Padre Misericordioso,
Todo el día de ayer no escribí en el diario porque pasé las horas haciendo penitencia y ayuno. He notado que a menudo pienso en Jorgina y tan solo el recuerdo del sonido de su voz me causa sensaciones de aquellas impuras, del tiempo antes de conocerte.
Me he castigado orando hincado por horas, pero los pensamientos no han cesado. El olor a durazno sigue impreso en el confesionario y en dos ocasiones fui sin siquiera darme cuenta a parar ahí, buscando ansioso ese aroma que me emociona y me causa una alegría extraña, casi pueril.
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YO CONFIESO (BORRADOR)
General FictionSoy el párroco asignado a este variopinto y caluroso pueblo. Mi fe y mi entrega a Dios constituyen la fuerza y la razón de mi existir; pero desde que llegué a este lugar tan lleno de intrigas y tentaciones se han quebrantado mis cimientos y se ha a...