Santísimo Señor,
Esta semana, Blanca vino a menudo a la iglesia y consigo aprovechó de traer a su hija Neida todas las veces que pudo.
La muchacha la ayudó con las cuentas y trabajó a su lado callada. Cuando terminaban siempre la importunaba con el deseo de ir a estudiar a la Capital. Quiere terminar de sacar el bachillerato y luego estudiar Contabilidad. A veces escuchaba a Blanca disuadirla de ese deseo. Le decía que aquí está mejor, que aquí la tiene a ella y temo que Neida pueda correr el mismo destino que le tocó vivir a Constanza si no se le da una oportunidad.
Una de estas tardes la muchacha se me acercó. Estaba yo en el jardín leyendo la Palabra y preparando el sermón del domingo. Fue un regalo que me enviaste pues la compañía de Neida me reanimó la esperanza en mi labor.
— ¡Hola! — dijo Neida. — ¿Puedo pasar?
— Claro, niña. Siéntate.
— Qué bonito está el jardín con todas estas plantas en flor. Y el árbol de guayaba ya está echando frutos. Me alegro.
— Sí. Esto gracias al pueblo y a tu misma mamá. Cuando lo recuperé me inspiré en pensar como debió de haber sido de lindo antes este lugar.
— ¿Aquí? — rió la niña.
— No, Padre Emilio. Que yo me acuerde este terrenito ha estado siempre pelado. Aquí no había nada. El otro cura ni se preocupaba.
— ¿En serio? Pues que raro. A todos los curas nos gustan las flores.
— A ese no — dijo fastidiada.
— ¿Y eso que antes no venías a la misa y ahora sí? Pregunté curioso.
— Ah, porque antes era aburrida. Ademas, a mi ese cura no me gustaba. Todo serio, todo regañón. Trataba a mi mamá como a una moza de servicio. Nada santo había en él, ¿sabe? Pero no le diga a mi amá que se molesta conmigo.
— ¿Por qué? Si es la verdad no debe molestarse.
— Por cuestiones de respeto. Usted sabe. Es como es. Una no puede andar diciendo por ahí que el cura es regañón o aburrido o mandón. Así es pues.
Reí con la charla de la muchacha.
— Escuché a tu mamá diciendo que estás rebelde.
— No es eso Padre. Yo solo le digo que me quiero ir a estudiar. Ya le dije que no es que me voy y no vuelvo más, es a estudiar solamente. Así me aseguro un futuro, pues. Ella lo que dice es que se necesita dinero para eso y que nosotras no lo podemos costear.
— Ciertamente el dinero es importante para algunas cosas. Podemos ver si se puede recaudar una beca para ti. Tal vez se me ocurra una idea para abrir una fundación para los muchachos del pueblo. Eso sí. Los que demuestren ser aplicados.
Neira se emocionó y se le llenaron los ojos de alegría.
— Sí, Padre Emilio. Anóteme que yo aplico. Mire usted que yo sola me estudio los libros en la casa, sin maestro ni nada y estoy segura de que si hago una prueba la paso. Usted pregunte algo y yo le respondo. Geografía, historia, matemática, lengua, hasta inglés le recito.
La charla de Neira me traía de lo mas entretenido. El entusiasmo de su mirada no hacía más que causarme admiración por el excelente trabajo que había realizado su madre criando a su hija ella sola.
— A ver Neira, te pregunto y tu respondes.
— Bueno, bueno — dijo azorada y batiendo las palmas — para luego es tarde.
— ¿En que continente está Ecuador?
— Ecuador es un país latinoamericano y por lo tanto se encuentra en América — respondió al instante.
— ¿La capital de Rusia?
— Moscú.
— ¿Dónde se originaron los juegos olímpicos?
— En Grecia.
— ¿Como se dice Buenos días en inglés?
— gud mor-nin.
— ¿Qué tipo de animal es la ballena?
— Es el mamífero más grande.
— ¿Donde nació Simón Bolívar?
— Venezuela.
— ¿Quién no cree en la existencia de Dios?
— El ateo.
— ¿Cual es el lugar mas frio de la tierra?
— La Antártica.
— ¿Cuándo terminó la II Guerra Mundial?
— En 1945.
— ¿Cuántos huesos tiene el cuerpo humano?
Un adulto 206, los recién nacidos 300.
La agilidad de la muchacha me impresionó.
— No sabía lo de los 300 huesos en los bebés. ¿A que se debe?
Neida con una sonrisa de sabida inteligencia replicó:
— Porque a la larga se fusionan y entonces quedan menos.
Sonreí complacido.
— Bien, dime ¿Cuántos planetas hay en nuestro sistema solar?
— Son ocho: Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. — dijo sin hacer pausa para respirar.
No quise seguir preguntando porque estaba comprobado que la muchacha sabía. Era un diamante en bruto y merecía hacer valer su potencial.
— Está bien Neida. Déjame pensar en algo para ayudarte. Estoy orgulloso de ti y creo que eres una excelente muchacha.
— Gracias, Padre Emilio. Mi mamá siempre me lo dice.
— Ella te ama y quiere lo mejor para ti, solo no sabe como ofrecértelo. Voy a conversar con ella.
— Pero no le diga que yo se lo asomé, sino se molesta.
Reí con la muchacha.
— ¿Así que lo tenías todo preparado?
— Bueno. Si y no. Es que yo ya había intentado con el otro Padre, pero en tanto me veía me despachaba rapidito. Casi que no me atendía ni los buenos días.
— No te preocupes niña. Tus deseos serán escuchados. Reza mucho al Padre. Ten fe.
Gracias Señor, por el amor misericordioso a las más inocentes de tus criaturas.
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YO CONFIESO (BORRADOR)
General FictionSoy el párroco asignado a este variopinto y caluroso pueblo. Mi fe y mi entrega a Dios constituyen la fuerza y la razón de mi existir; pero desde que llegué a este lugar tan lleno de intrigas y tentaciones se han quebrantado mis cimientos y se ha a...