su madre; y Blanca que estuvo por aquí hasta hace un rato se ha comprometido a traerme capullos de su mas lindo rosal.


YO CONFIESO (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora