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Dios mio, Padre mio

Las cosas no andan bien del todo. A veces me siento desfallecer. Tengo una figura que mantener pues te hice una promesa. Tu perdón me ha convertido en un hombre nuevo y gracias a tu Palabra pude encontrar el camino. Estaba perdido y tu me salvaste y con todo mi amor te ofrecí mi vida, pero entonces, ahora estoy aquí en medio de la confusión y el desánimo. Dame tu guía, Padre. No sueltes mi mano en este camino. Aminora tus pruebas y permite renovar mi espíritu.

Blanca estaba hoy en la iglesia, dándome buenas cuentas de las generosas limosnas de los feligreses. Ella es tan buena economista que nos ha alcanzado una buena parte para comprar y enviar materiales de construcción a la mulera. También hemos donado una parte para pagar el tratamiento de Efrain y la otra parte ha salido de manos de Jorgina.

He rezado tanto para no verla, pero ella inocente sigue visitando el templo y las circunstancias siempre coinciden para un encuentro.

Mientras Blanca me platicaba Jorgina ha interrumpido y nos ha notificado que se encargará de recoger a Efrain por la mañana.

— Padresito, ¿vienes conmigo?

Blanca la miró con un gesto extraño en la cara.

— Esta vez no, Jorgina. Si quieres le pido a Argenis que te acompañe.

— Es que necesitaré de tu ayuda porque Efrain dice que no quiere regresar a su casa.

— Argenis puede con eso — repliqué sin inmutarme.

Jorgina insistió. — Pero es que ... ¿Qué le va a decir Argenis? Tu con tu encanto puedes convencerlo. Conmigo no sé si regrese.

— Tendrá que hacerlo. El muchacho no tiene a donde ir.

— ¡Pero Emilio! — dijo alzando la voz  con frustración.

Blanca la atajó y le hizo la acotación.

— Más respeto Señora, que este que usted ve aquí es un Sacerdote, ¿sabe?

Jorgina la miró con ojos encendidos y contestó irónica,

— Lo sé. Disculpe usted, Padre Acosta.

Blanca no le apartó la mirada pero Jorgina entornó los ojos sin disimulo y salió por la puerta sin despedirse.

Confieso que me sentí fatal y quise ir detrás de ella, pero por tu amor me contuve, Señor.

Blanca volvió a sumirse en un extraño silencio. Recogió el dinero recolectado y fue tras ella para entregarle la parte que correspondía al tratamiento de Efrain y que Jorgina se encargaría de pagar una vez en el hospital.

Sé que conversó un buen rato con Jorgina, pues las vi acercarse a los bancos del medio de la iglesia y quedarse ahí buena parte de la tarde.

Cuando Blanca regresó estaba meditabunda y consternada pero no me atreví a indagar cual era el motivo de su preocupación.

Señor,

Espero estar haciendo lo correcto. Mi corazón llora pero mi mente está clara. Dame tu bendición Padre, y dame la bendición de fortalecerme en ti.


YO CONFIESO (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora